El futuro de Pedro Ruiz quedó marcado en la víspera de Reyes del presente curso. El zaguero de San Asensio, nacido en 1998, firmó con Aspe. La empresa se puso a contar los tiempos para establecer un calendario favorable para el crecimiento del guardaespaldas, cuya puesta de largo será el próximo 17 de junio en el estreno del frontón de Arrúbal. La historia del manista y su paso al profesionalismo está ligada a esa localidad. El primer día que fue a ejercitarse con la escuadra de Eibar fue antes de jugar un festival en el municipio riojano. “Había ido solo una vez a entrenar con Aspe, fue en una concentración en la que estábamos muchos pelotaris. Sin embargo, la empresa me llamó después de haber jugado un partido en Zumaia. Perdí 22-19, pero me salió el mejor encuentro de mi vida”, determina Ruiz. En el frontón estaba presente el aita de Jokin Etxaniz. El director técnico de la empresa le llamó al día siguiente para que acudiera a entrenar. Dicho y hecho. La misma tarde en la que se ejercitó bajo la tutela del preparador de Bergara jugó en Arrúbal. A partir de entonces, ha sido uno de los fijos en las sesiones de la promotora de Eibar. Ahora, el estreno del futuro profesional de San Asensio se une al descorche de la nueva cancha arrubalense.

“Estoy muy contento. Todos los que jugamos a pelota queremos llegar a este punto desde que somos pequeños. Una vez aquí, quiero disfrutar y dar el nivel en profesionales”, concreta Ruiz, quien determina que “ahora me va a tocar sufrir mucho, tanto entrenando como en los partidos, para ver si cojo el nivel que tiene el resto de los compañeros. De jugar en aficionados a profesionales hay un gran salto”.

Y es que, según confirma el pelotari sanasensiano, la diferencia radica en que “le dan más velocidad a la pelota y más veces, sin cometer errores”. “En aficionados, cuesta más aguantar los partidos sin fallos”, agrega la nueva adquisición de la empresa Aspe.

El propio pelotari Pedro Ruiz se define a él mismo como un zaguero potente, pero estuvo jugando hasta la edad juvenil en los cuadros alegres.

“Debido a ello, tengo una buena volea y buen aire”, añade el pelotari, cuya diestra es más potente que la zurda. “Después de una lesión, me puse a jugar de delantero con los mayores y vi que ese no era mi sitio. Estaba perdido. Todo el mundo me decía que, aunque jugara de delantero, mi lugar estaba en la zaga. Poco a poco, todo te lleva al lugar al que tienes que estar”, recuerda Ruiz, con un andamiaje corpulento y musculoso de 1,83 metros y 92 kilogramos.

trabajar en la velocidad “El zaguero necesita dar fuerte a la pelota y aguantar todo el partido. Hay que ser ágil y eso quizás es lo que me falla a mí”, confiesa el sanasensiano. Está haciendo hincapié en los desplazamientos y en el encuentro con el cuero. “Tengo que trabajar en la velocidad y en ponerme bien a la pelota. Todo viene del trabajo físico y de piernas. Estoy ensayando mucho con Jokin Etxaniz y se nota. Además, antes no usaba mucho la izquierda y la he mejorado bastante. La gente no se cree todo lo que he mejorado en tan poco tiempo. Meto muchas horas. Jokin Etxaniz se sabe todas las posturas y enseña muy bien”, remacha el riojano.

Además de su potencia, el zaguero de San Asensio se arregla muy bien en el mano a mano. “Al estar jugando de delantero todo ese tiempo, se me da bien el mano a mano. En diciembre gané en semifinales del Manomanista de La Rioja a Javier Zabala, un especialista, y la final a Petite, el primo de Untoria”, advierte.

entre san asensio y nájera La vida de Pedro Ruiz se divide entre el campo y el frontón. El riojano ayuda a su padre en las labores el campo. Por ello, tiene las manos muy duras. “No suelo sufrir nunca problemas en las manos, que son duras del campo y de haber jugado a pelota desde muy pequeño. Voy del campo al frontón y siempre tengo una pelota en la mano”, analiza el zaguero, cuyos referentes en la profesión son “Merino II y Zabaleta”.

“Toda la vida ha habido afición en San Asensio, pero nunca había debutado nadie. Está todo el pueblo ilusionado”, determina el zaguero Pedro Ruiz, quien apostilla que “nuestro frontón es muy pequeño y nuestra escuela alcanza solo hasta cierto nivel. Tuve que ir hasta la localidad de Nájera para poder llegar más alto”.