Seguramente fue la etapa de la que menos haya que contar porque el día fue muy tranquilo. La jornada de descanso nos vino de perlas para dar un paseíto, dejar atarás el calor y despejar un poco la mente. La etapa sirvió como un segundo día de recuperación, aunque el recorrido se prestaba a terreno de abanicos. Las previsiones no dieron mucho viento y fuimos muy cómodos por carreteras anchas y rectas interminables desde Salamanca a Zamora. Apenas hubo tensión. A excepción del pequeño puerto, de esos en los que se baja para después subir, que había a 30 kilómetros de meta y en el que el Bora tensó para ver si algún esprinter se quedaba atrás, no pasó nada. Si bien bastante gente se cortó, después pudó recuperar. Al final, la maniobra se quedó en nada y se resolvió al esprint, que se disputó en una recta amplísima. Una victoria más para Viviani después de que le lanzaran a la perfección. El italiano está por encima del resto en esta Vuelta y acumula 17 victorias esta temporada, que se dice fácil, pero es una pasada. Está en mano de muy poquitos. Lo más llamativo de la jornada fue que en apenas 100 metros pincharon tres o cuatro corredores por el margen derecho de la carretera, que estaba sucio. Fue extraño. Se vieron envueltos el líder, Quintana y otros. Sus compañeros pudieron resolver bien el problema y en la general todo sigue igual.
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