Vitoria - Era consciente de que su edad (55 años) aumentaba de forma exponencial el riesgo en una prueba que ya de por sí resulta extrema. Sabía que el desafío que suponía recorrer en bicicleta una travesía polar en Alaska de casi 700 kilómetros exigía algo más que temple y experiencia. Era consciente de todo eso y aún y todo decidió jugársela al otro lado del mundo. Pero los peores pronósticos se cumplieron y la aventura del vitoriano Juan Carlos Nájera terminó ayer de la peor manera. Abandonó la Idita Bike Extreme por culpa de una fisura en sus costillas que se produjo en una caída mientras se entrenaba en los días previos al comienzo de la prueba. Aunque el ciclista trató de aguantar como pudo el dolor en las horas posteriores e incluso tomó parte en la salida el pasado lunes, conforme fueron avanzando las jornadas las molestias en esa zona abdominal lejos de remitir se agudizaron, teniendo finalmente que echar el pie a tierra a mitad de camino -había completado 160 kilómetros-, cuando estaba a punto de llegar al Ecuador de la misma. “En la vida hay decisiones que cuestan afrontar y una retirada probablemente sea una de las más difíciles. En toda mi vida deportiva, es la segunda vez que no termino una prueba. La primera, en la Crocodile Trophy de Australia, que me tuvieron que evacuar en helicóptero tras atropellar a un canguro, y esta que, para ser lo más honesto posible, ya no tenía fuerza”, aseguró el ciclista en su canal de Facebook. El objetivo del vitoriano pasaba por recorrer en apenas una semana los 643 kilómetros que separan Archorage y McGrath, lo que se iba a traducir en unas jornadas maratonianas de casi 100 kilómetros diarios de pedaleo donde apenas habría tiempo para dormir más allá de dos o tres horas al día. En estas condiciones tan adversas a las que habría que añadir las bajas temperaturas (entre -20º y -40º), el desgaste físico y mental estaba siendo enorme y soportable hasta que la fisura comenzó a impedirle respirar con normalidad y, ni mucho menos, pedalear a lomos de su fat bike. De modo que muy a su pesar -el coste económico de este proyecto le había costado cerca de 6.000 euros- y aconsejado por los servicios médicos de la organización, Nájera abandonó la prueba con el sabor amargo de la derrota por no haber sido capaz de cumplir un objetivo para el que creía estar preparado. “Podría buscar mil excusas pero la que mejor resume todo es esta: esta pasada noche me he caído en tres ocasiones y no es cuestión de poner mi vida en peligro ni tampoco la de quienes me acompañan. Me proponían hacer un agujero en la nieve, hacer fuego y dormir. Si pensara que esa era la solución, no lo hubiera dudado pero, simplemente, no recuperaba, sudaba muchísimo e iba a menos”, añadió. Quizá con el paso del tiempo y un poco más de perspectiva vuelva a intentarlo el año que viene. Sería entonces su cuarta participación en una prueba de dureza extrema tras las que ya firmó en 1996, 1998 y este 2018, donde solo habían osado tomar parte en la salida 35 ciclistas de todo el mundo. El vitoriano era el único español.