ormaiztegi - En un paraje idóneo para el Yeti, el esquivo mito del hombre de las nieves, que persiguen los entusiastas de las leyendas y los cazadores de criaturas fantásticas, Felipe Orts (Ginestar Delikia), una realidad de carne y hueso, dejó su profundísima huella en Ormaiztegi, por delante de Javier Ruiz de Larrinaga (MMR Spiuk) y Aitor Hernández (Specialized-Ermua) , que cerró el podio. El circuito era un témpano, atrapado el pueblo por la borrasca que dejó nieve, muchísimo frío y amasó barro suficiente para descorazonar a quienes se alistaron a una aventura tremenda, a un reto tremendo. Si en Abadiño el agua convirtió el trazado en un lodazal y, por momentos, un mar embravecido en los charcos, pozos profundos, Ormaiztegi metió en un frigorífico a los osados que decidieron adentrarse en un paisaje de aspecto siberiano, pura tundra, que aplastó a todos. “La verdad es que cuando ha terminado la carrera he notado un golpe muy repentino de frío y he tardado en acudir a podio porque había que entrar en calor como fuese. Las condiciones han sido durísimas en cuanto a temperaturas y precipitaciones previas a carrera, y han dejado un circuito muy, muy complicado”, analizó el ciclista alavés.
La prueba fue un infierno blanco, una tortura debido a una condiciones durísimas, extremas. Con el termómetro castañeando los dientes, se dio la salida a la carrera, una invitación a la supervivencia, a correr rápido para entrar en calor y aliviar el dolor que produce el frío profundo, ese que duele de solo pensarlo. Felipe Orts se encendió desde el arranque. Metió el turbo y en la primera vuelta el alicantino abría camino sin compañía, redactando su discurso solitario. Nadie puedo rastrearle. No había cordada. Javier Ruiz de Larrinaga y Aitor Hernández se midieron por detrás de él, a cierta distancia, en una pugna cerrada. Dominaba Orts, varios cuerpos por encima de sus rivales, hasta que un pinchazo le frenó. Le clavó. Tieso por el incidente. Eso facilitó que el alavés y el vizcaíno enlazaran con Orts. El entente no duró demasiado porque el alicantino viaja a otra velocidad y adquirió una renta insalvable para sus competidores. Imposible de domesticar. “Felipe ha vuelto a demostrar estar intratable y será muy difícil que nadie pueda aspirar a quitarle el título elite el domingo que viene”, reflexionó Ruiz de Larrinaga.
Con Orts liberado, desencadenado, el ciclista de Ametzaga de Zuia pudo en el duelo con Aitor Hernández, que perdió unos segundos ante el alavés. El de Ermua, tercero, recuperó sensaciones respecto a Abadiño al dejar atrás el virus estomacal que le había debilitado el sábado. “Estoy contento de volver a estar bien y, especialmente, en una carrera tan dura y con tanto frío como la que hemos tenido. Ha habido mucho barro, algo que seguramente también tendremos la semana que viene en Legazpi, en el Campeonato de España, en el que pelearé por subirme otra vez al podio”.
Ajeno a lo que ocurría en su espalda, Felipe Orts, sin sombra que le siguiera, -solo reconocible la dentadura, pintado por el barro, como una figura de chocolate-, celebró el triunfo por todo lo alto. Cruzó el alicantino, la meta y elevó la bicicleta al cielo tras una carrera en los límites de la resistencia. De hecho, en sub’23, Jon Munitxa dominaba claramente la prueba pero tuvo retirarse por culpa del frío. Mikel Mujika aprovechó la circunstancia para vencer. Por otra parte, en categoría femenina, Olatz Odriozola (Bizikleta.com) era la gran favorita entre las féminas y venció con enorme solvencia. Por detrás de Odriozola, entró Lierni Lekuona (Bizkaia-Durango) y Sandra Trevilla (Río Meira).