- Hace dos semanas que ha terminado la Liga Guerras Iberdrola de balonmano y todavía es pronto para asumir que Patri Elorza no volverá a pisar un parqué vestida de corto nunca más. La vitoriana, a sus 34 años, ha dado por concluida una brillante carrera profesional. No ha sido una decisión en caliente. Era algo que ya tenía decidido hace un tiempo. Entiende que su tiempo como deportista ha terminado. DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha querido estar con ella para repasar lo que ha sido una trayectoria de quince temporadas al más alto nivel. La cita es en Lasesarre, Barakaldo, el último pabellón que ha disfrutado con su juego. Acude a la llamada acompañada de su padre Félix, el actual presidente el Eharialdea, el club de balonmano femenino de referencia en Vitoria.

Hace gala una vez más de su carácter tranquilo a la hora de afrontar el repaso a lo que ha sido su época de profesional. No deja escapar emoción alguna cuando evoca cosas del pasado. Se siente una afortunada por todo lo que ha vivido y reflexiona acordándose en muchos momentos de las personas que le han rodeado y sobre todo de los que le han aupado hasta lo más alto del balonmano. La primera pregunta de la charla es obligada, por qué ha decidido retirarse ahora. Patri entiende que es algo natural, que en algún momento se debía dar. “Lo tenía decidido desde antes de empezar esta temporada. Pero me llamó el Zuazo, conocía el club de mi primera época y a varias chicas que estaban. Por eso decidí alargar un año más mi carrera. En cualquier caso, no ha sido una cosa que haya decidido durante el curso. Tengo 34 años y creo que es el momento de dar paso a otra vida. Llevo mucho tiempo jugando”, cuenta con naturalidad.

No ha habido lugar a la duda. Sabía que en 2018 se acababa. Y eso que estaba al lado de casa, que el día a día era más llevadero junto a los suyos y que físicamente se encontraba bien. Incluso el entrenador del Hotel Gran Bilbao Zuazo de la próxima temporada, Joseba Rodríguez, le llamó hace unos días para decirle que contaba con ella si decidía renovar otro ejercicio más. Pero no. “Lo tenía claro. Le dije que era una decisión ya firme y que al 99,9% no había marcha atrás”.

En el momento del adiós es inevitable echar la vista atrás y comenzar a repasar lo que ha sido su vida deportiva, desde sus comienzos incluso. La casualidad quiso que aquella chica que empezó jugando en el patio de su colegio acabaría siendo varios años después medallista olímpica. “Me acuerdo cuando jugábamos a minibalonmano con el equipo de Luis Dorado en aquellas canchas al aire libre, de los viajes en los coches de los padres a Amurrio, del frío que pasábamos?”, narra con un punto de sentimentalismo. El caso es que si el padre de una amiga no se hubiese decidido a sacar un conjunto de balonmano, tal vez Patri Elorza no se hubiese dedicado a este deporte y no habría conquistado lo que ha sumado.

En su baúl de recuerdos caben cosas más genéricas que particulares, colectivos por encima de personas individuales. Entiende la jugadora vitoriana que un club le ha llevado a otro y que un entrenador le ha dado la suficiente confianza como para que otro se fijara en ella y su carrera fuera a más conforme pasaban los años. “Me llevo por encima de todo las amigas que he hecho. Además un montón de buenos recuerdos. Son muchas vivencias con gente a la que aprecias. Muchos valores que se aprenden en este deporte como el sacrificio o el compañerismo”, describe Elorza.

Lo cierto es que cuando pasó del Ehari al Bera Bera en 2002 no pensó en que lograría todo lo que ha conseguido. Salía de Vitoria para enrolarse en una entidad más profesional y veía la opción de, al menos, vivir un tiempo de su deporte favorito. Pero por su cabeza no pasaban logros deportivos como jugar la Champions, defender la camiseta de la selección española o incluso vivir una experiencia en el extranjero. Salía de casa por primera vez con la mayoría de edad en su carnet de identidad y todavía hoy tiene muy presente cómo le resultó aquel año. “Al principio fue un cambio para mí y eso que me fui del Ehari con Ruth Calleja, que luego dejaría el balonmano. Volvíamos los fines de semana a Vitoria con su padre o el mío y eso que de Vitoria a San Sebastián solo hay una hora y cuarto”, evoca la medallista alavesa.

Su vitrina está repleta de éxitos. Tal vez por su carácter, el foco mediático no haya sido tan intenso como en otras compañeras, aunque se siente una privilegiada por haber disfrutado de cada momento. Al tiempo que se muestra inconformista entiende que sus condiciones como balonmanista han llegado hasta donde debían y que poco se puede reprochar. “Claro que me han quedado cosas por ganar (risas) y eso que no me quejo de lo que he obtenido. He sido muy afortunada de formar parte de equipos que han conseguido muchas cosas porque no todo el mundo tiene la suerte de estar donde he estado. Hay jugadoras mejores que yo que no han ido a la selección o a un club campeón de liga. Hay cosas que no están a mi alcance como la Champions, porque a equipos como el Gyor o Bucaresti no llego”, manifiesta Patri.

Se queda con el bronce del Mundial de Brasil en 2011 porque superaron las expectativas creadas y porque se trataba de su primera convocatoria nacional, aunque la dimensión de la medalla olímpica de Londres es otra y no se puede olvidar. “Fue un punto de inflexión porque mediáticamente se hizo más caso al balonmano, pese a que no se le da el trato que realmente merece”, reconoce. Se alinearon un elenco de jugadoras top -varias de ellas en activo hoy- que pusieron el balonmano femenino en una dimensión no vista hasta entonces.

Decepcionada por caer en Río ante Francia, Patri Elorza también lamenta que su experiencia en la liga francesa estuviera marcada por una lesión. “Recomiendo a todo el mundo salir al extranjero porque te enriquece, conoces otro idioma y otras maneras de ver el balonmano. Lástima que ese contratiempo me condicionara el rendimiento porque el nivel allí es muy bueno y no pude aprovechar la opción”.

A la vitoriana siempre le ha marcado la selección gala y a nivel doméstico el extinto Itxako de Estella. “Me acuerdo que una vez con el Castro les plantamos cara siendo ellas de Champions”, manifiesta quien tiene a Nerea Pena o Macarena Aguilar como compañeras referentes. Elorza guarda en su recuerdo un lugar privilegiado para la primera liga y copa que conquistó con el Bera Bera. Tal vez por ser los primeros que levantó. Ahora no entra en sus planes futuros seguir vinculada al deporte que tanto le ha dado. “No me veo capacitada como para llevar un equipo. Además quiero descansar los fines de semana”. De entrada quiere experimentar la sensación de no tener que volver a entrenar. Mientras, echa en falta más balonmano en Álava. “Nunca ha habido mucha promoción de este deporte y es difícil mantener los equipos en senior. Los niños no tienen ese referente. Es un trabajo de base”, zanja la última guerrera alavesa.