pamplona - “Aimar Olaizola es un killer”, certifica Jokin Altuna. Lo define con una sola palabra, que sale de su sonrisa con toda la fuerza de la acepción. Aimar es una pesadilla. De su mano izquierda nacen todos los desvelos del manista de Amezketa. “Si no le quitas el remate con la zurda es un pelotari muy incómodo”, agrega el guipuzcoano. Más que eso. De esa palma, y de muchas otras virtudes, han nacido siete entorchados del Cuatro y Medio de Primera y otros seis del de San Fermín. Trece veces Aimar. Trece viajes al Olimpo del acotado. Mayor guarismo de malos sueños para sus contrincantes, a los que abrasa con un juego que parece sencillo, eficaz, pero que se antoja una tortura muy difícil de ejecutar. Trece mordiscos. El último, ante el propio Altuna III en el acotado iruindarra, en la matinal del 7 de julio. Un tratado de autoridad. Con 37 años.
Y, con esa zurda, esa mano de costurero, que ejecuta el gancho como un pespunte, acecha. Un aliento en el cogote. La misma historia de la última quincena. Olaizola II ganó su primera txapela del Cuatro y Medio en 2002, con 23 años, y ahora se mece en las semifinales de 2017 y jugará el sábado en el Labrit para llegar a su novena final. Han pasado tres lustros. Le conoce la teoría Altuna III de pe a pa. Le ganó en las dos últimas ediciones del torneo oficial y, el curso pasado, a la misma altura de la película, con la txapela latiendo al horizonte. “Que le haya vencido dos veces no significa nada, salvo que puedo ganarle otra vez. El goizuetarra es el mayor especialista de la distancia. Hay que jugar muy bien. No regala. Hay que hacerle muchos tantos porque apenas falla”, afirma el puntillero, otro artista, más listo que el hambre. La sartén y el cazo. “Aimar alcanza bien el partido. Quizás tuvo un verano en el que no llegó a las finales, pero está a un nivel muy grande. Si está en las semifinales con casi 38 años es por algo. Eso dice mucho de él”, certifica el pelotari de Amezketa, quien vuelve a tirar del recetario de su supervivencia en la jaula: “No pienso en el rival”. Si lo hace, dice, se le mueve el pulso. “Tengo que centrarme en lo mío. Lo primordial es el saque. Tengo que regalar poco”, cuenta Altuna III, quien añade que “si él tiene remate acaba todas con la zurda. Es muy incómodo si no le quitas con el resto”.
La llave para alcanzar el premio gordo de la final del Cuatro y Medio pasa por el saque y el resto, a juicio del de Aspe. “Aimar le da mucha altura. Si saco bien, no me pasará a dominar con el resto. Aunque esté bien, si el contrario saca mucho es complicado quitarle pelota para que remate”, remacha el artista amezketarra.
Olaizola II también lanza flores al joven de Aspe, al que califica como uno de los máximos exponentes de la nueva generación para el Cuatro y Medio. La distancia será de Mikel Urrutikoetxea y suya. “En los años que le quedan de pelota, que son muchos, será una de las referencias dentro de la especialidad junto con Urrutikoetxea”, analiza el de Goizueta. Más loas: “Es un pelotari que maneja muy bien la técnica y en las distancias cortas se amolda muy bien. Es peligroso dentro del tres y al contraataque. Estoy seguro de que me espera un partido complicado. En 2016 quedó subcampeón por un solo tanto”.
Lo dice el veterano después de reponerse, más o menos, de la fascitis que le está dando guerra desde el verano. La fisioterapia está dando soluciones. El peor momento fue en el duelo ante Víctor Esteban en Logroño, en el que cayó por la mínima. El rodillo ante Danel Elezkano, al que dejó en cinco, fue un alivio para su estado físico. “Me quedé contento por ganar el partido, pero también por haber acabado con el pie bien. No tuve que forzar demasiado”, finaliza Aimar. Las cartas están sobre la mesa. El material no será un problema -no hubo quejas- y el Labrit estará el sábado hasta la bandera.