Hernani - En el frontón Galarreta de Hernani se reunieron ayer unos cuantos amigos para acompañar al remontista más laureado de la historia, un Koteto Ezkurra que, tras el emotivo anuncio de que el próximo 29 de septiembre colgará la cesta de forma definitiva, analizó cómo se fraguó su adiós y qué espera en el futuro: para él y para su modalidad.
¿Cuándo se empieza a plantear en serio la opción de retirarse?
-La empiezo a barruntar en otoño de 2017. Después del verano llegaba el Campeonato de Parejas y yo acababa de salir de una lesión. Fue entonces cuando empecé a pensar que no sabía si me apetecía mucho jugar el torneo porque soy un pelotari que, cuando salgo a la cancha, lo doy todo, y veía que la cabeza me andaba más rápido que el cuerpo. Además, había comprobado que, cuando me encontraba muy bien físicamente, me rompía. Así que decidí comunicar a la empresa que no iba a jugar el Parejas. Aunque valoro mucho cualquier partido que juego, al no estar en ninguna competición, porque al Individual ya había renunciado antes, me empezó a pasar por la cabeza que, después de 28 años como profesional, necesitaba una buena salida. Y como en los últimos partidos que estoy jugando con los mejores estoy dando un buen nivel, creo que me voy a ir por la puerta grande.
¿Comparte esos pensamientos con alguien más?
-Sobre todo con mi mujer y con mis dos amigos, Iñaki (Gaztelu) y Patxi (Zeberio). Les digo que empiezo a tener sensaciones de que igual me tengo que ir.
¿Y qué le dicen?
-Que les parece fenomenal. He madurado la idea con ellos, pero sobre todo con mi mujer y mi familia. Al principio estaba yo mejor que ellos, pero ahora a mi mujer le da más pena que a mí, que ya he digerido la idea. A mi familia le tengo que agradecer todo: que me trajeran en coche cuando no tenía carné, que hayan estado siempre encima mía... Hemos vivido mil momentos bonitos.
Y ahora, ¿qué?
-Mi vida es muy sencilla. Soy muy básico y me encanta disfrutar de la vida. Ahora tengo otra ocupación, tengo mis cosas, mi familia me vuelve loco y me gusta disfrutar con mis amigos. La vida que voy a llevar va a ser un poco parecida a la que he llevado hasta ahora, pero sin jugar. Se trata de dar carpetazo a una etapa.
¿A qué se dedica?
-Estoy en una tienda grande que se dedica al tema de las motos. Es propiedad de un íntimo amigo y la verdad es que tengo mucha libertad. Me siento como en casa y es un poco lo que necesito. Después de haber campado a mis anchas por el mundo durante los últimos 30 años, esto me da la posibilidad de andar un poco libre. Por ahí va a ir mi vida.
¿Cómo se imagina el día de su despedida en el frontón?
-Supongo que se me vendrán encima todos los recuerdos y entraré como en un bloqueo. Será un mal trago, pero un mal trago bonito. Me deshago en elogios con toda esa gente que ahora tiene 70 años o más y que me vieron debutar con 16. Guardo relación con ellos y con sus familias. Para mí el Galarreta ha sido mi casa, mi familia y adoro a la gente que viene aquí.
¿Seguirá acudiendo al frontón?
-Por supuesto. Es una rutina. Yo los jueves corto lo que estoy haciendo y vengo. Después nos vamos a cenar o lo que sea. No hay que dejar morir las cosas ni las amistades.
¿Echará una mano a la empresa?
-Agradezco a la empresa que abra esa puerta, pero primero tiene que acabar todo y tengo que situarme bien en mi nueva vida. No sé qué haré, pero siempre he sido una persona que he ayudado en todo lo que he podido.
¿Cómo deja el remonte?
-Muy tocado del ala. Llevamos cinco años poniendo todo lo que podemos de nuestra parte, pero está en un momento crítico y dependemos de muchas cosas. Es la pescadilla que se muerde la cola: si el remonte profesional se resiente, las escuelas se resienten, la afición se resiente? Pero a ver si a base de trabajo lo sacamos adelante. Yo, por suerte o desgracia, lo tengo que dejar, pero ayudaré desde donde esté. - J.L.