etenta días después, en plena desescalada, recién estrenada la segunda fase, todos amnésicos. Perdida la memoria. Que parece que no haya sido para tanto cuando apenas mes y medio atrás estábamos todos acojonados. Cientos de miles de infectados, 25 mil muertos -dos mil arriba o abajo, nada, dos mil cruces, dos mil familias-, la ruina económica para medianos empresarios, el desamparo del autónomo y un caos económico generalizado a la vuelta de la esquina del que habrá que ver de qué manera salimos y, sales a la calle, escuchas, miras y ves y… ¡Como si no hubiera pasado nada! Esa es, también, la fuerza del ser humano, capaz de echar la vista adelante y superar crisis y adversidades en dos suspiros.

Opinan los montañeros que el éxito no supone llegar a la cima de la montaña, sino bajar sano y salvo alcanzado el objetivo inicial. El éxito principal supone regresar vivo a casa. Copiemos. En cuanto lleguemos al campo base podremos relajarnos. Aún falta.

Tomás Lacalle Usabiaga, bombero de 49 años, su mujer Inma y el hijo de ambos, Iker, han compartido los 84 metros cuadrados de su domicilio del barrio de Lakua cumpliendo a rajatabla lo que las autoridades sanitarias habían ordenado. “El primer arreón lo hemos pasado con nota”, opina Tomás, “la sociedad se ha comportado. Les toca a otros, a ellos -la clase política, los dirigentes- responder en consonancia para estar a la altura”. Lacalle cree que olvidamos pronto -“tenemos esa capacidad”- y nos recuperamos enseguida. Es hora de volver a la normalidad, abrir las puertas, recuperar la vida y “que el mundo eche a andar”. Pero es preciso mantener la distancia y observar las “máximas condiciones de limpieza e higiene”. Porque el virus continúa entre nosotros; “no debemos relajarnos”.

Tomás, suboficial del cuerpo de los bomberos forales de Álava, asumió el mando durante el confinamiento. Limpieza y cocina “eran cosa mía”. El matrimonio trabajó desde el ordenador desde el primer día de confinamiento, el 13 de marzo. Tres días después, casi al unísono, notaron los primeros síntomas. “Que si fiebre, tos seca, dolor de garganta y pérdida del gusto y del olfato”, recuerda. La mujer cogió neumonía y la devolvieron de urgencias para encerrarse en casa. Factor de riesgo y “aislada del todo”. Contacto cero. “No desarrollé la enfermedad”, dice Tomás, “pero tuve todos los síntomas”. El 29 de marzo dio positivo. Le detectaron anticuerpos en la prueba serológica a la que fueron sometidos sanitarios, policías locales, ertzainas y bomberos. El chaval, que había estado en la manifestación del día 8, “pasó un par de días con fiebre y catarro”. Familia unida y contacto cero. ¡Menudo panorama!

Tuvo que esperar un mes para incorporarse. A finales de abril, a partir del 25, la primera guardia presencial al frente del equipo de Nanclares. En casa, con el ordenador, la carga de trabajo “tiene que ver con la gestión del parque y el repaso de documentación”. Menos, con la cuestión operativa y maniobras, “lo que nos gusta a todos”. La crisis del corona virus ha rebajado la carga de trabajo práctico en incendios y accidentes de tráfico. “Nos ha tocado desarrollar un plan de desinfección en áreas comunes y residencias en los pueblos y juntas administrativas de cada cuadrilla”.

En casa, tanto tiempo encerrado, oficialmente de baja, confinado y aislado, los días pasaban al galope. El trabajo profesional, online, ordinario y formativo: incidencias y dinámicas del parque de a diario y “un curso tras otro en materia de PRL, corona virus y formación personal y profesional”; el DTE, B -rango superior-, acerca de extinción con recursos de todo tipo, y doméstico: cocina y limpieza. “La verdad”, me dice sin darse importancia, “tengo mano cocinando pero no me complico”. Desde chaval “me tocó cocinar en casa”. Eran familia numerosa. Más tarde en “la etapa de estudiante”. Y ahora en casa, donde “tengo buen género en la despensa”. Disfruta con las ensaladas y la pasta. No faltan el pescado y la carne. Le privan “los purés y las cremas”. Siempre me ha gustado comer, sobre todo “en buena compañía”. En cuestión gastronómica, Inma, “ha ido de menos a más” y el chaval “ha heredado mi buen saque”. Justo lo contrario que en el frontón. No tuvo la afición del padre. Le acompañaba cuando jugaba, llegaría a apuntarse a la escuela… “pero lo suyo no era la pala. De hecho, no ha jugado nunca”. Vino grande desde el principio. Mide 1,90 metros desde hace tiempo y “juega al baloncesto de cuatro y por fuera a veces”. Cadete de segundo año, ha disputado campeonatos de España con el Baskonia ante equipos de relumbrón. Ha sido campeón de Euskadi con el equipo de primer año.

Para títulos, los del padre. Tomás ha sido campeón de España y de la Copa del Rey con el Puertas Bamar de Iscar. Ha ganado títulos de Liga Vasca con SergioMartínez y MikelOtero. Ha sido campeón de Euskadi con TxestoOlano y ha jugado y ganado Mundiales y Copas del Mundo. La pala no tiene secretos. Todavía en activo, no obstante, “la mayor parte del tiempo me ocupan los jóvenes del club y de la selección”. Coordina el grupo de jóvenes federados del club Adurtza, que son chicos “que lo habrían hecho muy bien en el GRABNI”, torneo con el que comenzó el confinamiento y la cuesta abajo. Eneko, Viteri, Aketza, Agirre, Sánchez… chavales del club y Laudio “con los que he mantenido contacto estos meses mediante mensajes, rutinas físicas y mucho vacile”.

El regreso no será sencillo. Las instalaciones, el dinero de las instituciones… “Estamos en sus manos”, dice resignado, “lo vamos a pasar mal”. Mientras, en el club no han perdido el tiempo. El presidente OrlandoGaviña, SergioMartínez“y alguno más”, han ido dando forma a un proyecto de club para los nuevos tiempos en los que los más jóvenes, Pinedo, Vacas -impresionantes ambos…- y algún otro jovencito de no más de 15 años, tomarán el testigo de los veteranos.

Terminó la cuarentena. Iker anduvo ocupado terminando el cuarto curso de la ESO. Inma repasando las asignaturas con sus chavales de sexto de EGB de la ikastola de Ibaiondo. Tomás más activo que nunca. Peleando, echándole valor y desinfección al virus desde su puesto de “amo de casa” y bombero mientras sonaban The National, The White Buffalo, Kings of Leon y Van Morrison, ¡el negro norirlandés! La música no paró. Los clásicos y el indie country rock y las revistas técnicas y prensa diaria. Fulminando virus todo el rato.