Vitoria - Desde Vitoria y hasta el Nanga Parbat viajó ayer una ola de cariño de tamaño ochomilístico con la que la ciudad de Vitoria, la provincia de Álava, el pueblo vasco y el mundo de la montaña quisieron rendir un sentido homenaje a un Alberto Zerain que, desde las alturas en las que siempre le gustó habitar y en las que se ha quedado para siempre, recibió el sentido homenaje póstumo de sus paisanos y amigos, que no olvidan su calidad en la escalada ni su grandeza como persona, gratificados con la Placa de Reconocimiento de la que le hizo entrega la Diputación Foral de Álava y el Título de Hijo Predilecto que le concedió el Ayuntamiento de Vitoria.
Alrededor de un millar de personas se dieron cita en un Palacio Europa que se quedó muy pequeño para homenajear a Zeras, desaparecido tras una avalancha el pasado 24 de junio cuando se encontraba en la arista Mazeno junto a Mariano Galván, para quien también hubo momentos de recuerdo con su novia presente en la capital alavesa para participar en un homenaje que por momentos fue conjunto.
Como tantos otros valientes, descansa en una de esas montañas que fueron su pasión. También lo fue la cultura vasca, protagonista en el homenaje de ayer con la txalaparta y los bertsolaris rindiéndole un tributo que se completó con el aurresku de honor. Una despedidas a la que no faltaron amigos de mil aventuras por las cumbres de todo el planeta, como Juanito Oiarzabal -emocionado cuando subió al estrado a dedicarle unas palabras de recuerdo, justo después de que el humorista Humberto Gutiérrez clavara su imitación-, Edurne Pasaban, Iker y Eneko Pou, Alex Txikon, Juan Vallejo o Juanjo San Sebastián, entre otros destacados personajes del mundo de la montaña, además de una amplia representación de la cultura y la sociedad civil alavesa.
El vídeo-documental La huella de Alberto fue el protagonista central del acto. Sus hijos Andoni y Jon y amigos y compañeros como Iñaki Aguirre, Aitor Las Hayas, Alex Txikon, Josu Alcaraz, Gema Arrugaeta, Juanito Oiarzabal, Juan Vallejo o Iñaki Makazaga recordaron al Alberto “transportista y camionero”, al “alavés y vitoriano orgulloso de serlo”, al “amante de la literatura y la escritura al que todo le gustaba ponerlo negro sobre blanco”, el viaje a Perú a principios de los ochenta “que le cambió la vida”, su lema de que “la velocidad en la montaña es seguridad”, su “compañerismo, siempre siendo el primero en ofrecerse para todo”, el hito de ser “el primer alavés que subió el Everest” o su capacidad para “acercarse siempre a los más humildes”, además de cómo fueron los días de su desaparición en el Nanga Parbat. “Grandes son las montañas que ha escalado, pero más grande es la huella que nos ha dejado a todos”.
El primero en tomar la palabra fue el consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, que, antes que nada, dirigió su cariño hacia Josefina, Patricia, Jon y Andoni, madre, mujer e hijos de Alberto, respectivamente. Zupiria destacó la “integridad y solidaridad” del montañero, alabó su amor por la cultura vasca y recurrió a un pasaje del libro del propio Zerain Andanzas por la cordillera. “Dios quiera que las montañas sigan guardando esta paz y armonía que tanto las caracteriza”, leyó el consejero. “Alberto vive entre nosotros y siempre lo hará”, concluyó.
Le siguió en las alocuciones el diputado foral de Álava, Ramiro González, quien evocó su último encuentro, el pasado 10 de marzo, donde le habló de la expedición al Nanga Parbat: “Quería contarme su última expedición y pedirme que Álava se sumase a ese proyecto, como lo hizo cuando se convirtió en el primer alavés en subir al Everest. Entonces llevaba una imagen de San Prudencio, que no pudo dejar allí y todos estos años ha estado en la Virgen de Oro y que ahora vuelve a su familia. Quería llevar algo de Álava en esta expedición y le acompañamos un poco todos nosotros”, señaló el diputado.
Por último, el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, destacó su “amor por el deporte, el respeto al medio ambiente, el compromiso con el euskera y la cultura vasca y el humanismo y solidaridad” de un Alberto Zerain que, como se encargó de cerrar el acto su mujer Patricia: “Sigue viviendo en nuestros corazones”.