viendo el palmarés que tienen algunos jugadores en determinados equipos, considero que hay un buen número de ellos que están hechos para grupos con características concretas de juego o de una idiosincrasia definida. Es lo que se me ocurre para explicar lo poco que ha funcionado algún que otro deportista en ciertos clubes después de haber dejado el que los vio triunfar. Esto también se puede extrapolar al terreno de los entrenadores. Tras pasar por unos cuantos clubes levantinos en Segunda y Segunda B, Asier Garitano cogió al Leganés en esta categoría en la temporada 2013-14; al final de ese curso celebraba ya con sus aficionados el ascenso. Y no contento con eso, dos años después lo llevaba a la Liga Santander por primera vez en su historia acompañando en el viaje al Deportivo Alavés tras su triunfo en la última jornada. Tras dos temporadas en la máxima categoría, en las que pasó apuros para mantenerse en ambas (ocupó tanto en una como en otra el puesto diecisiete), abandonó el club que tanto le había dado, y al que se había entregado en cuerpo y alma, tras cinco sobresalientes temporadas para probar suerte en el equipo de su tierra.

Durante esos cinco años, Garitano se convirtió en un símbolo del Leganés, idolatrado por la grada, y sustituirlo no ha resultado fácil. Incluso fue nombrado Hijo Adoptivo de la ciudad. Desde su llegada, el club ha crecido en todos los aspectos y goza de salud económica, hoy en día no tanto deportiva, pues han pasado ya tres entrenadores y se han aferrado con perseverancia a un puesto de descenso desde el inicio. Es bueno que todo el mundo quiera progresar en su trabajo, en la vida en general, por lo que el técnico bergarés creyó que ya había madurado como entrenador y había acumulado la experiencia suficiente para embarcarse en empresas más complicadas en equipos de mayor envergadura. El club pepinero así lo entendió y le deseó suerte en su nueva etapa a un entrenador con el que tuvo siempre un trato exquisito. Pero todo lo que en Leganés le salía bien, en la Real Sociedad se volvió en su contra. Duró exactamente 17 jornadas de Liga (las mismas que lleva en el Alavés) y dos de Copa al frente del conjunto txuri-urdin; el sábado se cumplirá un año de su cese, tras perder en Anoeta ante los albiazules. A fecha de hoy, suma los mismos puntos que logró con la Real; quizá lleguen a ser suficientes para un club como el alavesista pero que resultaron escasos en el donostiarra, que luchaba por un objetivo más ambicioso.

Sea por la ausencias de tres titulares alavesistas, los sancionados Laguardia y Wakaso y del lesionado Pina (cuando no se logra el objetivo se tiende a echar en falta a los que no están), sea porque las evoluciones del equipo sobre el campo antaño vedado a los foráneos (a los que no daba facilidades, donde jugaba con intensidad sin dar un respiro a sus rivales) no invitaban al optimismo, el encuentro fue tedioso, impropio de un partido de Primera. A esto también ayudó un árbitro que paró el juego cuando le dio la gana para atender a unos supuestos lesionados que lo único que pretendían era perder el tiempo con su consentimiento. Además, que el portero adversario acabara el encuentro sin ser amonestado solo lo entiende el colegiado.

El equipo visitante, atrincherado en su campo y amontonando hombres en defensa, no sufrió en demasía debido a la inoperancia albiazul que no supo cómo penetrar en la maraña de jugadores diseñada por Javier Aguirre. Fue el encuentro que más posesión de balón ha tenido en toda la temporada (y el último, a buen seguro), aunque no le sirvió para nada. El Leganés le entregó el balón, y mucho campo, a un Alavés que no supo qué hacer con él. Tuvo una mayor posesión de la pelota durante el partido pero no el dominio del mismo. Y eso que su rival procuraba mantener el esférico en su poder el mayor tiempo posible; sobre todo, retardando los saques de falta, de fondo y de banda. En fin, que el partido no dio para mucho y el empate ¿premió? a ambos conjuntos.

Garitano pudo aniquilar deportivamente a su Leganés y alejarlo a doce puntos, pero un buen hijo que se precie de serlo no le hace eso a su padre. En Barcelona no confío en que se recupere algo de lo perdido el viernes y, de igual forma, con lo demostrado temo que no le llegue para ganar al Jaén en el partido de Copa de esta tarde por muy equipo de Tercera que sea. Así que, mucho tendrán que mejorar para derrotar a un rival que pondrá toda la carne en el asador para que las cuentas pendientes queden saldadas o, al menos, una parte de ellas.