PARIS - A Emmanuel Macron, presidente de la República francesa, como a todo político que se precie le gusta que le agasajen, le den palmadas en la espalda, le rían las gracias y las multitudes le aclamen. Por eso, durante la pasada edición del Tour de Francia, la carrera que es parte del alma y la piel del pueblo francés, un monumento viviente de lo que se supone la grandeur francesa, asomó su sonrisa de triunfador en Serre Chevalier tras atravesar el Télégraphe y el Galibier, hitos de la leyenda del Tour. Macron saludó a Chris Froome, por entonces líder de la carrera, y a Romain Bardet, la gran esperanza francesa. Departió con ellos Macron al sol de julio. En noviembre, con sus cielos mustios, las nubes que moquean y el frío que atiza y se cuela por los poros, con las hojas que alfombran los días cortos, el ejecutivo de Macron se desenganchó del ciclismo camuflado en los días de rutina y las conversaciones de ascensor. El Ministerio de la Armada decidió finiquitar la aventura del Armée de Terre (Ejército de Tierra francés). La política tocó la corneta. Mandó retirada. Rompan filas. Los ciclistas, trece con contrato en vigor, pasan a ser parte del Ejército de Tierra francés. Disciplina militar. Del maillot de camuflaje al uniforme de campaña.

El Ministerio de Defensa francés anunció hace unos días en un comunicado la disolución del equipo, que contaba con un organigrama compuesto por 30 personas. “El Ministerio de la Armada se ve en la obligación de poner final a esta bella aventura”, reza el texto, acabando así con un equipo singular (descendiente directo del Ejército francés) que nació en 2010 y se convirtió en profesional en 2015, con Jean-Yves Le Drian como ministro de Defensa del país galo. “La decisión, tomada a proposición del jefe de Estado Mayor de las Armadas y de la Armada de Tierra, se explica por el hecho que el equipo se ha convertido en una formación profesional. Sus contratos, especificidades y financiamiento de un equipo deportivo profesional no entran en espacio normal de la política de desarrollo del deportivo de alto nivel al cual el ministerio está ligado, que trata de la promoción del deporte amateur”, se expuso desde el gabinete presidido por Macron.

La disolución del equipo, que durante el pasado curso obtuvo 20 victorias, el mejor registro de su historia, fue totalmente inesperada para los componentes de la estructura, que nació en el seno del ejército. De hecho, era imprescindible poseer el rango militar para pertenecer a la escuadra de la Armée de Terre, en la que corrieron Nacer Bouhanni o Julian Alaphilippe años atrás. El corredor francés cuyo hermano pertenecía a las filas del conjunto militar, aseguró en un tuit que “más que un equipo, era una institución. Un destino cruel después de todo el trabajo hecho”. Una vez desarmado el ejército de las bicicletas, será el ejército francés quien absorba a los corredores que se han quedado colgados en las ramas del otoño. Los contratos militares seguirán en vigor a pesar de la desaparición del equipo, que manejaba un presupuesto de 1,5 millones -la mitad de la aportación proveniente de los presupuestos del Estado y el resto de patrocinadores privados- por lo que los componentes de la formación serán reubicados en el Ejército.

El equipo que corría con el uniforme de camuflaje, no se escondió para emboscar. Brilló con la purpurina de numerosas conquistas. Traje de lentejuelas y la bandera francesa en el pecho. Sus componentes vencieron importantes citas del calendario continental europeo, logrando triunfos en la Vuelta a Luxemburgo, Tour de Valonia y Cuatro Días de Dunkerque, el Tro-Bro Leon de Damien Guadin, el Tour du Finèstre de Julien Loubet, también ganador de etapa en Route du Sud, dos etapas de la Volta a Portugal? entre otras. El cierre ha sido un puñetazo a las entrañas de Francia. ”Dejan a treinta personas en la mierda”, criticó el ciclista Tony Hurel, que era uno de los fichajes del conjunto del Ejército francés para la próxima campaña, en una entrevista concedida a Ouest-France. “Con esta noticia a mitad de noviembre nos deja tirados, con el resto de equipos llenos y con presupuestos cerrados. Es una catástrofe”, remató Hurel, convertido en carne de cañón. Loubet y el velocista Yannis Ysaad, parte de la infantería del ciclismo, han evitado el desahucio. Loubet correrá con el Euskadi-Murias, mientras que Ysaad será parte del Caja Rural. Ambos continuarán en un pelotón que se queda sin soldados.