- Quiso que su gesto solidario se quedara en el anonimato, pero no tuvo otro remedio que utilizar su condición de futbolista de fuste para denunciar una situación de indudable contenido racista.

Keita Baldé, delantero del Mónaco nacido en Arbuicies (Girona) hace 25 años, de origen senegalés y criado en La Masía, gestionó a través de la activista ilerdense Nogay Ndiaye, también de origen senegalés, la contratación de varios hoteles en Lleida, con pago adelantado, para albergar a un grupo de 200 temporeros que acuden a la zona para la recogida de la fruta. Ante la negativa de los hosteleros a proporcionales alojamiento, Keita Baldé acudió a los medios de comunicación para airear el caso. No se quedó sólo en la denuncia. Keita Baldé alquiló un inmueble en Lleida para acoger a unas 200 personas que estaban durmiendo en el Centro Histórico de la ciudad catalana, según cuenta la plataforma Fruita amb Justícia Social.

El exfutbolista azulgrana llegó a un acuerdo con el propietario de un edificio deshabitado de tres plantas del barrio de la Mariola para arrendar el inmueble, que ahora tendrá que acondicionar para los temporeros dando de alta suministros básicos como el agua y la electricidad, arreglar los baños, e instalar colchones y duchas. La voluntad es que los trabajadores agrarios puedan instalarse a más no tardar el jueves. “Esta misma noche los temporeros ya podrán disponer de la cena; yo mismo me ocuparé de que no les falte de nada”, dijo el jugador, que además ha enviado dinero, ropa y comida para los temporeros y un mensaje a todos los demás: “que el color de las personas no sea un problema, ya que lo importante son los valores y el corazón que se tiene”.

“Tenemos que protegernos entre nosotros y no comerse la tarta uno solo. Si una persona está ayudando a 200 personas con un hogar, comida y ropa, imaginad cuántas cosas podríamos crear y dar como ciudadanos si nos juntamos cinco”, añadió Keita.

Nogay Ndiaye lamenta sin embargo que esta situación se repite en Lleida año tras año. “Sabemos que hay un racismo brutal pero parecía que el fútbol era el único medio que abría un poco las puertas”, dijo la activista, y al parecer no le falta razón.

Los arranques de genio de este futbolista gerundense vienen de lejos. Fue un chaval revoltoso, demasiado para un club donde prima la disciplina. Keita llevaba 300 goles en las categorías inferiores del Barça cuando fue seleccionado en 2010 para una gira por Catar. Allá tuvo la ocurrencia de gastar una broma a su compañero de habitación metiéndole cubitos de hielo en la cama. El club le castigó cediéndole al Cornellà. Su reacción fue visceral y al año siguiente se plantó. No quiso renovar con el Barça y entre las ofertas que tuvo aceptó, a sus 16 años, la del Lazio, que en 2017 le traspasó al Mónaco por 32 millones de euros.