- “Es el mejor momento de mi vida”. Así resumió Fabio Quartararo el sabor de su primera victoria en MotoGP. En el Gran Premio de España que puso en marcha el Campeonato del Mundo, el francés devolvió la gloria a su país, que no veía ganar a un piloto local desde hacía dos décadas. Igualmente, el galo hizo historia como primera Yamaha satélite que gana una carrera; hasta ahora solo lo habían conseguido equipos filiales de Honda. El Diablo se ubica en los anales del motociclismo con una actuación soberbia, partiendo como poleman y sabiendo aguardar a su momento. Habían transcurrido 18 carreras desde que Yamaha no era capaz de alcanzar el triunfo desde la pole y el francés reverdeció el pasado con templanza, con la madurez que no se intuye en un chico de 21 años y la holgura de casi 5 segundos sobre el segundo clasificado, un Maverick Viñales un tanto decepcionante, cortado por su elección de neumático delantero blando. Tras ellos, Andrea Dovizioso en un renacer esperanzador para sus opciones de título, puesto que salía octavo y solo dos semanas atrás visitaba el quirófano para reparar una rotura de clavícula.

Las opciones de título se abren precisamente por la actuación de Marc Márquez, poseedor del mejor ritmo, pero autor de un fallo que indujo a otro error que complicó el objetivo de firmar su noveno título. Y es que a pesar de ser la primera carrera, Márquez se lesionó de gravedad. En una temporada con 13 pruebas -y puede que un máximo de 16 si el covid-19 lo permite-, y teniendo en cuenta que las cuatro siguientes citas se celebran en apenas un mes, sus opciones pasan por la prontitud de su recuperación. Lo de ayer fue un no saber decir basta cuando venía protagonizando una de sus mayores gestas. Espoleado por su ambición, pecó de inconformismo cuando rodaba en la lucha por la segunda plaza, después de salirse de la pista y remontar desde la cola, que entonces era la 18ª plaza.

A pesar de que Viñales cobró la primera posición en la curva inicial, Márquez se aupó al liderato en la segunda vuelta, no sin duelo con el de Yamaha, que se resistió a ceder tan temprano la cabeza, pero dio síntomas de debilidad con pérdidas del tren delantero. Finalmente el campeón puso pies en polvorosa. En dos vueltas Márquez ya había logrado transmitir la sensación de claro dominador en el circuito Jerez-Ángel Nieto. La carrera parecía suya.

En la vuelta 4 sucedió lo que ocurre cuando alguien quiere adelantarse al tiempo, cuando pretende abrazar la gloria de manera prematura. El ritmo de Márquez era abrumador. Pero restaban 21 giros de los 25 pactados. Perdió el control del tren delantero y firmó una de las mayores recuperaciones de los últimos tiempos. A más de 150 kilómetros por hora y con un grado de inclinación cercano al 67%, dio un codazo y un rodillazo al asfalto y levantó la máquina cuando se le intuía en el suelo. Eso sí, se marchó a la grava, donde enderezó la máquina y regresó a la pista en la última posición, la 18ª a esas alturas. Desde la catacumbas inició una escalada como pocas se han visto en la categoría reina. En 15 vueltas -o sea, a 6 del final-, Marc ya rodaba en plaza de podio, era tercero. Cuando restaban solo cuatro y rodaba a rebufo de Viñales, de nuevo patinó su rueda delantera. Esta vez Márquez no fue capaz de poner remedio. Protagonizó un high side brutal. Voló. Una caída espeluznante. Además, la moto le golpeó después. Resultado: fractura del húmero del brazo derecho y quirófano. El de Cervera, desbocado -porque solo así se remonta como lo hizo, impresionante-, pecó de impaciencia. Había cazado la rueda de Viñales, no podía aspirar a más que esa segunda plaza que tenía ante sí, y no supo templar. Su fogosidad le llevó al suelo, exigida además como estaba su máquina, llevada al límite toda la carrera para ser el piloto con mayor ritmo. En las últimas vueltas la delicadeza suele ser necesaria. Pero se cegó por el fulgor de la emoción.

En esas, Quartararo era un borroso punto en el horizonte, a más de 5 segundos del segundo. El francés ya había hecho su trabajo: sacó ventaja del sufrimiento y las penalidades de la elección de calzos de Viñales. Cuando Mack cometió un error, Quartararo se le echó encima. Cuando el de Roses volvió a fallar, el francés se alzó al liderato. Faltaban 17 vueltas y ya nadie más le volvió a ver de cerca. Viñales fue segundo en solitario y después llegó Dovi, de menos a más, piloto de domingos como es.

La carrera dejó numerosos ceros. Acabaron 15 de los 22 pilotos inscritos. Dos de ellos ya se dieron de baja antes de arrancar la prueba: Álex Rins se fracturó la clavícula el sábado y Crutchlow se cayó en el warm up. En carrera causaron baja Rins, Rossi, Aleix Espargaró, Lecuona y Márquez, a quien se le complica el breve año.

MotoGP

10. Takaaki Nakagami (Honda) a 21,553

Moto2

Moto3