Río de Janeiro - Tras la derrota por 2-0 ante Brasil de la pasada madrugada, Leo Messi concluye un nuevo torneo con sensación de fracaso, como una nueva ocasión perdida de conquistar un título con la selección argentina que se le resiste y lleva camino de convertirse en una obsesión.

Y eso que, hasta el Mundial de Brasil, Messi siguió la evolución destinada a encumbrarle en Argentina. Conquistó el Mundial sub-20, los Juegos Olímpicos con el equipo sub-23 y llegó a la final de la Copa del Mundo en su madurez (27 años). Una trayectoria impecable que, sin embargo, quedó marcada en el Maracaná -pese a ser elegido el mejor jugador del Mundial- amplificada la sensación de derrota por perder las dos siguientes Copas América (2015 y 16) en la tanda de penaltis.

Argentina sumaba veinticuatro años sin alcanzar la final de una Copa del Mundo y desde 1993 no levanta una Copa América, pero como, mientras, Messi ha ido acumulando éxitos con el Barcelona, una parte de la crítica y la afición albiceleste comenzó a dudar de él; que si no es tan bueno, que si no siente los colores, que no canta el himno, que por qué lo canta ahora...

Quizá por eso, el capitán albiceleste se ha pensado hasta en dos ocasiones abandonar la selección; tras la Copa América de Chile 2015 -de forma explícita- y, con un inquietante silencio de seis meses, después del Mundial. Pero siempre vuelve, convencido de que la próxima será la buena.

A Brasil llegó rodeado de un plantel totalmente remozado -14 de los 23 jugadores nunca habían jugado un gran torneo- y un técnico, Lionel Scaloni, apenas 9 años mayor que él, que necesitaba de igual forma el triunfo para ser confirmado en el cargo.

Messi, que deambuló durante la primera fase, apareció en el partido grande, contra Brasil. Bajó al centro del campo, creó peligro, asistió y hasta disparó al poste en una ocasión. Pero no fue suficiente.

Argentina aún no tiene claro hacia donde encaminará sus pasos. Y parece que continuará la búsqueda. del técnico que dé con la tecla, con la fórmula mágica que convierta a Messi en el más grande, también en su país. - Efe