cada día que nos levantamos dejamos huella. Avanzamos. Es el paso del tiempo. Y se nos va entre las manos. Ocupados como estamos, baloncesto incluido, en obligaciones y necesidades impuestas, no apreciamos su transcurso. Lo hacemos en fechas señaladas, onomásticas, celebraciones o en el cumplimiento de objetivos propuestos. Esta semana va de aniversarios. Con lo que eso siempre supone. Nos hacemos mayores. A través del Espejo cumple diez colaboraciones. No es una cosa cualquiera. Además, hay mucha gente que suma años, entre ellos el que firma. ¡Que me aspen si eso no es más que una mera coincidencia! Esculpir letras es una cuestión seria. Así lo concibe quien lo intenta. Llámenlo declaración de intenciones, pararse a pensar o compromiso. De la reflexión nunca sale nada malo. Tampoco bueno si no se pone en práctica. Escribir siempre es una responsabilidad. Aunque no te lea ni el Tato, estás disponible a su suerte.
Son las cuatro de la mañana. La inspiración te puede pillar trabajando o, simplemente, se puede estar disponible a la inspiración. Atenta a los pulsados de las teclas, apoyada en el regazo, yace Perla, una gata con mucha vida vivida. En la radio canta poemas Fito. Este aprendiz de columnista nunca pensó en serlo. Siempre hay referentes. Admiro a profesionales que sí lo son. Por situarme en lo próximo, destaco al versado Ángel Resa. Disfrutaba con el tino atrevido de Alberto Suárez Alba. Encuentro posada en el mirandés Pedro García Cuartango. Reconozco al maestro Manuel Alcántara. Era el favorito de mi madre, Milagros. En general, valoro a todos los que escriben intentando poner toda la carne en el asador y no ser parte, sino arte. El cuento es otra manera suprema de contar mucho en poco y con sentido. Ahí son maestros de carne, hueso y proximidad Xabier Lizaso y José Manuel Cámara. No puedes aspirar a parecerte a tu pabellón de dioses particulares, pero el estilo se defiende por encima de todo. Cada uno aspira al suyo. Encontrarlo no es baladí. Conquistarlo tampoco.
CUmplir por encima de todo En casa me enseñaron a cumplir. Con lo que eso supone. Así trascendemos. Lo demás se lo lleva la corriente. La educación marca. Cumplir no es cualquier cosa. Es hacer lo mejor que puedes en cada momento. Como un equipo de baloncesto intenta hacerlo sobre la cancha. Impostar es de cobardes.
Cumplir cumple el Baskonia al pasar a la siguiente ronda de la Euroliga. Los vitorianos acceden a los play off sin poder encontrar el camino de la victoria en Moscú (no lo hacen desde la temporada 2004-05). A partir del día 16, volverán a tener la oportunidad. Meritoria clasificación en cualquier caso. Al final, el partido frente al Madrid de la jornada 28 en el Buesa resultó clave. Tampoco las ayudas de terceros fueron lo que podía parecer. El mal estado de los blancos ofreció la clasificación a un Zalgiris que se la encontró. El destino lo puso en duda con el incidente del avión de vuelta a Kaunas. El Efes pasó de verdugo azulgrana a colaborador necesario y se quitó de un plumazo al Armani. Quien mejor lo tenía para clasificarse, el Olympiacos, pereció en la orilla. El premio a las cosas bien hechas está en las pequeñas cosas. El Baskonia llevaba la voz cantante sobre sus pares en forma de balance particular de victorias y derrotas e incluso de basket average. El baloncesto y casi todo es cuestión de detalles. Cada partido cuenta.
Quién sabe el tiempo que nos queda por cumplir. La cuestión está en hacerlo lo mejor posible. Es deber acercarse, al menos, a la coherencia, no mandarla de vacaciones sola. Desgraciadamente no podrá leer estas líneas quien más quisiera. Pero, por ti, lector/a, si nos dejan, seguiremos haciendo camino. Porque, habrá que seguir cumpliendo, ¿o qué? Tic, tac. Tic, tac.