vitoria - Una de las razones por las que las familias deciden que sus hijos participen en alguna actividad deportiva acostumbra a ser el deseo de que puedan disfrutar de un tiempo de ejercicio físico -tan importante para el desarrollo en todos los sentidos- en unas condiciones óptimas. Sin embargo, en los últimos tiempos parece que esto se ha convertido casi en misión imposible en Vitoria. Al menos, en lo que al deporte rey hace referencia. Y es que los campos de fútbol municipales que se encuentran diseminados por toda la ciudad y que sirven de escenario de entrenamiento y competición para la mayoría de los clubes gasteiztarras se encuentran peligrosamente saturados, haciendo extremadamente difícil el normal desarrollo de la práctica de este deporte. Especialmente en las categorías escolares. Esa es al menos la percepción de un buen número de padres y equipos que ya han trasladado su situación al Ayuntamiento y la Federación Alavesa de Fútbol sin obtener, hasta el momento, respuesta alguna.
“Solo hay que pasarse cualquier día por la tarde por alguno de los campos para comprobarlo. Los pobres chavales están como sardinas en lata, casi no tienen sitio ni para correr sin chocarse”, denuncia el progenitor de uno de los niños afectados por este overbooking. El colapso no se limita únicamente a un terreno sino que en mayor o menor medida afecta a las instalaciones de Lakua, Ametsa, La Vitoriana, San Ignacio o Ariznabarra entre otras.
“En nuestro caso los problemas son sobre todo en las primeras horas con el fútbol de críos, con los equipos de fútbol escolar. De cinco y media a seis y media el Ayuntamiento planificó que en un campo de fútbol 7, es decir la mitad de uno de fútbol 11, haya tres equipos metidos a entrenar. Serían dos de fútbol 8, que tienen quince niños cada uno, y otro de fútbol 5 que tiene nueve. Es decir, unos cuarenta niños aproximadamente en un espacio de 60 metros cuadrados escaso. Después de seis y media a siete y media llegan tres alevines, que se tienen que meter en el mismo espacio. Tres equipos de quince niños por equipo, unos 45 niños, metidos en medio campo de fútbol 11. Mientras los equipos de fútbol 8 están entrenando como buenamente pueden, cuando se va el que está en la otra mitad entran los cadetes a empezar a calentar. Tienen que calentar en una esquina y los chavales recogerse un poco para dejarles calentar. Una vez que se van los alevines los cadetes se quedan entrenando y tienen medio campo para cada uno pero claro, son equipos de fútbol 11 con 18-20 chavales ya cada uno. En esas horas esto parece el camarote de los hermanos Marx”, lamenta el entrenador de uno de los clubes más afectados.
La situación resulta tan evidente que no son pocos los padres que ya han expresado sus quejas a los diferentes equipos afectados, advirtiendo de que si la situación no cambia se plantearán que sus hijos continúen practicando este deporte. Ante la imposibilidad de los responsables de los clubes de hacer algo al respecto puesto que las instalaciones son municipales y la organización depende del Ayuntamiento, varios se han agrupado para poner en marcha una recogida de firmas y trasladarlas al departamento de Deportes.
Porque los problemas no se quedan en el césped sino que, lógicamente, tienen también una consecuencia inevitable. “Todo esto se extrapola a los vestuarios. Estamos hablando de que hay que meter 30 niños en un vestuario con ocho duchas. Que hay niños que se van a ducharse a su casa porque dicen que, si no, no salen en dos horas de aquí y tienen deberes... Pero al Ayuntamiento eso le da igual”.
En definitiva, una saturación de los campos que está acabando con la paciencia de quienes aspiran a que el deporte pueda cumplir su esencial papel de formación. “Vale que no somos el Barça y no queremos hacer unos entrenamientos de tecnificación y de calidad de máximo nivel pero por lo menos que los niños tengan un poco de espacio”, suplican.