La familia que compite unida permanece unida. Este podría ser el lema de los Juegos de Invierno de Pyeongchang donde 46 grupos de hermanos toman parte en las diferentes disciplinas. El caso más significativo es el del equipo de hockey de Suiza donde forman Nina, Isabel y Monika Waidacher y las gemelas Sara y Laura Benz. Para los letones Andris y Juris Sics esta cita coreana es su cuarta presencia en unos Juegos en luge, lo mismo que para el galo Simon Fourcade, cuyo hermano Martin ganó la prueba de biatlón en su tercera participación olímpica.

Los neozelandeses Beau-James, Jackson y Byron Wells participaron en el freestyle y aún ha faltado el hermano mayor, Jossi, que tuvo que renunciar por una lesión. En la misma modalidad compitieron las canadienses Justine y Chloé Dufour-Lapointe, que en Sochi lograron el oro y la plata, aunque en Pyeongchang solo la primera logró medalla, la plata. Las estadounidenses Monique Lamoureux-Morando y Jocelyne Lamoureux-Davidson van por su tercera medalla en hockey, ya que el jueves disputarán la final ante Canadá. El equipo de EEUU resulta muy familiar ya que, entre otros, en el esquí de fondo cuenta con tres parejas de hermanos: Erik y Sadie Bjoernsen, Reese y Logan Hanneman y Caitlin y Scott Patterson, para quienes son sus terceros Juegos. También es la tercera participación olímpica de patinaje de velocidad de los canadienses Charles y François Hamelin.

En el conjunto danés de curling forman Denise, Madeleine y Oliver Dupont y los austriacos Teresa y Luis Stadlober siguen los pasos de sus padres, Alois y Roswitha, que también fueron atletas olímpicos. Y por su procedencia llaman la atención los hermanos tailandeses de esquí de fondo Mark y Karen Chanloung, que nacieron y viven en Italia, pero ahora representan al país de sus padres.

Con dos países diferentes De todas ellas la historia más entrañable es la de las hermanas Marissa y Hannah Brandt, residentes en Minnesota y que han competido por dos países distintos en hockey: la primera por Corea y la segunda por Estados Unidos. La explicación es que la primera de ellas fue adoptada cuando apenas había cumplido cuatro meses y Greg y Robin Brandt pensaban que no iban a poder tener descendencia de forma natural. Menos de un año después, llegó al mundo Hannah y ambas compartieron deporte y educación hasta la universidad. Ahora los Juegos de Pyeongchang las han separado, pero solo para competir.

Marissa Brandt había decidido dar un giro a su vida tras concluir los estudios universitarios mientras su hermana Hannah era una de las indiscutibles en la selección estadounidense. Pero la entrenadora de porteras de Corea tenía muchas conexiones con Minnesota y descubrió a la mayor de las hermanas Brandt como una de las posibles integrantes del equipo anfitrión. 25 años después, Marissa recuperó la nacionalidad coreana y su nombre original, Yoon-Jung Park, para regresar a sus orígenes sin saber una palabra del idioma ni haber mamado la cultura coreana en toda su vida.

“No podía haber salido mejor”, confiesa Hannah Brandt, “estamos cumpliendo dos sueños al mismo tiempo”. Además, su hermana ha podido ser protagonista de un hecho histórico y formar parte del equipo unificado de las dos Coreas. “Me siento orgullosa de haber dado el paso. Además, espero poder ser una inspiración para las chicas jóvenes de Corea”. Los Brandt han tenido que dividir su atención en Pyeongchang, pero al menos no han visto a sus dos hijas enfrentarse.