- Jon Rahm inicia esta semana una nueva fase de su carrera profesional, esa en la que parte con la etiqueta de número 1 del mundo. Es el golfista de Barrika uno de esos deportistas especiales que surgen de cuando en cuando de manera insospechada. Porque eso debe ser que en un pueblo de menos de 2.000 habitantes naciera una estrella de un deporte que no tiene en Bizkaia ni en Euskadi a sus principales focos de practicantes. Pero Rahm, como hace 31 años Seve Ballesteros, aunque este llegó al golf de manera más natural, es el mejor de todos entre millones de golfistas y se supone que a partir de ahora recibirá la atención que muchas veces se le ha negado. Durante 20 años va a ser una de las referencias del deporte vasco, que en el suyo solo tuvo a Txema Olazabal como rara avis, y también estatal, como lo han sido Rafa Nadal, Miguel Indurain o Marc Márquez y antes lo fueron Manolo Santana, Ángel Nieto o el mismo Ballesteros.

La pausa que se tomó tras vencer en Muirfield Village, la casa de Jack Nicklaus, le ha servido para procesar los últimos acontecimientos y el WGC FedEx St. Jude de Memphis será el primer torneo en el que Jon Rahm defenderá la posición que ganó con su brillante triunfo en The Memorial, en la que ayer cumplió una semana. En el TPC Southwind estarán 44 de los 50 primeros del mundo, lo que convierte a la cita en la más importante desde que el golf regresó del parón por el coronavirus. Nunca habían estado tan apretadas las posiciones cabeceras del ranking mundial, de tal forma que si Rory McIlroy gana el torneo recuperará el número 1. Pero también puede serlo Justin Thomas en función de distintas combinaciones de resultados, lo que ratifica las palabras del barrikoztarra en el sentido de que esta es una época muy abierta, lejos del dominio que ejerció Tiger Woods durante más de una década.

Coincide el ascenso de Jon Rahm hasta la cima mundial con el momento más importante de esta extraña temporada ya que a la segunda cita de los campeonatos del mundo le sucederá el PGA Championship, primer major del año, y a final de mes arrancarán los play-offs que decidirán en tres torneos el ganador de esta recortada FedEx Cup. El principal aval del barrikoztarra es su regularidad y consistencia. Ha disputado 100 torneos puntuables para el ranking mundial y en la mitad ha acabado en el Top 10. Ese porcentaje solo lo mejora Tiger Woods entre los jugadores en activo.

Sin cumplir aún los 26 años, Rahm ya ha debutado en la Ryder Cup, con una sonada victoria ante Tiger, ha ganado el Circuito Europeo y ha alcanzado el número 1 del mundo, hitos que firmarían lograr miles de golfistas en toda su carrera. Pero en su cabeza y en la de su entorno está el objetivo de ganar un grande. Luke Donald y Lee Westwood alcanzaron la cima, pero no han sumado ningún grande aún en su palmarés y el vizcaino quiere romper esa barrera que distingue a los grandes de los más grandes. De hecho, sus grandes rivales ahora mismo, McIlroy, Thomas o Koepka, ya han logrado majors. Pensar en grande siempre supone una presión añadida, aunque Jon Rahm ya ha demostrado que precisamente por eso ha llegado donde ha llegado.

Ahora será el enemigo a batir en cada torneo que dispute y estará sometido a todo tipo de juicios. Sin ir más lejos, las apuestas para la cita de esta semana le sitúan como el principal favorito. En los últimos meses, al margen de perder algunos kilos, ha introducido ciertas rutinas en su día a día como la meditación que le pueden ayudar a relativizar todo y a manejar esta nueva situación que ha creado con sus brillantes resultados. Lo explicó durante el confinamiento: "Se trata de crear una normalidad para que cuando estés en el torneo, lo puedas hacer también. Que si estás para ganar el Masters un domingo, y estás con nervios o ansiedad, tu cerebro entienda que es hora de dormir". Y es que en ese proceso de mejora continua que ha llevado desde que llegó a profesionales, Jon Rahm ha entendido que para ser el mejor no vale solo con jugar muy bien, sino que hay otros muchos factores que influyen y que quiere tener bajo control.