Para muchos, entre los que me incluyo, el del Levante era un partido de vida o muerte. O al menos todo lo definitivo que algo puede ser el último día de septiembre. Y el nuevo Alavés respondió a la perfección en su actuación más convincente de la temporada. Fue, en gran medida, gracias a un entrenador que dio una clase maestra de táctica, aunque sea en un fútbol que a veces mucha gente se empeñan en denostar. Con el paso del tiempo uno se va haciendo cada vez más aficionado del orden y menos de los fuegos artificiales. Más del pragmatismo y menos de los charlatanes. En la vida hay tiempo para creerte a Josef Ajram y a Marcelo Bielsa. Pero eso generalmente se cura con la edad. En el fútbol detecto un cierto desprecio al equilibrio que ha permeado incluso entre los profesionales. En verano hubo unas declaraciones de Jürgen Klopp sobre el Atlético, y por ende sobre Simeone, que me llamaron la atención. “El Atlético quería ganar la Copa. Nosotros queríamos ganar la Copa pero además jugar un poquito al fútbol. El Atlético solo quería ganar”, dijo el entrenador del Liverpool tras perder la final de la Audi Cup. Un par de días antes y en el marco del mismo torneo, Maurizio Sarri, técnico del Nápoles con una Copa de la Serie D italiana con el Sansovino como único palmarés, dijo lo siguiente: “Si mi equipo sólo defendiese, como el de Simeone, me iría. Cada uno piensa en el fútbol con su mentalidad, si mi equipo hiciera un partido todo de defensa y contragolpe me iría para casa en el minuto 30. No me divertiría, y sin diversión podría quedarme a trabajar en un banco”. No puedo entender que colegas de profesión cuestionen así el trabajo de un compañero que ha tenido tanto éxito en los últimos cinco años. Una de las mejores definiciones de lo que es ‘jugar bien se la he escuchado varias veces a Paco González (Cope): “Jugar bien es que te hagan pocas ocasiones y hacer tú unas cuantas”. Eso es básicamente lo que hizo el Alavés en el campo del Levante.
En esa gran victoria hay que reparar indefectiblemente en la intervención de De Biasi, que diseñó un plan perfecto y fue tomando decisiones que hicieron la vida sencilla al Alavés. Para mí la clave fue en que siempre tuvo una idea cuando recuperaba la pelota. Le entregó al Levante el balón a cambio de colonizar los espacios. Alfonso Pedraza fue el actor principal de esto. Jugando en banda fue la salida principal que buscó el Alavés. El extremo tiene potencia, velocidad y regate. Sus compañeros le buscaron con balones inteligentes como el de Ely, que dibujó el primer gol. Cuando eres capaz de poner en uno contra uno a tu jugador más desequilibrante en el último tercio del campo solo pueden pasar cosas buenas.
“¿munir y bojan juntos? Lo dudo...” En las recuperaciones más adelantadas se buscó al propio Pedraza y también a Munir, muy conscientes de su misión de atacar los espacios. Si el extremo cedido por el Villarreal es el que reúne las características clave para poder jugar así, Ibai Gómez es otro hombre muy importante. Su precisión en el toque le convierte en un lanzador extraordinario de contras y a balón parado es diferencial. En jugadas de estrategia al Alavés se le empieza a intuir un poderío. Ely mandó un balón al larguero en Riazor y, contra el Levante, Munir tuvo dos excelentes en faltas laterales. Repasando el partido ayer y empezando a interpretar a De Biasi, tengo dudas de si va a mezclar a Munir y Bojan como titulares. Ninguno de los puede ser sustitutivo de Pedraza o Ibai en lo suyo. Será interesante lo que va decidiendo un entrenador enérgico en el banquillo pero sobre todo ágil. Respondió con la entrada de un central extra cuando el Levante dobló su presencia de delanteros centro.
“¿De verdad un equipo frágil?” A la vista de lo bien que salió, seguro que lo han trabajado durante la semana. Pese a introducir otro defensor, el Alavés siguió resuelto a atacar los espacios. De hecho en la segunda mitad fue incluso más resolutivo que en la primera. La tentación de acularse no existió en ningún momento porque el equipo tenía claro el plan a ejecutar. El partido, y especialmente los últimos cuarenta y cinco minutos, desmintieron dos de los tópicos que los charlatanes venían utilizando. Que el equipo era frágil mental y físicamente. Dos milongas desmentidas a base de fútbol. Al menos el sábado, el Alavés fue una roca que creía en lo que hacía por una sencilla razón: su entrenador diseñó un plan de partido con todas las respuestas. Los futbolistas lo ejecutaron a la perfección. Hay esperanza. Ojalá dentro de un año el debate sea que De Biasi es un cagón o alguna cosa de esas.