FOLGARIA - Instintivamente, en el Astana, el equipo del firmamento kazajo, todos miran al cielo para comunicarse con Michele Scarponi, que sigue cuidando de los muchachos aunque él no esté entre ellos. Es la memoria viva del amigo ausente. A Scarponi se lo llevó un accidente fatal en su pueblo justo después de ondeara su bandera en lo más alto del Tour de los Alpes. El destino y la fatalidad se dieron la mano. Todos rememoran a Scarponi en la escuadra kazaja desde entonces. El pálpito del recuerdo también late en Pello Bilbao (Astana), que escaló al cielo para ofrecerle un triunfo rotundo a Scarponi, cuyo última alegría la vivió en la carrera que le ha sacado la sonrisa a Pello Bilbao, vencedor dos años después de que colgará su alegría en el Tour de Turquía. “Siempre lo tenemos en mente y lo recordamos cada día cuando corremos. Estoy feliz de lograr este maillot y se lo quiero dedicar a él. Me he inspirado en él”, dijo Pello Bilbao, primer líder de la carrera que rinde culto a las montañas, a los viejos y rotundos Alpes. También a Michele Scarponi.

Aunque el trozo de felicidad lo arrancó con una ataque corajudo en el descenso de Serrada, un puerto largo, sin demasiada chepa. “He visto que había un par de curvas húmedas y me la he jugado. No siempre hay que atacar subiendo. Era mi oportunidad y la he aprovechado”, relataba a DNA el gernikarra tras recibir el masaje en un hotel enroscado a un palmo de la línea de meta, su paraíso. “No son malas vistas”, decía Pello Bilbao, feliz tras rappelar con celeridad la montaña en la que Froome mostró la pechera de general y cuyo tobogán le alcanzó para subirse a una victoria muy “especial”. “Sabía que tenía que aguantar. Los teníamos a 30 metros. Miguel Ángel López (su compañero) cerró el hueco que había y en la bajada se me ha abierto la puerta”. La victoria la urdió el gernikarra en medio de la confusión, de un grupo que engordó en el descenso, entre curvas con el piso resbaladizo.

El plan, empero venía de lejos cuando Pello Bilbao apostó por el Astana con un contrato de un solo año, algo extraño en un mundo que adora la zona de confort y el tiempo de adaptación. “Confiaba en mí. Sabía que tenía dar ese paso para seguir creciendo”, exponía el gernikarra. Aunque le costó asentarse en una campaña repleta de aristas, Pello Bilbao protagonizó una buena actuación en la Vuelta a España y Astana le renovó. A dos kilómetros del remate de la jornada inaugural del Tour de los Alpes, Pello Bilbao, que emitió buenas señales en la Itzulia -fue octavo en la general final-, se destapó. “Después de la Itzulia es cuando mejores piernas suelo tener. Cuando gané en Turquía también fue por estas fechas”, recordaba el vizcaíno.

Voló Pello, que es ligero como un colibrí, en un descenso en el que se asemejó a un halcón peregrino. Rapaz. Kamikaze. Así apresó una victoria sensacional ante la corona de Froome (Sky), altivo en Serrada, un puerto sin fin, que servía de balcón infinito de Folgaria, donde Pello Bilbao entró sin sombra amenazante porque el segundo fue Luis León Sánchez, su colega del Astana, al que saludó después sentado en un banco. El murciano, como secante, se encargó de Iván Sosa (Androni). En ese pueblo de Trento encajado entre montañas revoloteó de felicidad Pello Bilbao. Hace una año, el añorado italiano venció la primera etapa del Tour de los Alpes y se puso de líder. Al igual que entonces Pello Bilbao cambió el celeste del Astana por el ciclamino, un color italianísimo. El gernikarra ganó a la italiana. “En río revuelto, ya se sabe...”, analizó el vizcaíno. Se sujetó Pello Bilbao a la carrera con los dientes del resistente cuando se le saltaron las costuras a la camisa de los elegidos. Froome dejó huella en cuanto le retó Fabio Aru y sacó pecho Pinot. El británico, que se defendió atacando, tensó la carrera. Su latigazo solo dejó a cuatro hombres en cabeza al coronar el puerto: Froome, Pinot (FDJ), Pozzovivo (Bahrain) y George Bennet (Lotto NL).

resistir para ganar Pello Bilbao asistía al desmembramiento, pero no entró en pánico. Les separaban treinta metros. Eso le rescató para el posterior festejo y la peana. Interpretó la carrera de maravilla. La superioridad del Astana, con cinco corredores en un grupo de quince, le serenó. El vizcaíno actuó en el momento preciso, cuando se apagó el sofocón de una subida con lava. A Pello Bilbao se le encendió el alma en el descenso. Rueda de fuego.

“Después de una subida complicada por los ataques, pude volver al grupo y en el descenso vi la oportunidad”. Se lanzó en picado. “Logré un hueco pero no sabía si podría mantenerlo porque no tenía referencias de cómo había quedado el grupo”, destacó Pello Bilbao, al que le esperaba una pendiente a modo de lanzadera hacia el gozo. El gernikarra se sumergió en el esfuerzo, alzando la cabeza solo para respirar. Se desprendió del retrovisor, donde brillaba la estrella de Froome y dorsales con galones. Convencido, estrujando el manillar por la parte de abajo, el gernikarra soltó las manos para airearlas en la gloria. “Es una victoria muy especial, no solo porque llevaba dos años sin ganar, sino por ganar a gente de esta calidad”, se sinceró el vizcaíno, que defenderá el liderato hasta el final. “No voy a arrojar la toalla”, anunció Pello Bilbao. Se lo enseñó Scarponi. Su inspiración.

Primera etapa

1. Pello Bilbao (Astana)3h26:41

2. Luis León Sánchez (Astana)a 6’’

3. Iván Sosa (Androni)m.t.

4. Thibaut Pinot (FDJ) a 10’’

5. Christopher Froome (Sky)m.t.

General

1. Pello Bilbao (Astana)3h26:41

2. Luis León Sánchez (Astana)a 10’’

3. Iván Sosa (Androni)a 12’’

4. Thibaut Pinot (FDJ) a 20’’

5. Christopher Froome (Sky)m.t.