Eslovenia ganó el primer título europeo de su historia, privando a Serbia de ese honor y la selección española, con la medalla de bronce, pudo honrar la despedida de su capitán Juan Carlos Navarro. A partir de ahora, el enigma.

El equipo español tuvo un mal partido, ante el ya campeón, en semifinales. Los eslovenos jugaron un baloncesto moderno, exterior, de perímetro, de tiros lejanos, de energía, de fuerza y de fe. Y la selección tuvo el peor día en el peor momento.

Scariolo lo avanzó antes de las semifinales, cuando comentó que su idea de equipo, este año, pasaba por tener siempre en pista una doble amenaza desde el perímetro, como Eslovenia, con Sergio Llull y después con Álex Abrines, dos dolorosas bajas, junto a Ricky Rubio o Sergio Rodríguez.

También hay que hablar del cambio que está experimentando el baloncesto. Ese cambio que Stephen Curry ya adelantó en la NBA hace dos o tres años y que se ha consolidado en el tiempo. El triple ha alcanzado otra dimensión y el equipo español lo ha sufrido en sus carnes.

Lo que no hay que olvidar, no obstante, es la trayectoria de la selección en los últimos años. Al Mundial de 2006, hay que sumar los títulos europeos de 2009, 2011 y 2015, además de dos platas olímpicas en 2008 y 2012 y otra más de bronce en 2016. También la plata europea de 2007 y los bronces continentales de 2013 y 2017.

Ahora llega el enigma. Sin campeonato en dos años, el próximo torneo será el Mundial de 2019, y con unas ventanas FIBA de clasificación, en las que no van a participar ni los jugadores NBA, ni los de Euroliga y ni los de Eurocopa, el equipo español será absolutamente irreconocible.

Ninguno de los doce jugadores que eligió Sergio Scariolo para el Eurobasket 2017 podrá participar en las ventanas, tampoco los lesionados o los que no pudieron venir por otros motivos.

Será difícil incluso hacer una selección sólo con jugadores de la ACB, porque no hay tantos. Y, sobre todo, será un drama en el puesto de pívot.

El enigma se enuncia sobre la posibilidad de clasificación de España para el Mundial, sobre el interés que despertará en una afición acostumbrada al podio, y muchas veces a lo más alto del podio, sobre una selección irreconocible en ninguno de sus jugadores carismáticos, y sobre el rumbo que tomará el baloncesto en nuestro país.

La tendencia está clara y apunta a jugar lejos y tirar mucho y bien. Si nos subimos al tren de la modernidad o quedamos relegados en el segundo vagón europeo y mundial lo veremos en los próximos meses o dentro de dos años.

medallas. El bronce en el Eurobasket masculino elevó a 146 el número total de medallas internacionales ganadas por el baloncesto español en todas las categorías, de las que 47 corresponden a las dos selecciones absolutas.