- La interrupción por el coronavirus llegó justo cuando arrancaba la temporada de emisiones ciclistas en ETB.

-Sí, puede decirse que sí. Íbamos a empezar con la Volta a Catalunya. Venía después alguna clásica que teníamos pendiente de confirmación. Y la apuesta por la Itzulia era importante. Para más adelante teníamos también el Giro, la Vuelta a Suiza, el Tour... Estaba todo en el horno.

¿Cuál es la situación ahora mismo? ¿Se sigue negociando la adquisición de derechos? ¿También está todo parado en lo audiovisual?

-Este es un tema que lleva desde la dirección de deportes de ETB Joseba Urkiola. Con él, la apuesta por el ciclismo resulta total. El propio Joseba nos va ofreciendo información, a veces oficial y otras veces extraoficial, de lo que se mueve. Y lo que sí sé seguro es que ha estado negociando derechos televisivos incluso a largo plazo. Si se confirman las novedades que, a este respecto, pueden estar gestándose, nos encontraremos ante una muy buena noticia para los aficionados vascos al ciclismo. Más no te puedo adelantar. Solo que la apuesta txirrindulari de ETB se va a fortalecer.

¿Cómo es el mercado audiovisual en el mundo del ciclismo?

-A grandes rasgos, hay tres grandes paquetes. Para empezar, el de ASO, la empresa organizadora del Tour, que te vende el propio Tour, París-Niza, Dauphiné, Lieja, Roubaix y Flecha Valona. Puedes adquirirlas todas en su conjunto o solo algunas. Luego está RCS, la compañía del Giro, que también comercializa los derechos de Strade Bianche, Milán-San Remo y Tirreno. Y finalmente hay varios grupos, más pequeños, que sitúan en el mercado sus respectivas carreras. De ellos, quizás el más relevante sea Flanders Classics, una empresa belga que promueve las clásicas flamencas.

¿Es difícil centralizar los derechos, como sucede en otros deportes?

-En su día hubo un intento al respecto de un operador chino, Wanda. Pero aquello no cuajó. Quienes tienen y venden los derechos de las carreras son, en líneas generales, las empresas que te citaba ahora.

La pregunta del millón. ¿Se va a poder competir este año?

-Quiero ser optimista, pero esto lo sostengo con el corazón. Si hablo con la cabeza, te diré que tengo mucho miedo a muchas cosas.

Como la temporada no se reanude...

-A nivel ciclista, el desastre puede resultar impresionante. Pero yo aquí soy muy crítico, porque entiendo que esta crisis se está desaprovechando como oportunidad para revolucionar el modelo de negocio del ciclismo. Hablamos de una fórmula actual obsoleta, creada por las grandes organizaciones (RCS y sobre todo ASO), que convierte al ciclismo en el único gran deporte cuyos equipos no se llevan un solo euro de los derechos que adquirimos las televisiones. Y cuando cito a los equipos me refiero, indirectamente, a los ciclistas, que tampoco ven nada de ese dinero. Todo recae en las empresas promotoras. Resulta imprescindible cambiar esto.

¿Es el momento de hacerlo?

-Los cambios no suelen darse en épocas de bonanza. Así que esta crisis, como suele suceder con todas, supone un buen momento para intentar esa revolución. Hablamos de una situación en la que se encuentran la mayoría de sectores en el mundo, una lucha entre patronal y sindicatos. Aquí la patronal sería el Tour de Francia, prueba que, según se estima, significa para los equipos entre un 65% y un 70% de su exposición anual. ASO sabe que tiene el poder, la sartén por el mango, porque muchos presupuestos en el pelotón dependen de esa visibilidad. Los trabajadores, mientras, serían los propios equipos. Y los ciclistas, claro.

Entiende injusto el panorama.

-Es que al espectador no le importa si el director del Tour es Prudhomme o cualquier otro, por muy bien que se organice la carrera. El espectador quiere ver a los corredores. Y sin embargo estos, los verdaderos protagonistas, no reciben ni un euro de la venta de los derechos de televisión. ASO nunca ha publicado cifras a este respecto. Pero seguro que se embolsa un dineral.

¿Por dónde pasa la solución?

-Los equipos deben dar un paso adelante. Brailsford (Ineos), Lefevere (Deceuninck) o Unzúe (Movistar) han comentado sus cosas. Pero hay miedo a levantar la voz, hasta el punto de que, a día de hoy, parece incluso utópico romper las fuerzas vigentes en el ciclismo, muy desequilibradas. Mira al propio Lefevere. Sabe lo que necesita este deporte, porque lo expuso. Y sin embargo ha declarado hace poco que este no es el momento para plantar cara al Tour. Sí lo es. Las crisis lo son. Se necesita perder ese miedo. Y unión. Unión entre los equipos.

"Los equipos deben unirse y levantar la voz, pero existe mucho miedo y, hoy día, parece utópico romper las fuerzas vigentes"

"Los cambios suelen darse en tiempos complicados, no en los de bonanza; esta crisis es una oportunidad que se está desaprovechando"