GETXO - Una marea de aficionados se agolpó ayer al mediodía en la terminal de cruceros de Getxo, donde el pelotón de la Vuelta tenía dispuesta la salida. Puerta al turismo de Bizkaia, la localidad de Eskuinaldea cambió esta vez de target para acoger a los fieles seguidores del ciclismo. “A las 12.45 horas salimos, vamos a reconocer el terreno para dar información al equipo”, explicó Álex Sans, director deportivo del Dimension Data, el equipo sudafricano del galdakoztarra Igor Antón, con el que DNA siguió la etapa. “Hoy el objetivo es buscar meterse en una gran fuga y tener opción de etapa”, explicó poco antes de partir Sans, con once Vueltas a sus espaldas.
Sobre el papel, el perfil de la etapa presagiaba batalla, pero antes los corredores se dieron un baño de masas. Una soleada y veraniega mañana iluminó el puerto deportivo de Getxo. Desde allí, el faro de Arriluce vio pasar al pelotón ante el gentío, camino de Zugatzarte y el paseo de las grandes villas, símbolo del esplendoroso pasado de la burguesía vizcaína. Un escenario de película en el que no podía faltar el Puente de Bizkaia, declarado Patrimonio de la Humanidad. Dirección Bilbao, por la carretera de la ría, el ambiente era el de las grandes ocasiones, como en los tiempos de la gabarra. Los obreros de Astilleros Murueta hicieron un alto en su jornada para vivir el momento. En Erandio también fue masiva la presencia de público. San Ignacio y Bilbao formaron una cadena humana hasta el fin de la salida neutralizada.
Se acabó el paseo. Zorrotza y Retuerto fueron los siguientes y concurridos escenarios. Había ganas de ciclismo de élite. Trapagaran fue el último escollo antes de la primera batalla: la subida a La Arboleda. “Atentos a los resaltos, son muy fuertes”, indicó Sans por radio a sus corredores. Por entonces se cocinaba la escapada que a la postre resultaría definitiva y el Dimension Data no quería quedarse fuera. Los eritreos Merhawi Kudus y Amanuel Ghebreigzabhier apretaron y se metieron. Su coche, con la destreza de Sans al volante, también lo hizo. Estaban dentro. “Era aquí o nada”, comentó aliviado. “Good job guys”, les arengó. Camino del puerto de Santurtzi se desató el júbilo al paso de su paisano Omar Fraile, quien devolvió el cariño. Portugalete, Sestao y Barakaldo se volcaron con los ciclistas dejando una estampa impresionante por sus calles. El propio director de la carrera, Javier Guillén, se quedó asombrado con la cantidad de público durante los primeros kilómetros. Después de atravesar Bilbao por el Guggenheim, dirección Mungia, el ritmo se volvió vertiginoso. Tanto que un coche de Team Emirates sufrió un percance al chocar en la bajada por Santo Domingo. Delante, las situaciones de carrera se sucedían. El manillar de Merhawi Kudus quedó tocado por los resaltos. Víctor Girona, mecánico del Dimension Data, lo abordó rápido. Bermeo, plagado de ikurriñas, llevó en volandas a los ciclistas. El cielo amenazó tormenta, pero fue un espejismo. Una etapa de semejante belleza no merecía ser empañada por la lluvia. Los pasos por Gernika, Urrutxua y Munitibar fueron espectaculares, preludio del giro hacia Oiz. “Ahora pasamos de la acción delantera a la trasera”, indicó Sans sobre la obligatoriedad de detener el vehículo en la cuneta para dejar vía libre al pelotón en los kilómetros finales. La batalla estaba servida. El pelotón apretó por detrás, pero ya era tarde. La niebla en el Oiz dio tintes épicos al final de etapa. Éxtasis entre los seguidores. Satisfacción en el Dimension Data por el séptimo puesto de Ghebreigzabhier. “Top-ten”, concluyó Sans.