el Deportivo Alavés cumplió noventa y nueve años el pasado jueves inmerso en una época de efervescencia por causa de un movidito mercado de invierno, el más importante en los últimos tiempos. Los cumple en medio de la incertidumbre sobre la composición final de su plantilla, y aunque quedan pocos días para el cierre todavía no sabe a ciencia cierta con qué jugadores va a contar definitivamente. Y los cumplió en plena posesión de sus facultades deportivas y financieras. Vamos, que a pesar del tiempo vivido está en el mejor momento de su dilatada existencia, como si no hubieran pasado los años por él. Es más que probable que alcanzando la vejez uno vaya perdiendo en fuerza y vitalidad, pero en este caso parece haber ocurrido al contrario. En fin, lo malo no es llegar a tener tal cantidad de años, sino no llegar a acertar a comportarse de manera adecuada o resignadamente; y comprender que el bienestar se encuentra en no aspirar más allá de lo sensato. Es decir, que no hay que cometer los errores de mucha gente, que quiere llegar más lejos de lo que la razón impone. O sea, que el Alavés tiene que aspirar a lograr la salvación tan pronto como sea posible. A cierta edad lo que hace falta es saber vivir con los pies bien pegados al suelo y no pedir lo imposible.

El club ha previsto realizar una serie de iniciativas que acompañarán al equipo durante el año que acabamos de estrenar. Para empezar, el sábado pasado, antes del encuentro ante el Villarreal, se celebraron algunos actos cuyo objetivo era resaltar el aniversario y divulgarlo para reafirmar el vínculo del club y equipo con la afición. En primer lugar, se colocó una enorme bandera en los bajos de Cervantes y se mantendrá en ese punto de manera permanente. El acto lo amenizó la Coral Manuel Iradier que entonó a capela el himno albiazul y que fue acompañado tímidamente por el público que asistió al evento, aunque algunos quisieron ser protagonistas cuando no tocaba. Coincidiendo con la salida de los jugadores al terreno de juego, se creó un mosaico con miles de banderas como la izada por la mañana pero de plástico y de tamaño muy reducido, al mismo tiempo que un pequeño espectáculo pirotécnico iluminó por un momento la tarde que terminó siendo muy sombría para los albiazules.

Los aficionados, en sentido figurado y siguiendo la costumbre, habrán soplado las velas pidiendo un deseo para que el humo se eleve hasta el firmamento y que los dioses lo puedan hacer realidad. No es difícil imaginar qué es lo que habrán pedido con vehemencia todos y cada uno de ellos. Si ha sido el triunfo ante el conjunto levantino, los dioses no han estado muy acertados. Pero seguro que muy por encima de este anhelo, está el celebrar el centenario del club en Primera División. No obstante, para conseguir este objetivo mucho tendrán que cambiar las cosas durante la temporada para que no se produzca lo contrario de lo que se pretende. No vale con que el Alavés le gane la posesión de balón al Villarreal, algo inusual si nos ajustamos a lo que proponen ambos conjuntos.

El no conseguir ganar desde el 9 de noviembre en Mendizorroza ante el Valladolid, nos podría hacer pensar en un cambio de tendencia si nos atenemos a los resultados alcanzados por el conjunto albiazul. Hace un tiempo nos felicitábamos por los buenos resultados cosechados como locales, pero ahora parece que hay que esperar a jugar a domicilio para verles conseguir la victoria. En lo que no se aprecian atisbos de cambio es en el apartado de las sustituciones que realiza Garitano. Los cambios son siempre los mismos. Luis Rioja es el jugador que más veces ha ido camino de los vestuarios antes de tiempo en el equipo alavesista, se lo haya merecido o no; de las quince titularidades que ha disfrutado ha sido sustituido en trece (Copa incluida). El siguiente de la lista es Aleix Vidal, sustituido en once ocasiones pero habiendo sido titular en 19 encuentros. Pero a diferencia de su compañero Rioja, que es el primer cambio sobre el minuto 60, él lo hace hacia el 80, cuando el encuentro se aproxima a su fin.

En resumidas cuentas, que con lo bien que discurría el día estaba claro que alguien la tenía que fastidiar al final. Un mal pase horizontal, un desajuste defensivo y el remate de un Niño lo cambiaron todo. Algo parecido a lo ocurrido al principio. Y lo que pudo ser un estupendo día se convirtió en una tarde amarga, con el abandono del estadio por parte de los aficionados antes de tiempo. Ya solo quedan cuatro días para modificar, o no, la plantilla y el asunto del mediocentro (y algún otro) sigue de momento en punto muerto. Algo hay que hacer para cambiar esta regresión inquietante; por lo menos que no sea por no haberlo intentado.