Duración: 58:30 minutos de juego.

Saques: 1 de Olaizola II (tanto 22) y 3 de Víctor (tantos 3, 6 y 19).

Pelotazos: 445 pelotazos en juego.

Tantos en juego: 4 de Aimar, 1 de Imaz y 9 de Víctor.

Errores: 2 de Aimar, 5 de Imaz, 9 de Víctor y 7 de Albisu.

Marcador: 0-1, 1-1, 3-2, 3-3, 4-3, 4-4, 5-4, 9-5, 10-6, 14-7, 15-12, 15-13, 16-13, 16-14, 17-14, 17-15, 18-15, 18-16, 18-18, 19-19, 19-20, 20-20 y 20-22.

Botilleros: No hubo botilleros al ser las dos parejas de la misma empresa, Asegarce.

Incidencias: Partido correspondiente a la cuarta jornada de la liguilla de cuartos de final del Parejas de Primera disputado en el Adarraga de Logroño.

LOGROÑO - Con cinco tantos en juego fue suficiente en el Adarraga de Logroño para Aimar Olaizola y Ander Imaz. No necesitaron más. Eso, un saque y dar un pelotazo más que Víctor Esteban y Jon Ander Albisu, que se esforzaron durante toda la cita en pegarse tiros en el pie, en encontrar nubarrones y negar sus opciones al triunfo. Diecisiete errores de la combinación azul dilapidaron la posibilidad de sumar en territorio riojano. Cuando el potencial del dueto está demostrado, la situación se torna aún más dramática. En definitiva, a Olaizola II e Imaz les sirvió con esperar el error o el regalo y sacar tajada. Las conclusiones para extraer fueron escasas, dada la pobre hoja de ruta. Y es que, aunque los azules hicieron prácticamente todo, tantos y errores, navegan en una dinámica de perpetua tormenta y nada de calma. Cal. Arena. Más cal. Más arena. El tránsito en la montaña rusa rompió el espectáculo y cuajó de yerros una contienda con la única emoción del marcador final y la certeza de que los delanteros que vienen tienen mucho que aprender de Aimar: por saber estar, por encontrar huecos y por conocer por dónde van los tiros de cada partido en solo un vistazo. En el córtex se le genera una lectura casi siempre acertada, suficiente para sacar un punto del encuentro. Los regalos les supieron a gloria a favor de corriente.

Así las cosas, las necesidades de Víctor y Albisu no se encuentran en la cancha. De sus manos nace lo mejor. Pero, también, lo peor. Ayer sumaron otro accidente a su nómina de bandazos. La cuestión es que, dos pegadores de su talla, sin ser barridos, sin ser atropellados, rindieron muy por debajo de lo esperado. Las matemáticas no mienten: si pierdes 17 pelotas -una de ellas fue el último resto fallido de Víctor-, es imposible ganar. No hay más. Menos aún cuando está enfrente Olaizola II, que se caracteriza por la sobriedad. Aimar e Imaz supieron adaptar su juego a su pelota, más tosca, y se dedicaron a esperar, a mirar el segundero. Con el inicio se resumió el compromiso, los colorados, ganando 9-4 de salida, únicamente habían expuesto un tanto sobre el tapete riojano. El resto, un perpetuo quiero y no puedo. Un abismo. Chocar contra una pared. Entre escapadas del ataundarra y remates fallidos del ezcarayense, el Adarraga fue un crematorio.

Después de verse acosados por un 13-6 sangrante y duro -iban tres tantos hechos los colorados-, Víctor y Albisu fueron reponiéndose poco a poco. Trataron de evitar a Olaizola II y meter en problemas a Imaz. El de Oiartzun estuvo en problemas -estuvo inmerso en tres pelotas complicadas que terminaron en cartón rival- y el choque se compactó. Los azules se reiteraron: errores y tantos. Sin término medio. Sin un camino tranquilo. Una interminable senda hacia el patíbulo.

De este modo, se acercaron 14-12 y, aunque regalaron hasta el 18-15, volvieron a reponerse cuando Imaz estaba fuera de foco. El paso por el segundo descanso largo fue un suplicio. El respiro llegó después. Aimar tuvo un saque-remate para matar y perdió la parada al txoko. La tendencia cambió. El acoso fue patente. Imaz, solo ante el peligro. Los azules igualaron sin contemplaciones, dando pie a cuestiones de por qué, de salida, no tiraron por ese esquema. Estuvieron 18-19 y 19-20. A dos palmos de la meta, increíble pero cierto, Víctor se pegó el tiro de gracia en una parada al txoko que impactó en la lona. Con 20 iguales, Aimar disfrutó con una dejada en el rincón -el quinto tanto colorado, ¡para qué más!-. El final, para rematar, fue un saque de llevar al que Víctor entró de sotamano y no llegó al frontis. El 22-20 encajado por el puntillero riojano y Albisu estuvo basado en un catálogo de desgracias inabarcable de un choque romo.