Vitoria - ¿Cómo dando tan poco ofrecen tanto? ¿Cómo siendo tan mísera y rácana la puesta en escena del equipo, el alavesismo sigue dándolo todo con tal de llevar a su equipo hasta la victoria? El fenómeno, por habitual, había pasado casi desapercibido desde que comenzó la temporada pero ayer, tras el nuevo esperpento ante el Eibar, hubo quien explotó, dejó de lado ese perfil samaritano y cargó directamente contra los jugadores, el entrenador y, por supuesto, la dirección deportiva, a la que aún se le espera para que ofrezca algún tipo de explicación o remedio que ayude a enderezar un rumbo abocado directamente al descenso. Desde la destitución de Luis Zubeldía hace ya varias semanas, ningún responsable de la dirección del club ni de la parte deportiva han dado la cara para argumentar dicha solución, un aspecto que ya empieza a soliviantar a una buena parte del alavesismo.
Tras la nueva derrota de ayer en casa -la undécima de la temporada-, Mendizorroza se hartó de quemarse las palmas y desgastar sus cuerdas vocales para cargar contra el equipo y entonar en no pocas ocasiones a lo largo del partido música de viento. Primero de forma general contra todos los jugares con cánticos como “Échale huevos, Glorioso, échale huevos...” o “Glorioso, ponle huevos”, y después centrando su hastío señalando a jugadores como Vigaray, ayer nuevamente muy desafortunado, o Santos, al que se le increpó duramente desde la grada tras ser expulsado poco antes del descanso por doble amarilla. Para entonces, con el marcador en contra y un jugador menos, cientos de aficionados abandonaban sus respectivos asientos mostrando su hartazgo con la situación mientras descendían por el graderío. Con este clima tan gélido como la propia temperatura que ayer se registró en Vitoria, se llegó al Ecuador del partido, con Wakaso encendido y enganchándose en el túnel de vestuario con un jugador del Eibar.
“es para flipar lo de hoy” La película del despropósito continuó en la reanudación con una nueva indigestión. Otro atracón de mal fútbol que lejos de aliviar los síntomas del equipo los agudizó, empeorando todavía más la situación de un plantel que “ya es carne de Segunda”, como reconocía con indignación al final del encuentro un socio de Tribuna Principal. El sentir para entonces en Mendizorroza ya era de muerte dulce. Un letargo de resignación que solo se rompía de vez en cuando con alguna decisión del árbitro o alguna aproximación del equipo. Nada más. A esas alturas del partido, los aficionados que aún permanecían en sus asientos, trataban de aliviar su tensión desfogándose y analizando lo visto en el campo con los compañeros de graderío. “Dejar a Pedraza en el banquillo jugando en casa es una auténtica chulería”, lamentaba cabreado un socio al final del partido. “Es para flipar lo de hoy. Te estás jugando el descenso y se supone que tienes que salir a morder a la yugular y no dejarle salir del campo, y ves esto...”, lamentaba otro en la bocana del graderío. “¿Pero dónde coj... está vuestro orgullo, dónde?, se preguntaba con gran pesar otro joven de Cervantes. En la grada opuesta, en Polideportivo, donde se encuentra la sala de máquinas que hace vibrar cada quince días al alavesismo, seguía empeñada su grada de animación en continuar alentado la lastimosa actuación de sus jugadores con cánticos que, por momentos, contagiaban al resto, pero tal era la desconexión ayer entre la grada y el césped que ni tan siquiera se celebró el gol de Burgui en el 90’. Llegó el final poco después. Jugadores desplomados sobre el césped y silencio sepulcral en la grada. Suenan ya campanadas de muerte.