ebastian Vettel afronta su última temporada en Ferrari, donde la pena ha sido mayor que la gloria. En las cinco campañas anteriores, el tetracampeón alemán ha sumado dos subcampeonatos pero jamás ha llegado a la última carrera del año con opciones de coronarse. En su sexto curso vestido de rojo cabía pensar que aflorarían sus ganas de resarcirse. Desde luego, los motivos eran varios: última oportunidad en la Scuderia; interés por demostrar que su experiencia y talento son capaces de imponerse a la juventud y la capacidad de su compañero de equipo, Charles Leclerc, subido a las barbas del germano y elegido como opción de futuro para el equipo italiano; además de la necesidad de demostrar nivel para encontrar un asiento para 2021, porque hoy por hoy, Vettel está fuera de la Fórmula 1 más allá de 2020. Sin embargo, el germano atraviesa el peor momento de su trayectoria en el Gran Circo. Está apagado.

Vettel se ha convertido en un funambulista que trata de mantener el equilibrio para sostenerse en las posiciones que reparten puntos; en cuatro carreras ha sumado un abandono, una sexta posición y dos décimas plazas -ayer, en el Gran Premio de Gran Bretaña, la última de estas dos-. Cierto es que se ha encontrado con un Ferrari impropio, carente de las prestaciones que se le presuponen. Pero resulta que su compañero de garaje está sacando chispas al menguante potencial del monoplaza. De hecho, ha accedido en dos ocasiones al podio -2º en el inagural GP de Austria y 3º ayer-. 10 puntos de Vettel (13º en el Mundial) contra 33 de Leclerc (5º).

Vettel fue incapaz ayer de ganar una posición respecto a su puesto de salida. Y ello teniendo en cuenta los pinchazos de Bottas y Carlos Sainz, que rodaban por delante y terminaron por detrás del alemán. La imagen que transmite es la de un piloto desgastado, que encara su ocaso. Su futuro en la F-1 no solo depende de lo que logre este año, sino también de sus aspiraciones deportivas y económicas.

En cuanto a las opciones de acceder a un coche competitivo, lo tiene complicado. Suena para recalar en Aston Martin, el que será heredero del actual Racing Point, en el asiento de Checo Pérez, pero la competitividad de este bólido dependerá de la inversión de Lawrence Stroll, padre de Lance, y que al parecer está interesado en diseñar un coche competitivo, pero, claro, quién no lo está en la F-1... Respecto al apartado económico, Vettel, a tenor de sus resultados y del presupuesto de ese hipotético equipo que le requiera, deberá reducir su caché.

Una puerta que se puede abrir es la de Red Bull. Días atrás Vettel lamentó la manera de salir del equipo que le permitió ser cuatro veces campeón. Quizá fue un guiño para un intento de retorno. Si bien allí ya existe un líder, un número 1, Max Verstappen, el escudero, Alexander Albon, está siendo cuestionado. Este curso, el tailandés ha obtenido una cuarta y una quinta posición, pero no ha puntuado en dos carreras. Y Red Bull, con el segundo mejor monoplaza, debe atar con holgura el segundo puesto del Mundial de Constructores. Además, viendo lo que Verstappen es capaz de hacer con la misma máquina -un abandono por rotura de motor, dos segundos y un tercero-, lo de Albon es escaso. La tercera alternativa para Vettel parece ser la retirada, la cual, si no espabila, puede ser obligada y no decidida por uno mismo.