berlín - Diez medallas, veinticinco finalistas y un quinto puesto en la clasificación por puntos, exactamente lo previsto por el director técnico, Ramón Cid, dejaron en los Europeos de Berlín un “moderado optimismo” en la Federación Española con miras a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

En Berlín compitió “medio equipo de Tokio” y la sensación que dejó el conjunto español -el más numeroso de la historia, con 96 atletas-, fue de haber alcanzado un punto de diversidad que permite abrir el abanico de opciones a nuevas disciplinas.

Los resultados se ajustaron, finalmente, a los vaticinios de Ramón Cid, pero por caminos a veces imprevistos. “Dije antes de venir que había 17 o 18 posibilidades de medallas y han cristalizado quizá las que no pensaba que tenían tantas opciones y se han escapado otras con las que contaba”, reconoció.

Bruno Hortelano, Óscar Husillos, Saúl Ordóñez y Álvaro de Arriba, que se han erigido con toda justicia en adalides de la nueva ola del atletismo español, estuvieron por debajo de las expectativas. Habían logrado grandes resultados esta temporada y quizá no supieron ajustar su pico de forma a los campeonatos de Europa, la gran cita del año para los españoles.

Nadie en su sano juicio podía exigir una medalla a Bruno Hortelano el año de su regreso tras el accidente de coche, pero los récords de España espectaculares que había logrado en 200 (20.04) y 400 metros (44.69) habían disparado las esperanzas de que pudiera subir al podio individual.

Sí estuvo en el cajón de relevos 4x400, pero Hortelano, que empuñó el cilindro para correr la última posta, hubo de confesar, tras llegar tercero a la meta, que España habría ganado el oro de no haber sido por un fallo: el suyo.

Husillos, con un parcial de 45.8 saliendo de tacos, y ya en lanzado Lucas Búa (44.62) y Samuel García (44.80) habían hecho postas primorosas. Bruno recibió con dos metros de ventaja sobre el belga Kevin Borlee pero cometió un error de novato: por una vez no hizo caso a su cabeza privilegiada, se dejó llevar por el corazón, apretó demasiado en el primer 200 y no supo repartir las fuerzas a lo largo de todo el giro.

Como dijo de sí mismo Saúl Ordóñez al quedar fuera en semifinales de 800, Bruno, que hizo un parcial de 45.56, “petó como un campeón” a media recta y Kevin Borlee, un experimentado “killer”, le dio matarile ya en los cuadros. En Barcelona 2010 el belga se había proclamado campeón individual pasando del quinto al primer puesto en los últimos 50 metros.

Hortelano regresa de Berlín con las ideas más claras: su reincorporación a la elite mundial es un hecho y el 400 no perdona el exceso de corazón.

Para Saúl Ordóñez la lección que ha de aprender trata del ajuste del pico de forma al momento justo de la temporada. Había hecho un récord de España estratosférico el 20 de julio en el 800 de Mónaco (1:43.65) y ya en los Nacionales de Getafe, donde fue batido por Álvaro de Arriba.

En Berlín no se detuvo su declive, y donde los analistas daban una medalla poco menos que segura, no hubo siquiera finalista. Lo fue, por el contrario, De Arriba, aunque siempre estuvo lejos de la batalla por el podio.

El salmantino se sabía en gran forma, pero una vez más la mente no estuvo a la altura de sus piernas. Tuvo dudas durante toda la carrera y sólo un arrebato de orgullo le llevó a desencadenar un brioso esprint... para eludir el último puesto en la final.

Por el contrario, la marcha volvió a dar la cara por el atletismo español. De no haber sido por sus cuatro medallas (de oro Álvaro Martín y María Perez en 20 km, de plata Diego García en 20, de bronce Julia Takacs en 50), el equipo español habría quedado lejos de sus propias previsiones.

El sector más deprimido en Berlín fue el de lanzamientos. España no consiguió una sola de las 96 plazas de finalista disponibles en las ocho pruebas, un resultado que no se había registrado en las siete ediciones anteriores. - Efe