Duración: 42:54 minutos de juego.
Saques: 1 de Bengoetxea VI (tanto 10) y 3 de Urrutikoetxea (tantos 5, 7 y 14).
Faltas de saque: Ninguna.
Pelotazos: 177 pelotazos en juego.
Tantos en juego: 5 de Bengoetxea VI y 16 de Urrutikoetxea.
Errores: 3 de Bengoetxea VI y 4 de Urrutikoetxea.
Pasa del Cuatro y Medio: 1 de Urrutikoetxea.
Marcador: 0-1, 1-2, 2-2, 2-3, 3-7, 3-8, 4-10, 4-11, 5-15, 5-16, 6-16, 6-17, 7-18, 7-19, 8-21 y 11-22.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Asier García (con su primo Oinatz) e Inhar Jaka (con Mikel Urrutikoetxea).
Apuestas: Se cantaron posturas de salida de 100 a 80 a favor de Mikel Urrutikoetxea.
Incidencias: Partido correspondiente a las semifinales del Cuatro y Medio de Primera de la LEP.M disputado en el frontón Adarraga de Logroño. En el primer partido, Elezkano II-Rezusta ganaron a Víctor-Untoria (22-20). En el tercero, Arteaga II-Salaverri vencieron a Darío-Merino (18-17).
logroño - Si hubo dudas, desaparecieron ayer de un plumazo. ¡Pum! Un golpe en la mesa. Quedaron borradas del Adarraga de Logroño. Se las quitó Mikel Urrutikoetxea de los hombros como esquirlas de antiguas tardes de sufrimiento, de una semana complicada por la incertidumbre, aplacada el miércoles en un ensayo con una férula en su dedo anular de la mano izquierda fracturado. Un paso por los hombros. Pis pas. Después, un huracán. Un paso pequeño para el hombre? Y un recital para el vizcaino, quien no solo demostró haberse agarrado al sufrimiento, sino que asomó valiente y con un guion establecido, un patrón, que clavó. Lo bordó el de Zaratamo, campeón del Cuatro y Medio de 2015, ante Oinatz Bengoetxea, campeón del ejercicio 2016, para meterse en la final de 2017.
El 19 de noviembre estará presente en el Bizkaia de Bilbao ante Jokin Altuna en busca de su segundo cetro de la modalidad. Lo de ayer fue un golpe de autoridad. Un aquí estoy yo. Un paso más. Si bien el vizcaino reposa sobre la historia, al poseer la Triple Corona, el hambre de su propuesta, apenas influenciada por un dedo roto, le coloca en una posición importante de cara al triunfo final. La lana está a un paso. A 22 centímetros de sus manos. La semana, una cizalla, tuvo diversas fases para Urrutikoetxea: el susto del hinchazón, la confirmación de la fractura del anular, un ensayo tranquilizador y vísperas de partido con cierta calma chicha. La presencia de Oinatz Bengoetxea, un tótem en la jaula, delantero de difícil digestión para el vizcaino, era otro de los factores a tener en cuenta. Lo anterior, un monólogo de Mikel en la liguilla de cuartos de final, no valía para nada. Apenas un recibo de confianza en el bolsillo. Sin embargo, el de Zaratamo tiró de inventario para romper el partido. Sacar el rodillo. Un catálogo de velocidad y remate. Desde el saque, todo lo hizo perfecto el vizcaino en una semifinal que se esperaba competida y acabó en amago. Quedó así por las certezas de Urrutikoetxea, despejando las equis de las ecuaciones, que se encontraban en su zurda pidiendo descanso. El malestar solo le trajo por la calle de la amargura en el epílogo, con un saque que impactó en la punta del dedo. Lo demás, una muestra del huracanado momento de juego del vizcaíno: brillo y sentencia.
potencia y nervio Ocurre que el leitzarra quedó atropellado en una exhibición de potencia y nervio. Alejado de su órbita de actuación, remando contra la corriente, a varios cuadros del frontis, no pudo más que tratar de arriesgar -sin demasiado éxito- y esperar alguna cucharada de resignación. Llegaron de varios yerros de Mikel y un final de maquillaje. Bengoetxea VI fue un extraño en el paraíso. Entretanto, Urrutikoetxea no mostró fisuras ni vías de agua. Se construyó su castillo. Piedra y fuego. Galones. Arquitecto en una especialidad de locura, de entrañas y piernas de velocista.
La escritura de la hoja de ruta fue fina y fiel a lo que pedía el partido: expulsar al leitzarra del lugar en el que hace daño. En el retrovisor, cuatro precedentes en la liza individual y tres derrotas para el de Bizkaia. Todas paridas por un estilo personal y partisano del manista navarro, experto en dinamitar encuentros y enredar las madejas.
En la velocidad radicó la clave principal. Oinatz, pez fuera del agua, sufrió. También acertó Mikel a la hora de sacar y restar. Bengoetxea no terminó ni un solo tanto con el tercer pelotazo. El zaratamoztarra, por su parte, culminó siete saque-remates -ganchos perfectos, paradas, voleas...- y sumó otros tres con el primer disparo. En definitiva, diez cartones sin apenas tralla, conseguidos a base de cruzar largo y con nervio. La distancia entre los dos duelistas fue abismal. Y, por tanto, la victoria de Urrutikoetxea fue justa. Una reafirmación antes de la final.
encuentra la ventaja De cualquier modo, la apertura de las fallas entre el vizcaíno y el navarro fue casi de salida. ¡Pum! Por arte de birlibirloque quedaron eliminadas las posibles preguntas sobre su anular. Un saque-remate de Urrutikoetxea abrió la contienda y le puso los dientes largos. Lo siguiente fue una cortada larga, rápida, con intención. Dos pinceladas que impulsaron un cuadro. Dos razones para un guion con mayúsculas.
Oinatz igualó en el segundo cartón merced a un fallo de Urruti y una paradita al txoko. Mikel encontró la ventaja, que no perdió más, con una apertura desde el suelo. Y comenzó a descerrajar la semifinal. Entero, genial y solvente, arrasó. Mikel se puso 2-7, 3-10 y 4-15. Pasos de gigante. Aroma a contundencia, que pudo ser mayor. Con el 7-21 Oinatz se acercó. No había espacio a la revolución. Llegó la perfección. El miedo es azul. Urrutikoetxea es la pesadilla.