a verdad es que ha sido un día bastante tranquilo en una etapa que ha transitado por la llamada ruta de Napoleón. Aunque la primera parte era un continuo sube y baja que ha acumulado 2.500 metros de ascensión, se ha hecho una fuga fácil de controlar porque las carreteras eran anchas, bien asfaltadas y en ese sentido no había ningún problema. Los velocistas no tienen intención de perder oportunidades en un recorrido proclive para el esprint. La anécdota triste del día ha sido lo que le ha ocurrido a Anthony Perez, que cuando había conseguido el maillot de la montaña, ha pinchado y cuando trataba de remontar entre los coches de equipo se ha ido al suelo y se ha roto la clavícula. Se le ha arruinado uno de los mejores días de su carrera deportiva. Sin maillot, sin podio y para casa. Al final, el viento pegaba de cara y el pelotón iba compacto. En esos casos, hacerse con un metro cuadrado se pone más caro que en Donostia. El esprint era ideal para las características de Caleb Ewan tras una etapa sin exigencia. La próxima lo será más. Nos espera una llegada en alto que supondrá un esfuerzo de 20 minutos a tope y en el que se podrá ver alguna pequeña diferencia entre los favoritos.