rafa Nadal resurgió en 2017 para cerrar un año triunfal como número uno del mundo, ampliando hasta 16 sus victorias en torneos del Grand Slam al ganar su tercer US Open y el récord histórico de su décimo Roland Garros. Entrado en la treintena, la acumulación de problemas físicos sacó de muchas quinielas al balear, pero una vez más se machacó para despejar pronto las dudas. Nadal arrancó 2017 pletórico de fuerzas y de juego, con un nuevo aliado como Carlos Moyá en su banquillo.
El de Manacor alcanzó la final de Australia, donde se topó con el también renacido Roger Federer, y otras dos más en Acapulco, donde perdió ante Sam Querrey, y Miami, derrota ante el de Basilea, que también le impidió progresar en Indian Wells.
Pero como es habitual, todo cambió cuando llegó la tierra, superficie donde el Rey de la arcilla agrandó ese título sumando, sobre todo, la decena de coronas en Roland Garros, apabullando a Stanislas Wawrinka, y que unió a las otras diez que alcanzó en Montecarlo y Barcelona, la mitad que tiene en Madrid, donde batió al austriaco Dominic Thiem, el único que le pudo ganar en tierra, en los cuartos de Roma.
Sobre la hierba de Wimbledon vivió seguramente uno de sus momentos más duros del año al toparse con un épico Gilles Müller en los octavos de final, para después centrarse en la superficie dura. Mientras Nadal subía, el resto bajaba, en un cambio de guion que se comió incluso a Djokovic o Murray en un discreto nivel de juego y también por lesiones.
A pesar de un pequeño bajón, Nadal llegó al US Open ya como número uno y mantuvo la pelea de grandes a raya con Federer, conquistando Nueva York ante el sudafricano Kevin Anderson para al menos seguir a tres de los 19 del suizo. Junto con su amigo de Basilea campó a sus anchas un Nadal al que el hambre de títulos -hasta seis cosechó en su mejor año desde 2013-, terminó resintiendo a su rodilla. Una vieja amiga que pidió tregua para cuando el balear buscaba la guinda de Maestro después de terminar por cuarta vez una temporada como número uno. Más de 7.000 puntos cosechados desde el noveno puesto allá por enero.
En el circuito femenino de la WTA, Garbiñe Muguruza disfrutó del mejor año de su carrera. La tenista nacida en Caracas volvió a ser difícil de descifrar, pero demostró la calidad que atesora para conquistar su segundo Grand Slam en la final de Wimbledon ante Venus Williams y, curiosamente, bajo la dirección de Conchita Martínez, la anterior campeona en Londres en 1994.