murgia- En Murgia, la cuna de Mikel Landa, el termómetro no hace prisioneros. Si acaso, los congela. A las nueve de la mañana, al paisaje, blancuzco por la nieve, le castañean los dientes. El ciclista del Movistar se presenta a la cita con el ánimo renovado tras unos meses complicados en lo físico y en lo anímico. Las caídas han torturado a Landa, que trata de recomponer su mejor versión, la del corredor vibrante que tanto entusiasma. En la antesala de la Itzulia sueña con ganar en Arrate. Un café cortado sin azúcar enfila una charla sincera.
¿Cómo se encuentra a escasos días del comienzo de la Itzulia?
-Bien. Me encuentro bien. Anímicamente estoy con una energía más positiva, aunque todo es muy reciente. Más o menos lo tengo olvidado (la caída en Mallorca). Físicamente he cogido ritmo en Italia, aunque la condición ya era buena. No llego súper súper a la Itzulia, pero llego bien.
¿Le sigue dando guerra el hombro dañado?
-Aún tengo alguna molestia porque tenía la clavícula y el coracoídes también roto. El coracoídes es un poco más sensible y aún tengo alguna molestia en el hombro, nada grave.
¿Se lo tiene que tratar todavía?
-Sí. Sigo yendo a rehabilitación, pero más que nada por tranquilidad. Para saber que está todo bien y para saber que no me tuerzo y todas esas cosas. Se trata de mimarlo un poco.
Ha tenido un inicio de curso complicado, con la caída en Mallorca y además venía de unos meses sin poder competir tras las caídas que sufrió en el Tour y después en la Clásica de Donostia. ¿Cómo lo ha vivido?
-Hasta el día de hoy ha sido mi peor momento como corredor. Terminé el año por el suelo y lo he empezado de la misma manera. Ha sido duro porque con una temporada nueva tienes nuevas ilusiones, objetivos nuevos y empezar por el suelo otra vez, con una lesión, que ya conoces y sabes el proceso, se hace un poco cuesta arriba.
¿Aparte del daño físico, esta situación le ha socavado la moral?
-Sí. No puedo negar que moralmente también ha sido duro. Ha sido un mes sin salir a la carretera, un mes viendo competir al resto por la televisión, que iban muy rápido, por cierto. Ha habido carreras que he tenido que quitar porque no me veía a la altura de ellos. Además, están los inconvenientes que surgen en el día a día y la pelea que uno tiene consigo mismo. Ha sido querer y no poder. Malos momentos, en definitiva.
¿A qué se agarra uno en esos momentos complicados?
-Me agarro a que el Giro de Italia es en mayo. Es una meta lejana a corto plazo, pero al mismo tiempo está cerca. Solo piensas en mayo, en mayo, en mayo. En llegar ahí. Toda excusa es buena para decir que mayo queda lejos y que el objetivo está ahí. Sueño con llegar bien al Giro.
A pesar de un comienzo tan complicado regresó en la Settimana Coppi e Bartali y alzó los brazos. Lo hizo un año después de su último triunfo. Supongo que le habrá servido como un rearme moral.
-Soñaba con ganar una etapa allí cuando fui a correr. Pero la verdad es que lo veía difícil porque en las bajadas no me veía con confianza, andando dentro del pelotón me costaba mucho mantener la posición? La verdad es que lo veía muy lejos, pero el día que la etapa se hizo dura y se hizo un poco de selección la condición me acompañó, puede llegar con otro corredor y fue más fácil ganar.
¿Aún tiene tics, no sé si de respeto o miedo, después de padecer caídas tan duras?
-Lo he notado muchísimo. Me ha costado tiempo encontrar una motivación para jugarme el pellejo en ciertas ocasiones. Para limar dentro del pelotón, para meterte en huecos que si lo ves dos veces sabes que no cabes y aguantar esa presión del pelotón para que nadie te quite el sitio. Me ha costado encontrar la motivación para agarrarme a eso, para pelear por eso.
Supongo que antes de las caídas era algo instintivo, automático, en lo que no pensaba.
-Sí, antes era: te metes ahí, vas ahí y piensas en ganar. En tu cabeza solo esta ganar y ahora ha sido no caerme, no caerme, no arriesgar y me ha costado mucho mucho encontrar una motivación para pelear eso. Ha sido casi como empezar de cero.
¿Qué le pide a este curso?
