Las figuras de Eduardo Berizzo (Cruz Alta, Argentina, 1969) y Mauricio Pellegrino (Leones, Argentina, 1971), de estreno al frente de Athletic y Leganés, respectivamente, brillarán con fuerza esta noche en la puesta de largo de dos proyectos que arrancan con objetivos bien distintos. Si Europa es el reto que se marcan los leones, la permanencia es la meta soñada por los pepineros, que visitan La Catedral con aires renovados en la banda, donde el librillo de Asier Garitano ha sido sustituido por el de Pellegrino, destinado a reencontrarse con un viejo conocido en su regreso a la liga. El técnico argentino, a los mandos del Southampton el pasado curso y del Alavés hace dos temporadas, debutará oficialmente con el cuadro madrileño en el nuevo hogar de Berizzo, un compatriota al que le unen y separan distintos pasajes del pasado. Ambos, no en vano, han visto cruzadas sus trayectorias deportivas desde que militaran en el fútbol argentino en la década de los noventa, época en la que ejercían como centrales de jerarquía.
El ahora entrenador del Athletic, después de defender los colores de Newell’s Old Boys (1988-93) y Atlas (1993-96), formó parte del River Plate entre 1996 y 2000, un periodo de cuatro años en el que se midió en un buen puñado de ocasiones a Pellegrino, quien lanzaba su carrera en Vélez Sarsfield. Recordada en Argentina es, por ejemplo, la final de la Recopa Sudamericana de 1997 disputada en Japón, en la que el equipo del actual técnico del Leganés se llevó el gato al agua en la tanda de penaltis (4-2) para lamento de Berizzo, quien compartía vestuario con Roberto Bonano, su tercer ayudante técnico en la actualidad. Ese mismo año, la selección argentina unió a ambos. Ocurrió en la Copa América, cita en la que los dos fueron convocados por Alejandro Sabella.
Un año después, Pellegrino dio el salto a Europa de la mano del Barcelona, mientras que Berizzo probó fortuna en el Olympique de Marsella en 1999, un año antes de que su etapa en River Plate tocara definitivamente a su fin. Fichó entonces por el Celta de Vigo, club al que posteriormente dirigiría como entrenador. Los banquillos, de hecho, siempre parecieron tener un lugar reservado para Berizzo y Pellegrino, quienes regresaron a su país tras colgar las botas para estrenarse como entrenadores. El destino se encargó de volver a entremezclar sus vidas en 2011 al figurar ambos como candidatos para sustituir a Sabella a los mandos de Estudiantes de la Plata. El de Cruz Azul se tomó una especie de revancha personal al ganar la carrera y ser el elegido, aunque renunció meses después por los malos resultados. En 2013 fue Pellegrino, quién si no, quien cogió las riendas de Estudiantes. El de Leones, que había sido destituido en el Valencia durante el curso previo, firmó mejores resultados que su compatriota y tras pasar por Independiente (2015-16) se comprometió en el verano de 2016 con el Alavés, recién ascendido a Primera División.
Berizzo, entonces, cumplía su tercera y a la postre última temporada como timonel del Celta tras haber entrenado previamente a O’Higgins en Chile. El desarrollo del curso 2016-17, el primero y el único en el que hasta la fecha han coincidido Berizzo y Pellegrino como entrenadores en la liga, tampoco iba a tocar a su fin sin que ambos vieran cruzados sus respectivos objetivos. Se midieron en la semifinal de Copa que enfrentó a Celta y Alavés y, como sucedió en 1997, fue Pellegrino quien salió victorioso.
Meses después, mientras negociaba con el Sevilla, el de Cruz Alta vio cómo Pellegrino sonaba como serio candidato para sustituirle en el Celta y, poco después, como alternativa a su propia figura para incorporarse al conjunto hispalense, último equipo al que ha dirigido Berizzo antes de aterrizar en San Mamés.LA PREVIA