uando el Movistar Team decidió poner en la carretera una sección femenina llamada a ser referente mundial del ciclismo, creación que se plasmó en 2018, el equipo incorporó, entre otras, a Eider Merino (2-VIII-1994, Balmaseda). La excorredora del Lointek, donde debutó como profesional en 2013, desembarcaba con la vitola de prometedora escaladora. Llegaba con un interesante botín: en 2014 se impuso en la clasificación de jóvenes de la Emakumeen Bira y un año después fue tercera en La Classique Morbihan, el mejor resultado hasta entonces de una corredora estatal en una prueba profesional internacional. Con sus actuales 154 centímetros y 40 kilos, Merino es la realidad que prometía. Ese mismo año de desembarco en la escuadra telefónica se ciñó el maillot de campeona de España en ruta.

"Es una de nuestra referentes para las generales de las vueltas más duras. Es una escaladora pura quien a pesar de su ligereza se defiende muy bien en la crono. Su regularidad y sus capacidades para la escalada le dotan de solidez en los terrenos más montañosos". Así la describió su mánager, Sebastián Unzué, cuando en 2019 decidió renovar el contrato de la balmasedarra, novena en la última edición de la Bira y decimosexta en el Giro Rosa, la cita más relevante por etapas del ciclismo femenino. 2020 se antojaba chispeante para Merino y un Movistar transformado ya en referente del pelotón internacional. Pero el coronavirus ha puesto el freno.

Merino, sin embargo, no se baja de la bicicleta en esta época de enclaustramiento que conduce a la reflexión. "Estos días me he dado cuenta de que no me gusta la bicicleta; lo que me gusta es el ciclismo, la libertad que me da este deporte", confiesa. Entre paredes, el viento no corta un rostro privado de sensaciones y de paisajes que amenizan el pedaleo, que entre hormigón se vuelve constante, sin descanso, con el rodillo, estático, movimiento robotizado, sin emociones y el sudor corriendo. "El rodillo es muy diferente a la carretera. Es muy duro. Se hace pesado. Una hora y media de rodillo intenso son como cuatro horas en la carretera", ilustra, no obstante, admite que "los entrenamientos ayudan a evadir la mente". Ofrecen un rebufo al deshojar los días en una resta que lleva de nuevo a "la libertad".

Respecto al impacto de este parón, Merino reconoce cierta fortuna. "Tengo la suerte de que tendría que haber empezado a competir en abril, y para mí estos días están siendo más de no perder el tono físico que de ponerme en forma", explica. "Además, soy una corredora que recupera rápido la forma", celebra, con el anhelo de pisar las cunetas. Si bien, ignora cuándo volverá a competir. "Quizás en junio, pero nadie lo sabe. Tampoco sabemos cómo quedará el calendario", apunta.

De poder regresar a la competición en junio y si el programa no se alterase, lo cual se antoja complicado, podría verse en el Giro Rosa. "El principal objetivo ahora mismo es volver a la carretera, pero es cierto que todo deportista desea progresar. Para mí sería un sueño verme en el Giro, la carrera más importante, entre las mejores. Mi sueño sería saber que puedo estar ahí, con opciones de ganar, aunque no gane; estar entre las favoritas es mi mayor ilusión", señala, aunque lo hace abrazada a la prudencia. "Espero seguir evolucionando y que ese momento llegue algún día", comenta. Y añade, bromeando: "Las corredoras de países que están pasando por el aislamiento igual cuando nos dejen salir no paramos de pedalear y salimos tan fuertes o más que las que han podido entrenar". Las ganas también mueven las piernas.

Para sobrellevar el encierro, Merino desata su afición por la cocina, de la cual se benefician sus aitas, y el dibujo. "Cuando viajamos con el equipo no me dejan cocinar porque está todo muy medido por nuestros cocineros, pero sí me llevo mi cuaderno y mis pinturas, aunque más que pintar me gusta colorear", matiza. Porque a este "culo inquieto" poco le satisface el sofá y la manta. "Alguna que otra serie veo, pero me canso muy pronto. Soy muy activa", dice sonriendo.

Merino apaga la luz de su sonrisa para acordarse del mundo. El deporte es marginal. "Lo que está pasando es como el atropello de un ciclista: nunca crees que te pasará, hasta que sucede. Hasta que no te toca, lo ves lejano. Me levanto de la cama y pienso que es una pesadilla. Cuesta creer. La gente está perdiendo a sus seres queridos. Quiero mandar ánimos. Todo esto pasará". Es el camino hacia la libertad que es recuperar las vidas. La de Eider Merino. La del mundo. Aunque muchos no volverán. Pero serán recordados.

"Me levanto de la cama y pienso que es una pesadilla. Quiero mandar ánimos; esto pasará"

Corredora del Movistar Team

"Lo que está pasando es como el atropello de un ciclista: nunca crees que te pasará; hasta que no te toca lo ves lejano"