-Lo primero, la salud y recuperar un poco la dinámica buena. Se me ha olvidado un poco lo que era ser ciclista porque ha sido mucho tiempo, desde julio, sin estar competitivo; desde el Tour. Es mucho tiempo, mucho, y me está costando volver a esa dinámica. Demasiados palos y muy seguidos. Soy consciente de que un cuerpo descansado da más y los datos de los entrenamientos siguen siendo buenos. Sé que estoy ahí. Solo me falta la dinámica de la competición. Cuando todo va bien, dentro del pelotón te mueves con facilidad, también a la hora de pelear una posición. Eres capaz de pasar el momento crítico que te hace estar delante y eso se pierde si no compites. Cuando estás bien no lo valoras, pero cuando estás lejos de eso, sabes lo difícil que es estar bien. Ahora valoro lo que es estar bien.
Fue segundo en la Itzulia de 2018. ¿Qué se puede esperar de usted en la presente edición?
-Bueno, estoy con muchas ganas, la verdad. Corremos en casa, en carreteras conocidas y en un recorrido duro. No sabemos si va a ser muy selectivo, pero es duro. Así que más no se puede pedir. Intentaré estar a un nivel competitivo y dar espectáculo por lo menos, aunque no sé si podré rendir al nivel del año pasado.
¿Cuál será su objetivo?
-Me encantaría ganar una etapa, sobre todo, la de Arrate. Es una cima muy atractiva. Me gustaría ganar allí. La general la voy a intentar disputar. Aunque vengo de ganar, no sé muy bien cómo estoy. La Coppi e Bartali es una carrera que tiene menos nivel que una Tirreno o una París-Niza, que además a quienes han corrido se les ha visto que han ido muy rápido. No sé cómo estaré respecto a ellos, así que iré día a día.
¿La Itzulia es un test para usted?
-Sí.
No está Roglic, el campeón de la pasada edición de la carrera. ¿A quiénes ve como favoritos?
-Para mí como favoritos parten los Astana. Dentro de ellos me decantaría por Ion (Izagirre) y por Fuglsang. Tienen un bloque muy potente e incluso Gorka Izagirre o Pello Bilbao pueden jugarse la carrera. Tanto Ion como Fuglsang pueden ser los ganadores de esta Itzulia. Tienen corredores muy fuertes para carreras de una semana.
Alaphilippe está rindiendo de maravilla y Kwiatkowski también asoma.
-Los dos son corredores muy buenos, pero en puertos más largos, a estas alturas de año, se les atragantan. Igual están pensando más en las clásicas de las Ardenas o incluso de adoquines y creo que este tipo de vueltas se les atragantan un poco.
La crono se disputará en la primera etapa de la Itzulia. ¿Qué le parece la idea de adelantarla y no dejarla para el final?
-A mí, que la crono esté el primer día, personalmente, me gusta más. Lo prefiero. Creo que luego queda una carrera más bonita, más abierta y hay terreno para recuperar. Tal vez con eso la gente sea menos conservadora porque no habrá crono al final. La gente tratará de reparar daños después de la crono.
¿Será la crono la que determine quién será el ganador de la Itzulia?
-Seguramente, sí. De los diez favoritos que pueda haber antes de comenzar, seguro que la crono los deja en cinco.
La de Zumarraga será su debut en una contrarreloj individual este año. ¿Cómo la afronta?
-Me da mucha rabia porque es un invierno en el que he trabajado mucho con la cabra. Había progresado, pero esta maldita lesión me ha frenado completamente. A ver lo que sale en la Itzulia. De cara al Giro trataré de recuperar un poco de ese trabajo que habíamos hecho. Cada vez cuesta más soltar a un rival de rueda, todo está igualadísimo, y es en las cronos donde se pueden hacer diferencias.
¿Qué opina sobre introducir ‘sterrato’ en la Itzulia?
-El sterrato no me gusta nada para una vuelta. El organizador se juega que a la última etapa no llegue ningún favorito entre los primeros porque puede haber una caída, un pinchazo o que por precaución no se la juegue y pierda tiempo. Para una clásica está muy bien, pero para una vuelta es muy arriesgado.
¿Qué le parece el peso que tienen las bonificaciones en la carrera vasca?
-Me parece bien. Quizás no me benefician, pero lo veo bien. En una vuelta tan apretada está bien.
La afición estará pendiente de usted. ¿Cómo lo lleva?
-Lo llevo muy bien. Lo transformo en cariño. Aparte de la expectativa que pueda tener la gente, me anima mucho. Es un empujón muy fuerte para cualquiera.