Es la historia de una obsesión sana que veremos lo que dura. Cinco temporadas con ésta en las que Gorka se deja el alma, el corazón y la vida y los demás nos limitamos a jugar, a revolver, y quejarnos -unos más que otros- y, sobre todo lo demás, a practicar un juego en el que estamos a gusto, nos divertimos y progresamos adecuadamente -no todos-. De los que se quejan y progresan menos, mejor lo dejamos para otros foros. Quizá he debido emplear la primera persona del plural. Para ser justo, fundamentalmente en lo que se refiere a la evolución en el juego, que en lo otro, por lo que a mí respecta, ninguna objeción. Con quien hace y se molesta por el grupo, si estás y te aprovechas “déjalo estar”, dicen los sabios, “si no, vete”. Cinco temporadas lleva preparando un torneo que tiene que ver con la evolución de la modalidad. Un abierto, Irekia de segundo nombre, en el que la universalidad y la igualdad suprema están de lo más representado. Mejores y peores, chicos y chicas, desigual ranking, veteranos y recién llegados? cabemos todos. Y aquí empleo la persona adecuada, y en general, porque es cierto. Urturi es un hombre tirando a cabezón, entendido esto como tenaz, empeñado y cumplidor. Pasó el rastrillo por la modalidad y encontró un maremágnum de practicantes entre los que había un poco de todo. Los clubes le siguieron el rollo, prestaron horas y sumaron voluntades y le dejaron hacer. E hizo una competición en la que el objetivo prioritario trataba de “hacer entrenamientos de calidad a través de partidos de cierta seriedad”. Y Urturi preparaba los grupos, los calendarios, las jornadas y el resto se limitaba a jugar, “de blanco, para que el brazo fuera acostumbrándose a seguir firme y recto” y disfrutar del reto. Eran entrenamientos pero con rango de seriedad. Participaban pelotaris de todos los clubes que, en nada, iban a enfrentarse en el Torneo Provincial de la modalidad. Los pelotaris iban arrancando, cogiendo la forma poco a poco, quitando el miedo y los nervios para competir como Dios manda en el campeonato. El Open ha ido evolucionando. Al principio hubo finales, txapeldunes y hasta podio. En la quinta edición, el manager ha decidido impulsar una competición más reglamentada, con jueces oficiales. Más abierta aún, con cinco grupos de cuatro parejas cada uno de ellos donde se subía en la clasificación según tanteo. Importa más una regularidad en la suma de tantos que la victoria en sí misma. Siguen mezclándose todos con todos, sin importar sexos, edad y categoría, que al final, con quienes más tantos hayan sumado, se elegirán a los mejores delanteros y zagueros de la cita. De septiembre a diciembre se habrá jugado una primera vuelta. En cuanto acabe el Provincial, entre marzo y junio, se disputará la segunda. Puede que, entonces sí, entre los cuatro mejores, dos por puesto, se dispute un partido exhibición con el que baje el telón, previo al fin de fiesta con cena -“cruenta o no, depende”, dice Gorka- y descansar durante el verano. El Open es un torneo de todos. Lo juegan los mejores y “los que apenas llevan un tiempo jugando a paleta argentina”, los que aprendieron en los cursos municipales. Gracias a él, el nivel ha subido, las relaciones se han intensificado, los jóvenes han crecido y las chicas han experimentado un crecimiento de otra manera impensable. Oier, Ojer, Villapún, Landaluze y Leire, Hodei, Eñaut e Iraitz, Ibai, Urtzi, Olatz, Aroa, Marina, Julian, los Eguino, Kike, Sergio, Joseba, Luzu? Dice Gorka: “creo en lo que hago”, y algunos opinan: “que hago y deshago a mi antojo”. En 2011, el trabajo en el grupo de baile de Campezo termina por saturarle y Bombín le recluta para el frontón. Había empezado con las danzas vascas, 10 años antes, en la Escuela Municipal de Música. Al segundo año -“no se me daba del todo mal”- empezó a actuar con el grupo y se atrevió con la enseñanza. Su hermana Maialen debió verle bailarín de cierta aptitud y no debió ir desencaminada pues acabó como responsable del grupo Yoar en Kanpezu. En 2011 deja el grupo pero continúa con la dantza. Hasta este año. Gorka Bombín le saca del squash. Al principio se vuelve loco “en esa caja de cerillas” donde “tirara donde tirara siempre era mala”. Comparte escenario con Lorena Sobrino, Oscar Arizaleta y el colega. Y progresa. Se promete a sí mismo ganar el Provincial junto a su compañero y amigo Bombín. De hecho, por circunstancias de la vida -a Sergio Lozán se le lesiona Mario de las Heras y Ariel Musri pierde por el camino a Lobato- la temporada pasada pelean por la txapela ante Koldo López de Subijana y Begiristain y la pierden por escaso margen, 30-27. Jugó antes otras cuatro semifinales. Con Bombín la primera, con Unai Fernández la segunda, con Gorka Eguino la tercera, jugando delante, y otra vez detrás junto a Koldo. Dice, y creo, que “se le pasó la oportunidad”. Eguino es el rival, por competitivo y plasta, más difícil de ganar. Bombín y Sergio los mejores delanteros y Peio y Ariel los zagueros imbatibles. A los 38 no es fácil que pueda repetir pero cosas más difíciles se han visto. Gorka Urturi López de Luzuriaga, vitoriano nacido el 2 de abril de 1980, vio jugar al padre, a Ramón, mil veces, en el frontón descubierto de Dulantzi. Y jugaron juntos, con el primo David y Maialen, con la goxua, “en cuanto acabábamos de comer”. A los 14 años cogió la pala y llegó a entrenar en el grupo de Otxoa, palabras mayores, con el cuero de por medio, con Valera, “pero me daba miedo”? y a él le iba más el divertimento puro que la competición. Aquel no era su sitio. “Una tarde de aquellas -tres veces fueron- Otxoa”. Poca cosa, corto bagaje. Lo dejó. Se subió a la bici y ascendió los montes. Seis años de obsesión, otra más, cada fin de semana. Estudiaba los caminos, preparaba los itinerarios y conoció Álava. Era el menor del grupo del club Bidegorri con los que en cierta ocasión, con una Togano de puro hierro, se marcó una travesía de tres días de aquí a Pamplona, selva de Irati hasta el monte Ori y vuelta a la capital navarra. Un hombre espigado, tímido y solitario pero fácil de llevar. Organizado y previsor, meticuloso y dispuesto. Hoy es el alma del Irekia de paleta argentina. Un hacedor. Dejémosle y aprovechémonos. Con gente como él es más fácil. Y ya, sí, es “pesadote e intringulado” pero necesario. Al menos en pala. En esta vida. Es mi opinión. Por cuestión de pelotas.
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