En los últimos tiempos la visibilidad del fútbol femenino español ha alcanzado unos niveles de récord y se reivindica cada semana con noticias alentadoras sobre su crecimiento en todos los ámbitos. Ha experimentado una enorme progresión desde hace unos años ya que se han multiplicado los equipos y la afición. Asimismo, el nivel técnico y táctico, no solo de las jugadoras sino del cuerpo técnico, ha sufrido una gran evolución.

El año 2015, primera vez que la selección absoluta se clasificó para un Mundial, se puede calificar como el punto de inflexión del fútbol femenino en España, pues no ha dejado de crecer desde entonces. Además, ya están clasificadas para el Mundial del año que viene en Francia con pleno de victorias. Los éxitos en las categorías inferiores tampoco han ido a la zaga y el último ha sido la consecución del Campeonato del Mundo sub’ 17 en diciembre de 2018 en Uruguay. El Barça femenino ha conseguido la clasificación para semifinales de la Champions League 2019.

También ha crecido la asistencia de espectadores a los estadios de fútbol. Ciñéndonos a la Liga Iberdrola, esta temporada el partido de Copa entre el Athletic y el Atlético reunió a 48.121 espectadores en San Mamés, cantidad que nunca se había registrado en Europa en un encuentro femenino. El Atlético no iba a ser menos y batió este registro en el encuentro que le enfrentó en el Wanda al Barcelona y dejó la marca en 60.739, con lo cual es el partido de clubes femeninos de mayor asistencia de la historia del fútbol mundial. Ahora solo falta que el Barcelona abra el Camp Nou para superar esa cifra. En una categoría más abajo, la Segunda, ocurre otro tanto. El pasado 10 de marzo, 10.250 espectadores acudieron al Sadar a ver el encuentro entre Osasuna y Eibar que por ahora es el récord de la categoría. De la misma forma, el Alavés también se apuntó a la moda esta y anteayer Mendizorroza abrió sus puertas al equipo femenino, pero no pudo superar la cifra. Para muchos de los asistentes era la primera vez que se encontraban en una situación asi (la entrada al campo los delataba). ¿Cuántos se dejarán ver por Ibaia en el próximo encuentro? El postureo es la última estupidez del siglo.

Da la impresión de asistir a una carrera contrarreloj en la que solo importara el récord de asistencia, como si se hubiera desatado una lucha para demostrar quién las tiene más grandes. Las gradas, claro. Yo me plantearía si queremos la calidad (el público fiel, el que perdura en el tiempo) o la cantidad (que varía en cuestión de horas). Es mejor cuidar a los asistentes actuales y conservarlos. Sus recomendaciones y fidelidad harán crecer el número más rápido y de manera real, no artificial. ¿Qué público acude luego a los sucesivos partidos en el campo habitual? Añadiría, para aquellos a quienes se les llena la boca proclamando el deporte femenino, que una cosa es predicar y otra dar trigo. Una forma de ayudar sería asistiendo a los encuentros regularmente y pagando la entrada, pero es más fácil dar consejos que practicar lo que se aconseja.

La entrada de LaLiga y de los patrocinadores, unido al aumento de las retransmisiones les ha dado un buen empujón. Incluso hay un programa, Futboleras, en Movistar, centrado exclusivamente en el fútbol femenino. Ahora, en muchos equipos, las jugadoras entrenan por la mañana en vez de por la tarde noche. Desde LaLiga y la Asociación quieren que se les pague a través de un contrato laboral con cotización a la Seguridad Social. Las condiciones de las jugadoras han cambiado drásticamente para bien en estos últimos años.

Pero no todo iba a ser un camino de rosas. Donde hay negocio enseguida quieren todos sacar tajada. La RFEF ha aprobado la creación de una competición paralela a la actual Liga Iberdrola, la Primera División del fútbol femenino. Por ahora, solamente el Barcelona y el Athletic han dado su conformidad. Otro desencuentro más entre Tebas y Rubiales en la guerra que mantienen ambos por demostrar quién la tiene más grande. La arrogancia, claro.

Las diferencias entre el fútbol practicado por hombres y mujeres son significativas. No son equiparables ni lo llegarán a ser, pero el fútbol femenino tiene un potencial extraordinario y hay que tratar de que vaya cubriendo etapas sucesivas poco a poco, porque por el camino seguro es por el que se llega más lejos, y siempre desde el merecimiento y no por decreto, imposición social o presión mediática.