- El Bayern de Múnich, como si fuera el Imperio Otomano, destrozó lo que quedaba en pie del mejor Barcelona de la historia en forma de una derrota de las que se arrastran durante décadas, sin precedentes, y marcan un antes y un después.

Lo que sucedió en el terreno de juego no se explica con un análisis de los 90 minutos, sino con los motivos que provocaron un empache de noches aciagas antes del estruendo final sufrido en Lisboa.

Los avisos en forma de resultados se presentaron el día de San Valentín de 2017 con un 4 a 0 en el Parque de los Príncipes que resolvió la noche más mágica en el Camp Nou antes de que en Turín el equipo volviera a resbalar de forma sonora con un 3-0 que ya no se pudo levantar. A estas dos contundentes derrotas se las llamó accidentes y casi nadie rechistó.

Pero entonces llegaron las debacles de Roma y Liverpool y tanta frecuencia de desgarros provocó que el sustantivo dejara de ser el adecuado.

El viernes el Barcelona sufrió su derrota más escandalosa de la historia. Y lo que es más llamativo: repitieron nueve de Liverpool, ocho de Roma y siete de París.

Ninguna consecuencia práctica tuvieron las declaraciones de los pesos del equipo después de cada una de las eliminaciones anteriores asegurando haber aprendido la lección.

El núcleo del equipo, con unas vitrinas a rebosar de trofeos, envejeció temporada tras temporada mientras progresivamente se hacía con más poder en el club y arañaba decisiones que no le incumbían.

Sin ir más lejos, Gerard Piqué se atrevió a decir aún sobre el terreno de juego de Da Luz que "el club necesita cambios estructurales" y no solo se refería "a entrenador y jugadores".

Estas declaraciones, a la vez, son una muestra del distanciamiento entre la plantilla y la junta directiva de Bartomeu, enfrascada en recurrentes incendios extradeportivos e incapaz de revertir la situación deportiva a pesar de haberse gastado 345 millones únicamente en Dembélé, Griezmann y Coutinho, los tres en el banquillo de Lisboa, aunque el último acabó siendo el autor de dos tantos germanos.

El proyecto deportivo del Barcelona fue desdibujándose a lo largo del tiempo con la llegada de entrenadores dispuestos a dar manga ancha a los caprichos del vestuario que obviaron el norte del juego de posición que encumbró al equipo en el fútbol mundial. Únicamente la calidad individual de las estrellas hizo posible alargar el ciclo a base de Ligas y Copas del Rey.

Hasta que la inercia ha sucumbido a las leyes de la física. El ciclo ha terminado y el ridículo ante el Bayern demanda un antes y un después.

Pero la nueva temporada empieza en poco menos de un mes, no hay dinero en la caja para hacer una renovación de la plantilla y el entrenador deseado, Xavi Hernández, de momento no quiere venir.

Minutos después de la histórica derrota ante el Bayern Múnich, el presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, anunció "decisiones" en los próximos días, algunas "ya pensadas antes del retorno de Champions".

Pero, según fuentes del club, ninguna de estas decisiones tendrá lugar antes de la reunión de la junta directiva que se celebrará a principios de semana. Sobre la mesa hay diferentes asuntos, desde la destitución de Setién y la elección del nuevo entrenador al anuncio de la fecha de las elecciones, que podrían ser en marzo.

Los "cambios drásticos" anunciados por el presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, tras la apabullante derrota ante el Bayern, incluyen, por supuesto, la salida de algunos pesos pesados de la plantilla barcelonista, que el viernes sacó el once titular más veterano de la historia de la Liga de Campeones: 29 años y 319 días.

El mismo Gerard Piqué (33 años) se ofrecía como voluntario para abandonar el equipo. Pero Luis Suárez (33) es el nombre que con más fuerza se ha añadido a las posibles bajas durante las horas posteriores a la debacle de Lisboa. El uruguayo lleva mucho tiempo lejos de su máximo nivel y todo hace presagiar que sus mejores tiempos han quedado en el pasado.

Además, su marcha permitiría dejar un hueco para la llegada del delantero centro deseado, el argentino Lautaro Martínez (22), siempre que el Barcelona pudiese permitirse un desembolso económico de alrededor de los 100 millones de euros, lo que ahora mismo se contempla como muy complicado debido a la situación financiera del club, o lograse un intercambio de jugadores con el Inter de Milán.

Una posible solución para hacer caja sería liberarse de los altos salarios de efectivos como Rakitic (32), Umtiti (26), Alba (31), Vidal (33) y Busquets (32), quienes están en el mercado. Pero, de momento, ningún gran club quiere asumir su ficha y ellos no han manifestado intención de renunciar a los años de contrato que les quedan.

Tampoco se descarta que Griezmann (29) y Dembélé (23), el segundo y el tercer fichaje más caro de la historia del Barcelona, puedan ser traspasados o entrar en una operación de intercambio en el mercado estival. Quien prácticamente tiene asegurada su salida es Braithwaite (29).

En el capítulo de altas, a falta de la confirmación que Ansu Fati (17), Riqui Puig (21) y Ronald Araújo (21) tendrán ficha del primer equipo, Pjanic (30) y Trincao (20) son los únicos fichajes que tienen asegurados un puesto en la plantilla 2020-2021.

El futuro cercano de Pedri (17) dependerá del número de salidas en la punta del ataque, y a Matheus Fernandes (22) se le buscará una nueva cesión. Hay mucho trabajo por hacer en la dirección deportiva del club y la nueva temporada dará inicio en menos de un mes.

CUARTOS DE FINAL

SEMIFINALES

Martes

Miércoles

FINAL

Domingo 21.00

"Tenemos que cambiar estas cosas. Es una gran decepción, no solo para mí, para todo el club"

Jugador del Barcelona

"Si Piqué pide cambios estructurales, algo de cierto tendrá su conclusión"

Entrenador del Barcelona

"Nadie es imprescindible, si tiene que venir sangre nueva soy el primero en irme"

Jugador del Barcelona

"Tendremos que tomar decisiones, alguna ya la teníamos pensada y habrá otras"

Presidente del Barcelona