monza - Al término del pasado Gran Premio de Bélgica, que fue la reanudación del campeonato tras el parón veraniego, Lewis Hamilton (Mercedes), líder del Mundial aunque segundo en Spa-Francorchamps, alertó del potencial adquirido por Ferrari en ese lapso estival: “Tienen algo extra en el coche; Vettel me ha pasado en la recta como si yo no estuviese”.

Si se tiene en cuenta que en el trazado belga venció Vettel, que Hamilton juzgó a un monoplaza rival como más poderoso que otrora y que ayer Kimi Raikkonen, poco pródigo en la situación de pole, se instaló en la posición más adelantada para la parrilla de salida del Gran Premio de Italia de hoy, hay argumentos para que el piloto inglés y Mercedes permanezcan en estado de alarma.

Raikkonen se ha convertido en termómetro sobre el potencial de Ferrari durante los últimos años. Para comenzar, en sus dieciséis años en la F-1 -incluyendo el presente-, nueve los ha finiquitado en el Top 5 y actualmente es tercero, lo cual habla de un piloto regular que permite intuir el valor mecánico de su bólido.

Por otra parte, ha compartido el garaje de Ferrari con Fernando Alonso y Sebastian Vettel. Durante la estancia del asturiano en la Scuderia, se cuestionaba si era el piloto o era el coche el incapacitado para conquistar el título, pero con la llegada de Vettel, otro piloto campeón del mundo, quedó evidente que la insuficiencia era del monoplaza; Vettel, manos contrastadas, ha cerrado hasta la fecha tres campañas en Ferrari y no ha culminado. Pero este curso, el cuarto del germano en Maranello, ha adquirido unos tintes que invitan a pensar que esa mejoría técnica es realidad.

Raikkonen, que ha trabajado para Sauber, McLaren, Ferrari, Lotus y de nuevo Ferrari, donde lleva los últimos cinco años, ha sumado dos poles durante prácticamente la última década. Ayer fue el más rápido. No lo era desde Mónaco 2017. Retrotrayéndose más en el tiempo, su anterior pole data de Francia 2008. Registros para alimentar el optimismo en Ferrari. También Vettel arroja síntomas de poseer una máquina remozada. En 2017 amasó cinco victorias; en 2018, con ocho carreras aún por celebrarse, ya alcanza los cinco triunfos. De modo que Hamilton atesora la razón. Mercedes contempla motivos objetivos para sentir amenazada su hegemonía, el expolio de la gloria que ha acometido los cuatro años antecesores, contados por títulos. “No podía ir más rápido”, lamentaba ayer Hamilton, no obstante satisfecho por la tercera plaza -“fue una clasificación fantástica”, largó-, proyectando resignación sobre lo que atisba como una mutación: el Ferrari es más rápido que el Mercedes.

Desde 2014, Mercedes ha sido apisonadora en Monza; cuenta cuatro poles (firmadas por Hamilton) y cuatro triunfos (tres Hamilton y una Rosberg). La última pole ferrarista en el Autodromo Nazionale así como su victoria más reciente están fechadas en 2010, con Alonso al volante. Para encontrar dos Ferrari copando la parrilla de salida de Monza hay que remontarse al 2000. Por tanto, la tendencia se ha quebrado. Asoma el cambio. Raikkonen varió ayer el signo de la historia reciente. Incluso, pulverizó el récord del circuito, obra de Juan Pablo Montoya en 2004. El finlandés detuvo el crono en 1:19,119 y el colombiano lo hizo en 1:19,525.

“Monza -por aquello del significado del localismo- es el mejor sitio para conseguir la primera posición. Había estado cerca en otras ocasiones, pero nunca la había logrado con Ferrari”, expresó con su 18ª pole Raikkonen, que -por algo le dicen Iceman- disipó ipso facto la euforia: “Solo hemos hecho la mitad del trabajo”. Kimi estará escudado por el patrón Vettel, dispuesto el germano a dar otro bocado a los 17 puntos de ventaja del líder Hamilton, tercero ayer, y con un halo de pesimismo al atisbar que Ferrari reverdece su glorioso pasado.