Football Leaks es una página web que nació en los inicios de 2015 y que ha sido actualizada hasta comienzos de 2019. La plataforma digital fue creada con espíritu de denuncia: “Prácticas ilícitas que afectan al mundo del fútbol”. Es el WikiLeaks del balompié.

Durante el ciclo de operatividad, el espacio ha sacudido la industria del fútbol. Por ejemplo, publicó información que acreditaba evasiones de impuestos de figuras como Leo Messi, Cristiano Ronaldo o Jose Mourinho, entre otros; ofreció pruebas que revelaban movimientos irregulares del Manchester City y el Paris Saint-Germain para violar el reglamento del juego limpio financiero, asunto que involucraba al actual presidente de la FIFA y entonces secretario general de la UEFA, Gianni Infantino, o al que en ese momento ejercía de presidente de la UEFA, Michel Platini, quienes presuntamente negociaron con ambos clubes, en reuniones secretas, fórmulas que permitieran sortear las normativas; también desenmascaró un supuesto positivo por dopaje del capitán del Real Madrid, Sergio Ramos, en la final de la Champions League de 2017; asimismo proporcionó detalles sobre el acuerdo económico extrajudicial entre Cristiano Ronaldo y la modelo Kathryn Mayorga por un supuesto caso de violación.

Estas son algunas de las revelaciones de Football Leaks que han conducido a la detención del creador de la plataforma, que será juzgado por 93 delitos. La otra cara de la moneda es que, basándose en la documentación de la plataforma, fiscalías de nueves países, entre los que están España, Francia, Reino Unido, Bélgica o Países Bajos, han abierto investigaciones y procesos judiciales para castigar irregularidades.

El artífice de Football Leaks, el portugués Rui Pinto, de 31 años, titulado en Historia y parlante en cinco idiomas, es un amante del fútbol -más tarde, su azote- que, según explicó a la publicación Der Spiegel, deseaba destapar “un sistema extremadamente corrupto controlado por tres o cuatro agentes”. Con los años se ha transformado en el anuncio de los mayores escándalos. Pero, su proceder, autoproclamado robinhoodiense, tendrá consecuencias.

Pinto fue arrestado en Hungría, desde donde operaba, el 16 de enero de 2019 a través de una orden de detención europea y entregado a las autoridades de Portugal el posterior 21 de marzo. Ahora se cumple un año de su ingreso en prisión preventiva. En la celda ha conocido la decisión del Tribunal de Instrucción Criminal de Lisboa, dictada el pasado 17 de enero: será juzgado por 68 delitos de acceso indebido, 17 de violación de correspondencia, seis de acceso ilegítimo, uno de sabotaje informático y uno de intento de extorsión. Si bien, el juicio reduce los supuestos delitos a 93, dado que la Fiscalía General de Lisboa le acusaba de 147.

más de 500 víctimas La Fiscalía considera que Pinto hizo uso de “conocimientos técnicos y equipos adecuados que le permitieron acceder, de forma no autorizada, a sistemas informáticos y bandejas de correo electrónico de terceros” para obtener información con la que nutrió a la plataforma digital. Entre las entidades a las que, al parecer, accedió Pinto para apropiarse de documentación se encuentran clubes como Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Manchester City, Juventus, Inter de Milán, Sporting de Portugal, etcétera; federaciones, como la portuguesa o la inglesa; despachos de abogados, instituciones públicas, la propia Fiscalía portuguesa e incluso la FIFA. El poder judicial luso estima que puede haber unas 500 víctimas.

A medida que Football Leaks fue publicando documentos, Pinto asegura que fue ganando cómplices. Entre ellos estaba una red de medios de comunicación denominada Colaboradores de Investigadores Europeos (EIC, por sus siglas en inglés), conformada por distintas cabeceras europeas y con el alemán Der Spiegel a la cabeza, y que ejercieron de altavoz de Football Leaks, una vez que investigadores de los medios contrastaron las informaciones vertidas por la plataforma digital. Se calcula que Pinto trasvasó 70 millones de documentos al consorcio EIC. Rui Pinto poseía 27 terabytes de datos. Un mes antes de ser detenido en enero de 2019, Pinto explicó a Der Spiegel que puso en marcha, sin fines lucrativos, “un movimiento espontáneo de revelaciones sobre la industria del fútbol”. “Con el tiempo, se agregaron más y más nuevas fuentes, que compartieron material conmigo, y la base de datos creció. Entonces, no soy el único involucrado”. En la entrevista, Pinto denunció que estuvo “recibiendo amenazas de muerte masivas”.

