El Real Madrid se llevó ayer un partido que le mantiene líder pero en el que el protagonista no fue ninguno de sus jugadores sino el árbitro. Primero porque pitó un discutible penalti de la defensa de la Real Sociedad sobre Vinicius que supuso el 0-1 (Ramos). Después, porque anuló el empate txuriurdin tras entender vía VAR que no habían dejado ver a Courtois el trallazo de Januzaj que suponía el 1-1-. Y casi en la siguiente jugada, por entender que Benzemá controla con el hombro y no con la mano lo que a la postre sería el segundo gol blanco. Pese al jarro de agua fría que supuso pasar del empate al 0-2, la Real siguió luchando y Merino en el '83 logró un premio que se antoja corto para los méritos de los locales.