Craponne-sur-Arzon -Nada como la observación para comprender los entresijos del comportamiento humano. En ocasiones se necesita una vida para entender las conductas y los adentros de las personas. A veces ni eso sirve, tampoco el diván o la psicología. En el ciclismo, donde el diván es un sillín, bastan apenas un puñado de kilómetros para que el mundo cobre sentido y las personalidades broten y florezcan de inmediato, como si se trataran de actos reflejos, inconscientes, instintivos. En el Dauphiné, la carrera que se emplea a modo de ensayo general para el Tour, frente al viento que parte la cara en carreteras secundarias festoneadas por parajes verdes, campas y pinos, y la lluvia que persigue sin desmayo, nada puede ocultar a los corredores. No hay gafas lo suficientemente grandes ni cascos que pueden enmascararles lo que son en realidad. No hay atrezzo que lo resista.
Por eso, Thibaut Pinot, un valiente, ambicioso, se mostró cuando la carretera picó hacia arriba en un día revirado, tachonado de ocho cotas. A su reclamo acudió de inmediato Michael Woods, otro ciclista al que no le gusta el camuflaje. Transparente. De esa material está hecho Chris Froome, al que le cuelga el número uno en la espalda. El rey del Tour, -cuatro veces campeón y en julio buscará su quinto cetro- habló en primera persona aunque a su lado cabalgó el leal y servicial Wout Poels. Froome no esperó a que le cerraran la costura. Se fue a por ellos movido por las ganas de tachar lo antes posible a Romain Bardet, que perdió el paso. Nairo Quintana, que vive instalado en la espalda del británico, se movió a su compás. El colombiano reconocería a Froome en una rueda de reconocimiento mirándole la espalda. Porque Nairo es la sombra del británico incluso en jornadas sin sol, como ayer, donde Dylan Teuns derrotó a Guillaume Martin, escapados ambos, y se convirtió en el nuevo líder porque Boasson Hagen acumuló retraso.
Por detrás, en la cordada de Froome, se anudaron Yates y Fuglsang con otros lugartenientes. En esa trama se vislumbró lo que puede ser el Tour. La certeza de que Froome arrancará y mirará al potenciómetro, pero, sobre todo, observará el horizonte para salir de caza. No se quedará esperando. Quintana, que apenas relevó mientras habló con los codos pidiendo colaboración, es el pajarillo que anida en la grupa del británico, que en tierras francesas tiene aspecto napoleónico. Solo Pinot trató de agitarse y el resto miró a la reacción de Froome, al que Quintana no quitó ojo, obsesionado. Bardet fue incapaz de ver nada, alejado, al igual que Dan Martin. No le servirían ni unos prismáticos. El ligero francés, incrustado en el grupo perseguidor, perdió 30 segundos. Froome, codicioso cuando escucha el acento francés, alineó al Ineos para descontar la fuga en la que se mecieron Tom Dumoulin, Gorka Izagirre, Buchmann y Alaphilippe, entre otros. El Ineos desarmó la revuelta. El británico dio la orden de caza en una jornada de media montaña. Froome activa el modo Tour.
Segunda etapa
1. Dylan Teuns (Bahrain) 4h12:41
2. Guillaume Martin (Wanty)m.t.
3. Jakob Fuglsang (Astana) a 13’’
4. Thibaut Pinot (Groupama)m.t.
5. Michael Woods (Education First)m.t.
General
1. Dylan Teuns (Bahrain) 7h37:03
2. Guillaume Martin (Wanty) a 3’’
3. Jakob Fuglsang (Astana) a 20’’
4. Alexey Lutsenko (Astana) a 21’’
5. Nairo Quintana (Movistar)a 24’’