Melbourne - Cuando Li Na le entregó el trofeo de campeona del Abierto de Australia a Naomi Osaka en la noche de Melbourne, se produjo un relevo histórico. La china, primera jugadora asiática en ganar un Grand Slam, estaba premiando a la primera jugadora asiática, mujer o hombre, en llegar al número 1 del mundo. La japonesa de padre haitiano y formada en Estados Unidos logró un hecho sin precedentes. Hace dos meses, era la jugadora 72 del mundo, una más, y ahora es la mejor de todas y la sexta que logra ganar sus dos primeros grandes de manera consecutiva.

Osaka ha confirmado a sus 21 años todo lo bueno que apuntó en septiembre en el US Open y esta vez los focos le apuntaron para subrayar su gran conquista. Ella, que es tímida fuera de la cancha, pero una fiera dentro, no se da importancia y quizás esa manera de ser la ayuda a relativizar todo lo que ocurre en la pista y a mostrar una tranquilidad y una madurez impropias de su edad. “Cada vez que tengo un sueño se cumple. Todavía siento que es todo muy extraño. Siento que estoy viva, pero que no es del todo real, si eso tiene un poco más de sentido”, comentó en la rueda de prensa posterior, en la que dejó claro que “hablar en público no es lo que mejor hago porque realmente no hablo mucho en el día a día”.

En una excelente final, Naomi Osaka sostuvo una bonita batalla, llena de alternativas, contra Petra Kvitova: 7-6, 5-7 y 6-4 en casi dos horas y media. Las dos jugadoras no ocultaron sus armas, salieron a pegar todo lo duro y profundo que pudieran y trataron de aferrarse a su servicio. La checa tuvo sus oportunidades en el primer set con el saque de Osaka, pero no supo convertirlas y el parcial cayó del lado de la nipona en el tie-break. “Quizás tuve que ser más agresiva en un par de intercambios”, concedió la checa, que se repuso y se adelantó 2-0 en el segundo set, aunque Osaka ni se inmutó. Logró cuatro juegos seguidos y se colocó con 5-4 y saque a favor para cerrar el partido.

No pudo ser porque Kvitova salvó tres bolas de partido y entró en trance para prolongar la final hasta el último set. La jugadora de Bilovec también ha superado mil adversidades para volver a la posición de aspirante a añadir más Grand Slams a los dos Wimbledon que ya tiene. “Me ha molestado perder, pero creo que ya gané hace dos años, tras lo que pasó”, dijo Kvitova, refiriéndose al asalto que sufrió y que le provocó graves daños en la mano. “Pensé que nunca iba a poder empuñar de nuevo una raqueta y puedo, aunque no voy a estar al 100%. Tengo cosas que mejorar para seguir arriba y lo haré”, añadió.

mínima diferencia El tercer set empezó con rotura a favor de la japonesa, que la hizo buena para llegar otra vez a gozar de dos bolas de partido a su favor. No las desperdició y cerró una final en la que ambas igualaron con 33 golpes ganadores y en el que los seis errores no forzados más de Kvitova y los nueve saques directos de Osaka decantaron la balanza por muy poco. “Ahora estoy más feliz por haber conseguido el título que por ser la mejor del mundo, quizás en el próximo torneo sienta algo más cuando vea mi nombre al lado del número 1”, confesó la campeona del Abierto de Australia, la más joven en llegar a la cima de la WTA desde 2010.

Con dos Grand Slams en su poder y un título de Premier Mandatory, el de Indian Wells, Naomi Osaka tiene el reto ahora de demostrar que también puede ser competitiva y ganadora en las otras dos superficies, la tierra y la hierba. Petra Kvitova no lo ha conseguido aún, llegó a ser la número 2 en 2016 cuando ganó seis torneos y por eso sabe lo que cuesta. “El tenis femenino está muy abierto. Realmente nunca sabes quién va a estar arriba. Pero Naomi está jugando a un gran nivel y tiene probablemente todo lo que se necesita para estar arriba”.