l pasado martes desembarcó en Orlando la avanzadilla de los 22 equipos que tienen previsto reanudar la temporada de la NBA en la burbuja. Ese mismo día, el Departamento de Salud de Florida reportó 7.347 casos positivos por covid-19 para un total de 213.794, lo que convertía a este estado en el epicentro nacional de esta pandemia. Esta circunstancia, unida a los positivos que se han detectado entre los jugadores en las pruebas a las que han sido sometidos en las últimas fechas, un mínimo de 25 de un total de 351, el 7,1%, y las dudas que genera el largo confinamiento al que deberán someterse las escuadras (el campeón y el subcampeón podrían estar recluidos hasta 75 días), hacen que los signos de interrogación sobre la reapertura de la competición no paren de crecer. La liga, por el momento, sigue adelante con sus planes y cree que la estructura diseñada es la mejor posible para garantizar la seguridad de todos los implicados, aunque tampoco oculta su preocupación.

"No nos sorprenderá si cuando los equipos vayan llegando por primera vez a Orlando -todos los equipos se encuentran ya en las instalaciones y varios de ellos han comenzado ya con sus primeros entrenamientos- tenemos casos adicionales de jugadores que den positivo, lo que sería más preocupante es que hubiese más casos positivos una vez que los jugadores ingresen en nuestro campus y pasen nuestro periodo de cuarentena", reconoció el comisionado, Adam Silver, en una entrevista con Fortune Brainstorm Health. Si se diese ese caso, "sabríamos que, en esencia, hay un agujero en nuestra burbuja o que la cuarentena o el campus no funcionan de alguna manera. Eso sería muy preocupante". Ese supuesto sí que podría llevar a la cancelación de la temporada, porque los casos positivos registrados hasta el momento se consideran como "una representación de lo que está ocurriendo en el país. Comenzamos a evaluar a todos nuestros equipos hace aproximadamente dos semanas y, como informamos, tuvimos un número significativo de casos positivos".

La NBA ha gastado más de 150 millones de dólares en todo el entramado de Orlando con el objetivo de generar un espacio seguro y "lo más protegido posible del medio ambiente que nos rodea", asegura Silver, con pruebas diarias a todos los implicados y la orientación de médicos expertos. "Eso significa, en teoría y atendiendo a las valoraciones que han hecho nuestros expertos en salud y seguridad, que debería funcionar, pero ya veremos. Confío en que al final nuestros jugadores puedan estar más seguros dentro del campus de Orlando que afuera, dado que les vamos a estar haciendo pruebas diarias". La tecnología permitirá analizar el virus en sí mismo, rastrear si hay más de un caso, si es esencialmente el mismo virus y la misma variación genética la que se transmite de un jugador a otro o si dos personas distintas son el foco del contagio. "El campus va a trabajar de forma independiente y, por lo tanto, tendremos la oportunidad de analizar de inmediato todos los factores y elementos nuevos que surjan cada día", destacó el comisionado de la NBA.

Sin embargo, los jugadores no las tienen todas consigo. Existe una gran división de opiniones entre los escépticos, los críticos y los que apoyan la estructura diseñada por la liga, con las medidas de seguridad, su seguimiento por parte de los jugadores y el estrés que pueda originar tantos días de aislamiento como principales focos de discordia. Así, estrellas del calado de Joel Embiid o Damian Lillard ya han mostrado sus dudas sobre el cumplimiento que puedan tener las normas de seguridad. El pívot de los Sixers no tuvo pelos en la lengua y señaló el martes que "odio la idea. Yo todo lo que quiero es estar sano y seguro, vivir muchos años sin que este virus me provoque efectos secundarios. Pero soy un profesional y no voy a dejar tirada a la ciudad de Philadelphia, incluso aunque no crea en la idea y considere que no vaya a ser lo suficientemente segura. Yo sé que voy a actuar de forma correcta, pero no confío en que el resto haga lo mismo". Por su parte, el base de Portland fue por la misma línea y lanzó una pregunta: "¿Alguien cree que va a haber 22 equipos con todos los jugadores cumpliendo con todas las reglas? No tengo mucha confianza".

Otros jugadores con importante peso específico en la liga han puesto el foco en el largo confinamiento que deberán afrontar las franquicias para poder terminar la competición. "Van a llevarse a muchachos que han convivido todos los días con sus familias durante los últimos meses a otro espacio cerrado y sin acceso a muchas de las cosas divertidas que hacen fuera del baloncesto", apuntaba recientemente DerMarr DeRozan, alero de los San Antonio Spurs, mientras que Marc Gasol iba por la misma línea de pensamiento: "Lo más duro va a ser separarse de la familia después de haber estado piel con piel durante estos meses". Sin embargo, otros jugadores se lo toman con mayor filosofía. Es el caso de Meyers Leonard, pívot de Miami Heat, que desveló la respuesta a su entrenador cuando este le preguntó sus sentimientos acerca de la situación: "Punto número uno, me pagan millones de dólares por jugar al baloncesto, algo que adoro. Punto número dos, mi hermano tuvo que completar dos campañas de nueve meses en Afganistán por mucho menos dinero".

La NBA tiene previsto reanudar la competición oficial el 30 de julio pero antes, en menos de diez días, debería arrancar el primero de los 33 partidos de entrenamiento organizados por la liga entre el 22 y el 28 de este mes, lo que supondrá una buen banco de pruebas de cara a lo que está por llegar en cuanto a protocolos de actuación, niveles de seguridad Y es que en las semanas previas la competición ya tuvo que hacer frente a diversas situaciones que no hicieron más que poner en duda su capacidad para volver a la actividad. Por un lado, a comienzos de junio una serie de jugadores expusieron su idea de que el regreso de la NBA distraería la atención del movimiento Black Lives Matter que inundó Estados Unidos para protestar contra el racismo y la brutalidad policial (jugadores como Dwight Howard o Patty Mills han dado a conocer que donarán a esta organización su sueldo correspondiente a los partidos que disputen en Orlando y otros muchos lucirán mensajes solidarios en sus camisetas de juego). Por otro, hasta siete franquicias (Los Angeles Clippers, Milwaukee Bucks, Sacramento Kings, Brooklyn Nets, Denver Nuggets, Phoenix Suns y Miami Heat), tuvieron que cerrar la pasada semana sus instalaciones de entrenamiento debido al positivo de algún miembro del equipo, ya fuera jugador o componente del cuerpo técnico.

Incluso a día de hoy la situación sigue sin ser nada sencilla. A mediados de la última semana la CBS, mientras que el Orlando Sentinel ponía el foco en los miles de trabajadores necesarios para el correcto funcionamiento del entramado organizado en el Walt Disney World Resort (personal de limpieza, suministro de alimentos€) y subrayaba que muchos de ellos residen en condados donde el covid-19 está atacando con especial virulencia en estas últimas jornadas. La NBA ha hecho una inversión millonaria en la burbuja de Orlando, queda comprobar si consigue que no tenga fisuras y que la temporada pueda reanudarse y finalizar con éxito: coronando un campeón.