a Fórmula 1 ofrece estos días noticias que encajarían en guiones de ciencia ficción. Bernie Ecclestone, expatrón de la F-1, anuncia que será padre a sus 89 años. Su esposa, Fabiana Flosi, de 41 años, dará a luz al cuarto hijo del multimillonario. "Esperamos que aprenda a jugar pronto al backgammon", bromea el abuelo Bernie, con cinco nietos a los que abrazar. "No entiendo por qué tanto escándalo", dice sorprendido. "Hace tiempo que no trabajo. ¡He tenido tiempo para practicar!".

En el equipo Red Bull el surrealismo llegaba de la mano del asesor del equipo Helmut Marko, que tuvo que aclarar una palabras que, con las matizaciones incluidas, siguen generando asombro, porque su discurso no dejaba demasiado margen a la interpretación: "Tenemos cuatro pilotos de F-1 y ocho o diez juniors. La idea era organizar un campamento donde pudiéramos pasar este tiempo muerto juntos, mental y físicamente. Y habría sido ideal para que llegara la infección. Son todos hombres jóvenes, fuertes y sanos. Y así podríamos haber estado listos para lo que venga en un campeonato que será muy duro", expresaba en el canal austriaco ORF. Sí, "habría sido ideal para que llegara la infección" de coronavirus. Una bendición de asesor. "Nunca enviaría a mis hijos voluntariamente a la guerra", trató de rectificar.

Luego está la situación de la Fórmula 1 en general. Esta parece otro componente de un film del género de ficción, pero no es más que otro agente de la cruda realidad que atiza al planeta. Tras el esperpento de apurar el inicio de la temporada hasta unos minutos antes de ponerse en marcha una primera carrera finalmente suspendida -habiendo entonces incluso un positivo por covid-19 en el paddock y varias personas en cuarentena-, porque el dinero manda, ahora llegan las consecuencias de no correr.

McLaren ha sido la primera escudería -y por ahora única- en anunciar medidas: un expediente de regulación de empleo temporal. Carlos Sainz y Lando Norris -que se ha rapado la cabeza tras recaudar 12.000 dólares para la lucha contra la pandemia en un streaming con 30.000 espectadores- han reducido sus sueldos, y muchos trabajadores quedan suspendidos de sus tareas. Se desconocen las cifras. Eso sí, la marca desarrolla equipos de protección sanitaria.

Respecto al calendario, las dudas son mayoría. Hasta la fecha, hay ocho carreras suspendidas. La primera que aparece en el calendario es el Gran Premio de Canadá (12-14 junio). Aunque, según el tabloide Bild se contempla que el campeonato arranque en Gran Bretaña (17-19 de julio). De ser así, se podrían celebrar quince carreras para cerrar el curso el 6 de diciembre en Abu Dhabi. En este caso, se rescatarían las citas aplazadas de China, Países Bajos, Austria y Vietnam, mientras que quedarían fuera Australia, Bahréin, España, Mónaco, Azerbaiyán, Canadá y Francia. Este se antoja como un escenario optimista, ya que la F-1 también baraja un programa reducido a alrededor de diez carreras.

Una confirmación es el retraso de la entrada en vigor de la nueva normativa de la F-1. El cambio de reglamento, con sus especificaciones técnicas, estaba previsto para 2021. A fin de reducir el gasto de investigación y fabricación de los equipos, especialmente para favorecer a las escuderías más modestas, las modificaciones se introducirán en 2022. Si bien, se debate sobre retrasar hasta 2023 la introducción de las novedades que pretenden captar igualdad, y por ende emoción, para la competición.

Los equipos menos poderosos reclaman detener la evolución. Además, exigen límites presupuestarios en los cursos venideros que doten de capacidad de ser competitivos. El techo salarial, fijado para 2021 en 155 millones de euros, representa la clásica guerra entre clases, que enfrenta los intereses económicos con el concepto de igualdad. Estas medidas están siendo valoradas por la F-1, que es probable que, para comenzar, imponga la congelación en el desarrollo de los motores para reducir el gasto. Aunque ya se sabe: los más pobres solo suelen ganar en las películas.

Mientras tanto, el vigente campeón, Lewis Hamilton, pasa las horas "leyendo mucho" y filosofando más. "Es una locura que el mundo se haya parado y que veamos cómo los cielos se limpian. Quién sabe por qué todo esto está pasando justo ahora, pero da para pensar mucho", manifiesta, filantrópico. Palabras que evocan al pasado, cuando un discurso similar fue catalogado de hipócrita, con el argumento de que es una de las personas que más kilómetros realiza en avión al cabo del año, y su profesión consiste en competir a bordo de los coches que más combustible queman.

Debates al margen, Hamilton advierte de la superpoblación del planeta y sentencia: "Nos hemos descontrolado como raza". Cada loco, con su tema. Todas estas palabras desembocan en una reflexión final: "Tenemos muchos cambios que hacer: en nuestros hábitos, en las decisiones que tomamos, en cómo consumimos... ¿Cómo podemos cambiar como raza cuando estamos empeñados en actuar de determinadas maneras? Ojalá esta pandemia global pueda ayudarnos a todos a cambiar a mejor". Esta última frase sí genera consenso. Es el anhelo de todos. El Gran Circo, en lo que le concierne, busca ser la mejor competición posible dentro del crítico contexto que vive el planeta. Una situación que demuestra que la realidad puede superar a la ficción. También en la F-1 y su entorno.

Dorna, empresa organizadora del Campeonato del Mundo de MotoGP, ha anunciado que ayudará económicamente a los equipos privados. Cada estructura recibirá 250.000 euros mensuales en abril, mayo y junio, a fin de paliar los efectos de la crisis causada por el coronavirus. La cantidad, ofrecida a seis equipos, asciende a 4,5 millones de euros. Asimismo, también recibirán ayudas los equipos de las categorías de Moto2 y Moto3.

La F-1 baraja dos calendarios: el optimista aboga por quince carreras y en el peor de los escenarios se espera celebrar unas diez pruebas