apoyo multitudinario Desde que fue encarcelado, miles de voces protestan por la detención. En estadios de Alemania o Portugal se han extendido pancartas reclamando la libertad del considerado pirata informático, acusando además de “mafia” a las organizaciones del fútbol. Existe un movimiento internacional denominado Free Rui Pinto o una petición pública en la web lusa petiçaopublica.com, que ha reunido más de 14.600 firmas, exigiendo la liberación. “Alguien que desenmascara, que lucha por la igualdad y contra la corrupción, no merece ser juzgado. Sí merece una estatua y el apoyo de todos los portugueses, incluidos los que lo juzgan. Apoye a Rui Pinto para que pueda continuar trabajando y desenmascarar a todos los corruptos”, reza el espacio digital.

El expresidente del Comité de Gobierno de la FIFA, Miguel Poiares Maduro señaló, en declaraciones para RTP3, que “la imagen que se da es preocupante”, ya que “la única preocupación y el único aspecto que se está investigando es la práctica de crímenes por parte de Rui Pinto y parece que se ignora todo lo que le rodea”. Esta postura compartió la eurodiputada lusa Ana Gomes. “Rui Pinto puede ser un delincuente, pero los grandes delincuentes están ahí fuera. Es una persona con habilidades informáticas excepcionales que colaboró con la Justicia de varios países. No entiendo cómo la Justicia portuguesa no le pidió que cooperara. Rui Pinto es un denunciante, incluso si ha cometido delitos, y debe ser puesto al servicio del Estado si este quiere ir detrás de un delito mayor”, proclamó en Lisboa, durante una conferencia sobre la protección de denunciantes.

El propio Pinto se considera “una especie de prisionero político”. Afrontando la prisión preventiva, permaneció seis meses en aislamiento, sin contacto con otros reclusos, fue despojado de su diario personal y a Der Spiegel se le prohibió entrevistar al preso. Más adelante, las autoridades concedieron el permiso. “Las autoridades me atribuirán muchos delitos que no he cometido. Pero no delataré a nadie. Dudo que tenga un juicio justo. El caso terminará en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, porque a Portugal le importa un bledo la protección de los alertadores. Acepto que algunos de mis actos pueden ser considerados ilegales y me pronunciaré al respecto. Pero sostengo que muchas de las cosas que se mencionan no se hicieron ilegalmente”, dijo, antes del anuncio del juicio.

‘football leaks’ se silencia El 5 de diciembre de 2016, el diario El Mundo, miembro de la red Colaboradores de Investigadores Europeos, dio a conocer la sentencia del juez Arturo Zamarriego que impedía a la comunidad EIC publicar informaciones hasta que se cerrara “la investigación legal de su obtención”. Reporteros sin Fronteras valoró la decisión como “un intento de censura de escala continental”. El mismo juez imputó al director y tres periodistas de El Mundo por supuesta revelación de secretos. La denuncia se archivó al llegar las partes a un acuerdo que impedía la difusión de datos de Football Leaks.

En 2018, la Comisión Europea propuso amparar a quienes descubran secretos que favorezcan el interés general. Asimismo, encargó un estudio que determinó que la Comunidad Europea deja de ingresar entre 5.800 y 9.600 millones de euros anuales por delitos que no trascienden por la falta de protección de quienes pueden actuar de delatores. En 2019 se aprobó una ley de protección. La diputada del Parlamento Europeo Virginie Rozière impulsó el cambio con el ejemplo de Football Leaks: “Escándalos recientes como LuxLeaks, los papeles de Panamá o Football Leaks demuestran la enorme precariedad que sufren los delatores”.

Pinto lleva un año entre rejas y se expone a una pena de 25 años de prisión. ¿Es un criminal o alguien imprescindible? ¿Tal vez ambos? El sujeto responde: “No soy un hacker, soy un ciudadano que ha actuado para el bien del interés público”. Quizá, como dice, “el fútbol es intocable y las autoridades lo protegen porque es de alto interés público”.