saint quentin-en-yvelines - Jon Rahm vivió una montaña rusa de emociones en una jornada de golf que recordará para siempre. Pese a que reconoció después sin tapujos que “estaba muy nervioso, con el estómago revuelto y pensaba, sinceramente y por decirlo mal, que me iba a cagar”, el encuentro con su compañero Justin Rose le tranquilizó y lucía una gran sonrisa en el paseo hasta llegar al tee del hoyo 1 de Le Golf National, rodeado de una multitud de 7.000 personas a las que el de Barrika arengó y pidió ánimos, sin mostrar la timidez que podría acompañar a un novato. Y poco más allá de las ocho y diez de la mañana francesa, pegó su primer golpe de salida en una Ryder Cup, uno de los momentos más importantes de la historia del deporte de Bizkaia “y la mejor experiencia de mi vida”.
A partir de ahí, tocaba aislarse de esa escendida atmósfera, poner el foco en la bola y los palos y dar el callo ante una pareja muy dura de pelar como Brooks Koepka y Tony Finau y Rahm lo hizo con creces. El vizcaíno puso su primera bola en la calle y jugó razonablemente bien, sobre todo en la primera mitad de su vuelta. En el primer hoyo, la pareja europea tomó la delantera con un birdie de Rose y así siguió hasta el hoyo 6 cuando Finau logró igualar después de que Kopeka perdonara varios putts.
Europa se puso dos hoyos arriba en el 8 gracias a un gran putt de Jon Rahm que celebró con la máxima efusividad y la complicidad del público. El partido parecía controlado porque los americanos no lograban encontrar opciones claras. Rose firmó otro gran birdie en el hoyo 12 para poner de nuevo una doble ventaja “y pensaba que el partido ya no se nos escapaba”. explicó Rahm.
Pero se escapó en dos momentos de mala suerte y porque los europeos fallaron en el remate. Koepka reocoró un hoyo y en el 14 estuvo el momento clave del día. El de Barrika tuvo un putt para ganar el hoyo, lo tiró bien y le hizo una corbata de 360 grados para salir del agujero. Probablemente, ese instante desafortunado dejó tocados a Jon Rahm, que en el 15 dejó pasar otro putt asequible que se le fue por milímetros, y en Justin Rose, que perdió la precisión. Lo peor estaba por llegar, uno de esos giros del destino que tiene el golf. En el 16, con uno abajo, Tony Finau pegó una bola que apuntaba en dirección al agua. No obstante, rebotó en una de las maderas que delimitaban el green y se quedó en una posición muy favorable para anotarse el birdie cuando lo normal habría sido que los estadounidense cedieran ese hoyo y casi el partido.
Así, se llegó en igualdad al hoyo 18. Rose mandó su bola al agua y quedó fuera de la acción. Todo quedó en una situación de Rahm contra los dos estadounidenses. El vizcaíno tuvo un putt para salvar medio punto, pero se le escapó de nuevo por muy poco y el partido cayo del lado rojo. “He disfrutado mucho, creo que hemos jugado bastante bien, pero me he marchado cabreado”, admitió el de Barrika, que sentía que “había decepcionado al equipo”. Le costó reponerse, pero una conversación con Txema Olazabal, que está en la Ryder en segundo plano, pero dispuesto a ayudar si se lo piden. le devolvió el ánimo.
remontada La preocupación se instaló en el equipo anfitrión con ese 3-1 que no respondía a sus méritos. Jon Rahm descansó por la tarde y le tocó “el papel de animador y de motivador, de intentar que el público y los jugadores conectaran”. Al de Barrika, como a toda la delegación europea, se les fue pasando el enfado y el pesar en cuanto la jornada vespertina se fue tiñendo de azul. Thomas Bjorn recuperó a sus pesospesados y Europa barrió a Estados Unidos con una actuación histórica ya que nunca en la Ryder Cup había conseguido el pleno en una jornada en el formato de golpes alternos.
Molinari y Fleetwood confirmaron las excelentes sensaciones de la mañana. Ian Poulter y Sergio García ratificaron porqué son indispensables y dieron su mejor nivel. El inglés logró que Rory McIlroy recuperara su mejor nivel, algo que Europa necesita, y el castellonense respaldó eficazmente al debutante Alex Noren y se comieron a Mickelson y DeChambeau. Por su parte, Henrik Stenson salió del banquillo para unirse a su amigo Justin Rose, rescatar su solidez en todos los golpes y sumar otra victoria en su palmarés conjunto. Las cuatro parejas estadounidenses, pese a su gran potencial teórico, se fueron apagando y no pudieron con las condiciones del campo, menos aún cuando el viento arreció y estaban ya contra las cuerdas.
Al final, la barrida de Europa fue legendaria ya que entre los cuatro partidos sobraron doce hoyos y los ganadores sacaron diecisiete de ventaja. El marcador global dio un vuelco inesperado y mete presión a Estados Unidos para la jornada de hoy. Jim Furyk repetirá sus cuatro parejas en los fourballs matinales mientras que los europeos mantienen dos: Casey-Hatton, que jugarán ante Johnson-Fowler, y Molinari-Fleetwood, que tendrán revancha ante Woods-Reed. Sergio García y Rory McIlroy, dos jugadores que se suelen crecer en la Ryder, abrirán ante Koepka-Finau y Jon Rahm se unirá a Ian Poulter, una pareja que puede ser dinamita, para cerrar la mañana a partir de las 8.55 ante Spieth-Thomas.