carmel - Jon Rahm espera que los aires del Pacífico sienten bien a su juego. El golfista de Barrika regresa hoy a la competición después de las dos decepciones consecutivas de perder el corte en el PGA Championship y el Charles Schwab Challenge. Ha tenido tiempo para desconectar mentalmente, “algo que necesitaba y me ha venido bien”, y volver a enchufarse para el US Open tercer major del año que comienza hoy en Pebble Beach y es una cita especial ya que se celebra el centenario del campo californiano, uno de los más emblemáticos y apreciados de Estados Unidos y que, como afirmó Jack Nicklaus, “separa a los hombres de los niños”.
A principios de año, suele acoger el AT&T Pro Am, que Rahm ya ha jugado dos veces con buenos resultados, un quinto y un vigésimo sexto con solo dos vueltas por encima del par, aunque advierte de que “este campo no se juega igual en enero que en junio”. El vizcaíno llega a California, donde ha sumado sus dos triunfos individuales en el PGA Tour y se siente cómodo por su parecido con la costa de Bizkaia y los links europeos, sin exigirse más que hacer un buen torneo porque en sus dos anteriores presencias en el US Open se quedó fuera el fin de semana. Como ocurre cada vez que la USGA interviene, esta cita de Pebble Beach tendrá sus complicaciones más allá del propio entorno, con el campo pegado al mar y expuesto a los efectos del viento. Los greenes son pequeños y ondulados, estarán más duros de lo habitual y en algunas zonas la hierba alta hará casi injugables las bolas.
Perder la calle, como siempre en el US Open, puede provocar quebraderos de cabeza y eso es precisamente lo que le pasó factura a Rahm en sus dos últimos torneos. Sin embargo, esta semana usará el driver menos de lo habitual y, en realidad, su mayor preocupación está en el juego alrededor de green, que ha trabajado a conciencia en las rondas de práctica junto a Phil Mickelson y Ian Poulter. Rory McIlroy, brillante ganador del Canadian Open la semana pasada, y Marc Leishman, dos notables pegadores, serán sus compañeros de partido los dos primeros días en un torneo de difícil seguimiento porque las jornadas acabarán de madrugada en Euskadi.
aquel tiger de 2000 Al margen del de Barrika, tres nombres deben ser citados en este campo. Por un lado, está Tiger Woods, que puede recortar aún más la distancia que le separa de Nicklaus en triunfos en majors en un recorrido que vio una de sus mayores exhibiciones. Fue en 2000 cuando ganó el US Open con quince golpes de ventaja y siendo el único jugador por debajo del par. Esa permanece aún como la victoria más amplia en un major. Además, el californiano puede igualar los 82 triunfos de Sam Snead en el PGS Tour.
Por otro lado, aparece Phil Mickelson, que quiere llevarse el único grande que le falta, justo en un campo en el que ya ha ganado cinco veces, la última este mismo año. Aunque el zurdo de San Diego insiste en que ese Pebble Beach “no tiene nada que ver con el de ahora”. Y, al final, surge la figura de Brooks Koepka, cuyo escaso carisma hace olvidar que ganó los dos últimos US Open y que puede igualar la marca de tres seguidos de Willie Anderson que se remonta a principios del siglo pasado. El de Florida es una máquina en las grandes citas ya que tiene seis triunfos en el circuito y cuatro son en majors. En 2019 acumula un segundo puesto en el Masters y el título del PGA Championship.
Quince golpes de ventaja logró Tiger Woods en 2000 para ganar el US Open en Pebble Beach. Es la mayor diferencia de siempre con el segundo clasificado en un ‘major’.
El número 1 del mundo vuelve a estar en juego esta semana. Brooks Koepka ocupa ese puesto ahora mismo y el único que se lo puede arrebatar es su amigo Dustin Johnson. Ellos dos son los ganadores de los tres últimos US Open.
Cinco jugadores han ganado el US Open en Pebble Beach: Jack Nicklaus (1972), Tom Watson (1982), Tom Kite (1992), Tiger Woods (2000) y Graeme McDowell (2010). Además, en 1977 acogió el PGA Championship con triunfo de Lanny Wadkins.
La precisión en el juego corto es imprescindible esta semana ya que las estadísticas históricas dicen que apenas un 50% de los jugadores alcanza en regulación los greenes de Pebble Beach, que son los más pequeños del circuito estadounidense.