MOSCÚ - “No es el vídeo el que va a pitar los partidos, sino el árbitro”. La entrada en escena del VAR (Video Assistant Referee) por primera vez en un Mundial ha centrado muchas conversaciones en vísperas del arranque del torneo ruso. El sistema lleva desde 2016 dando para enormes debates y presenta tantos detractores como partidarios. Los hay que consideran positivo reducir al mínimo los errores arbitrales y también quienes piensan que son parte de la chispa del fútbol. También generan polémica los parones provocados por la toma de decisiones desde la sala de vídeo, aunque la FIFA insiste en que merece la pena y, sobre todo, en que el factor humano primará siempre.
Y es que el VAR, no confundir con la tecnología de línea de gol, la que se utiliza exclusivamente para dilucidar si un balón entra totalmente en la portería y que ya estuvo presente en el anterior Mundial, arrastra polémica desde el primer día. Se estrenó en diciembre de 2016 con motivo de las semifinales del Mundial de Clubes entre el Kashima y el Atlético Nacional y aquel día Viktor Kassai señaló un penalti a favor del conjunto japonés por indicación del videoarbitraje. La señalización llegó dos minutos después de que se produjera la acción y con polémica, pues el jugador objeto de la falta podría estar en fuera de juego. Además, surgió una pregunta lógica: ¿qué habría ocurrido si el rival hubiera marcado en esos dos minutos entre la acción del penalti y su señalización? Esas incógnitas, y otras, siguen vigentes a día de hoy.
El sistema de videoarbitraje, utilizado ya en ligas como la alemana o la italiana y que el próximo curso entrará en vigor en España y Francia, funcionará en cuatro supuestos: goles (además de lo que dictamine la tecnología de línea de gol, incide en otros aspectos como posibles faltas, fueras de juego o goles marcados con la mano), penaltis (si ha habido acción sancionable o una señalizada no ha sido), tarjetas rojas (si una acción sancionada con amarilla merece mayor castigo) e identificación de jugadores en acciones punibles.
La iniciativa para recurrir al vídeo debe ser del asistente que está siguiendo el partido desde la sala de operaciones del VAR y no del árbitro, aunque este también puede tomar la decisión en casos muy definidos. Si el colegiado no está de acuerdo con alguna de las decisiones fruto del rearbitraje, tendrá la posibilidad de revisar la acción en la banda mediante una pantalla y será su criterio final el que se imponga. Cualquier cambio deberá ser comunicado a los dos equipos y también al público.
Los medios internacionales desplazados a Rusia tuvieron la oportunidad de conocer los entresijos de las instalaciones del VAR, ubicadas a las afueras de Moscú, en el Centro Internacional de Retransmisiones. Se trata de dos salas con numerosas pantallas de televisión donde se sentarán los cuatro asistentes que deberán ayudar a los árbitros. Sobre la forma de proceder, Massimo Busacca, responsable de arbitraje de la FIFA, explicó que “tenemos a trece personas solo para el VAR, aunque no todos serán asistentes principales. Después, tenemos seis o siete árbitros más que pitarán partidos y también pueden hacer estas funciones. Es decir, unas veinte personas dedicadas al videoarbitraje”. Además, destacó que el plan es que estos árbitros asistentes de vídeo solo intervengan en un encuentro diario, aunque si es necesario repetirán porque “la FIFA busca la calidad”.
Serán un total de 33 cámaras -se ampliarán a 35 a partir de octavos de final- las que se utilizarán para transmitir unas imágenes que llegarán a la sala del VAR mediante fibra óptica y, en caso de posibles problemas técnicos, también vía satélite. Se activarán cuatro videoarbitrajes en cada contienda: el primero analizará las jugadas polémicas, el segundo seguirá el choque en vivo de principio a fin, el tercero se centrará en los fueras de juego y el cuarto ejercerá de apoyo. Además, entre las cámaras de los estadios, habrá varias que grabarán en cámara lenta lo que suceda sobre el césped. Estas se utilizarán sobre todo para decidir si hubo contacto en una pena máxima o si el balón entró en la portería.
Además, Busacca hizo hincapié ayer mismo en que el tiempo que se pierda en la revisión de las jugadas -se estima que sea entre medio minuto y un minuto en cada una de ellas- se añadirá al final del duelo. “Durante el Mundial de Brasil se jugó de promedió 57 minutos en cada partido, lo que supone que durante 33 el encuentro estuvo detenido y es algo que se admite. El VAR es un elemento importante que requiere tiempo. ¿Son importantes unos segundos en una decisión vital? Cada segundo que se pierda por el VAR se recuperara”, confirmó.