Jon Rahm dejó el sábado toda la presión competitiva, los entrenamientos exigentes y acudió al campo de golf simplemente a disfrutar. A compartir junto a 81 niños el día en el Meaztegi Golf de Ortuella y a tratar de dar pequeños consejos a unos pequeños jugadores que sueñan con parecerse algún día al golfista de Barrika. El vizcaíno y Javier Ballesteros ejercieron de padrinos en las finales del Seve & Jon golf for kids, un torneo destinado a fines benéficos y en el que los mejores de las eliminatorias previas disputaron ayer su lucha por el torneo. Siempre dispuesto y con una sonrisa en la boca, Rahm acompañó desde el principio hasta el final de la jornada al grupo de participantes y no se cansó de dar consejos ni de firmar autógrafos, llegando a estar más de cuarenta minutos seguidos firmando y sacándose fotos.
Tras una pequeña reunión inicial entre los golfistas profesionales y los jóvenes participantes, comenzaron las finales. Los participantes se retaron en diferentes aspectos específicos del golf como el putt, el golpe desde el tee o el aproach, siempre bajo la atenta mirada de Rahm, que no se guardó ningún secreto y aconsejó a los finalistas. Sin embargo, ver una competición tan cerca y no demostrar sus habilidades es algo imposible para el barrikoztarra. Rahm, aunque fuera de competición, también realizó alguna de las pruebas y sacó a relucir sus mágicas manos para levantar el aplauso de los espectadores.
Acabadas las finales, fue el turno de Rahm y Ballesteros. Los dos jugadores comenzaron a lanzar bolas sin demasiada presión, pero un gran golpe del cántabro despertó la vena competitiva del vizcaíno. El de Barrika quiso realizar los mejores golpes e insistió una y otra vez hasta quedarse satisfecho con el trabajo realizado.
Asimismo, también hubo un momento para la diversión. El golfista de Barrika hizo ver que no es capaz de golpear a la pelota de la manera más habitual y realizó golpes en carrera, a la pata coja o de rodillas. En esta última postura retó a uno de los jóvenes participantes a superarle con el drive. Sin embargo, el aspirante no pudo derrotar a Rahm pese a la ortodoxa postura de este último.
Muchos de los niños durmieron ayer soñando que algún día estarán a la altura de Jon Rahm, que podrán ser capaces de realizar los grandísimos golpes vistos ayer. Algo tremendamente complicado de lograr, pero un sueño que también tuvo en su día el golfista de Barrika. “Así dormí yo muchas veces, queriendo ganar a Severiano Ballesteros. Quería batir mi récord, llegar a cierto nivel? Si se van a dormir queriendo llegar, alguno seguro que lo consigue”, afirmó Rahm. Esa ilusión de los niños es algo a lo que ayer dio muchísima importancia el barrikoztarra. Es un germen que está dispuesto a regar con el objetivo de ayudar al futuro del golf. “Si esto sigue transcurriendo y vienen muchos niños, llegará algún momento en el que alguno tenga el don para llegar lejos. No tiene que ser nadie que cambie la historia, pero que sea alguien que lleve el legado del golf español”. Lleguen o no a lo más alto, ayer estos participantes pudieron por una día codearse con uno de los mejores golfistas del mundo.