Hace una semana la isla de Malta acogió la Asamblea general de la Asociación Europea de Clubes (ECA) donde Andrea Agnelli, presidente de esta organización que agrupa a los equipos más poderosos del continente y de la Juventus, desinfló el globo que previamente habían hinchado con un poderoso gas tóxico, en connivencia con la propia UEFA, soliviantando al fútbol en general y a las grandes ligas en particular.

Como era de esperar, Agnelli admitió tras la asamblea que nada hay escrito todavía, que queda mucho por discutir y que la esencia del proyecto estaba en cambiar el sistema actual, que “refuerza la desigualdad financiera existente entre los clubes de las ligas más ricas y el resto”.

El globo sonda cargado con ese gas tóxico y lanzado subrepticiamente al aire mediante informes ambiguos y sin membrete claro indicaba precisamente todo lo contrario. Que los clubes ricos quieren reinventar al actual Champions montando una Superliga de Campeones para ser más ricos y prácticamente cancelar el chiringuito, poniendo por delante el derecho de admisión.

En esencia, la ECA propugna crear a partir de 2024 un campeonato cerrada, emulando el formato de la NBA, con 24 de los 32 equipos que compondrían la Superliga con un puesto fijo en la fase de grupos, con independencia de los méritos contraídos en sus campeonatos domésticos y en virtud de un coeficiente aún por definir. Es decir, según su abolengo. Solo cuatro equipos entrarían en la competición por sus triunfos en sus respectivas ligas, tal y como ha ocurrido siempre.

Tres categorías europeas El proyecto ECA-UEFA contempla además la articulación de la Europa League en dos divisiones, la primera también con 32 equipos y la segunda con 64, modelos donde se agruparía a la clase media del fútbol europeo, aunque con pocas probabilidades de prosperar. Entre otras razones porque la parte del león, es decir, el dinero que financia el fútbol, iría a parar a los grandes clubes, que tendrían más recursos para fichar a los mejores jugadores y mantener su alto poder competitivo.

Eso sí. La ECA descarta que los partidos internacionales se disputen los fines de semana, como recogía otro globo sonda, o reducir el número de jornadas de las ligas domésticas, y en consecuencia el número de equipos, para dar más espacio a la Superliga y a las dos Europa League.

El boceto de la Superliga establecerá además un límite de cinco clubes por país, de tal forma que los equipos de la poderosa Premier que no estén en esta élite, por poner el ejemplo, no tendrían derecho a subir a la máxima competición desde la Europa League 1 o a través de su liga.

La Premier, en declaración oficial, se opone frontalmente a las reformas propugnadas por la UEFA y el núcleo duro de la ECA, con la Juventus, Barça y Real Madrid a la cabeza, incluidos sus diez equipos que están en la organización, compuesta por 220 clubes de 54 federaciones, indignados por la falta de trasparencia en las negociaciones y esta increíble nube tóxica.

Se organizarán tres competiciones europeas.

32 equipos en la Champions League (se llamaría Superliga, con un total de 253 partidos en toda la competición), 32 en Europa League 1 y 64 en Europa League 2.

El acceso para la primera temporada de la competición será mediante un coeficiente histórico y se barajan posibles criterios para ello: clasificación histórica de los últimos cuatro años, coeficiente UEFA a cinco años o coeficiente UEFA a 10 años.

Solo cuatro de los 32 equipos que jueguen la Liga de Campeones se clasificarán a través de las ligas nacionales.

En la práctica, el modelo se parece a una ‘liga cerrada’, ya que 24 de los 32 equipos tendrá puesto fijo con independencia de su clasificación en las ligas domésticas.

En la Champions League se establecerá un límite de 5 clubes por país. Si ese cupo de 5 clubes se cubre, el resto de los clubes del mismo país no podrían acceder a la Champions League ni por la vía de su liga doméstica ni ascendiendo desde la Europa League 1.