Lo más reseñable de la etapa fue la salida. Después de que el martes la fuga llegara, la gente estaba con los colmillos afilados. Se notó esa tensión de cuando hay ganas de pelea. Como el día anterior el Sky dio pie a que llegara la escapada, el final en Roquetas también anunciaba un final similar. Además, lo equipos de los esprinters no tenían intención de tirar porque era un terreno muy incómodo, que iba a desgastar mucho y sin muchas garantías para que llegaran los hombres rápidos. El pelotón fue prácticamente en fila de a uno durante 30 kilómetros, hasta el 55, cuando se hizo la fuga. Nos descolgamos unos por ahí y solo quedaron 70 corredores en el pelotón. La fuga se seleccionó a base de arrancadas. Con tanta gente es complicado que se trabaje en la misma dirección. Demasiados intereses. Simon Clarke ganó. Nuestra opción era Villella, pero se le fue el caballo. Perdimos una buena oportunidad. El Sky llevó el ritmo por detrás, pero con el desgaste que le suponía mantener el liderato y una vez comprobado que nadie estaba dispuesto a colaborar, decidieron perder el maillot voluntariamente. Evitaron el trabajo de ir a por una fuga de 25 ciclistas. Rudy Molard se encontró con una gran sorpresa y es el nuevo líder de la Vuelta. Aprovechó la oportunidad de oro que le ofreció el Sky y ahora peleará por mantener el liderato.
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